­La Virgen del Carmen salió ayer por la tarde de la iglesia de Sant Elm entre aplausos. La misma emoción demostraron los más devotos que se congregaron en la plaza de sa Riba de Vila, que ovacionaron a la patrona de los pescadores antes de subir al barco en el que viajaría hacia la bocana del puerto, donde el obispo de Ibiza, Vicente Juan Segura, bendijo la corona de laurel que se lanzó al mar para rendir homenaje a los fallecidos.

Antes de la procesión, el obispo presidió una misa en la parroquia de Sant Elm. Aunque comenzó a las siete de la tarde, el calor aún apretaba. En el dulce sonido del órgano y de las voces de los miembros del Cor Ciutat de Eivissa se entrometía el ruido de los abanicos, que las señoras agitaban sin parar para soportar las altas temperaturas. En el exterior, más fieles esperaban la salida de la Virgen del Carmen para comenzar la procesión, una de las más sentidas de la isla y de las que se viven «con más intensidad», según María Ribas, vecina de Jesús. «Esta fiesta me despierta mucha nostalgia porque mi tío era agente portuario. Es una celebración muy de la Marina y yo no me la pierdo desde hace 30 años», cuenta Ribas. Por su parte, María Torres contó que el momento más emotivo para ella es cuando los músicos entonan la ´Salve Marinera´: «¡Se me saltan las lágrimas!», asegura esta vecina de Vila.

Como cada año, miembros del Patronato de Música y de la agrupación Santo Cristo Yacente animaron la procesión y marcaron el ritmo de la comitiva con piezas «clásicas» como la ´Salve Marinera´ y con otras novedosas como ´Oh bendita estrella´. Durante el recorrido los seis obreros que cargaban con la imagen tuvieron que esquivar las banderas arcoíris que todavía decoraban algunos tramos de la calle de la Virgen. En el puerto de Vila, numerosas personas recibieron a la patrona de los pescadores y contemplaron cómo subía al barco para estar en el mar, donde más la quieren.