El olivo (Olea europaea) considerado más grande de España, de 12 metros de altura y 15 de perímetro en la base del tronco, está en Ibiza y catalogado como árbol singular. Es la olivera de n'Espanya, un caso especial porque, a pesar de que la ley 6/1991 intenta garantizar las visitas a este patrimonio natural, la propietaria del terreno, que está vallado, no quiere saber nada del asunto y no desea publicidad que conlleve más visitas. El olivo está situado en un lugar recóndito de Sant Carles y aunque no se conoce su edad, se considera milenario.

El pi de Can Reiet, catalogado desde 1992, se encuentra en el kilómetro 1,6 de la carretera de Santa Eulària a Sant Joan. Es un Pinus halepensis de más de cien años y en el último control se ha descubierto que, en el transcurso de las obras de ampliación que se están llevando a cabo en el otro lado de la carretera, las máquinas han fracturado algunas de sus raíces. Rafael Mas, técnico del servicio de Protección de Especies de la conselleria balear de Agricultura, Medio Ambiente y Territorio, toma nota para valorar los daños, por si hubiera que intervenir.

En esta última comprobación, han detectado también que algunas ramas de la bellotera de Can Carreró (una encina Quercus ilex) parecen debilitadas. Así que se toman muestras para descartar una posible enfermedad. Las encinas son raras en las Pitiusas y ésta, situada en Sant Joan, es un ejemplar espectacular de más de siete metros y una forma especial. Es la única bellotera de Ibiza en la lista, aunque en Formentera también están protegidas como árboles singulares la bellotera de Can Rita y la de Can Vicent des Torrent, muy conocidas porque su corteza ha sido tradicionalmente recogida para usos medicinales.

Control de la salud de los árboles

Con una periodicidad más o menos anual, un técnico de Medio Ambiente visita y comprueba el estado de cada uno de los árboles singulares que hay en las islas y actualiza las fichas, aunque los agentes medioambientales de Ibiza están siempre pendientes de la salud de estos árboles, los visitan de vez en cuando y están en contacto con sus propietarios.

Respecto a las excursiones a este patrimonio natural, Rafael Mas indica que «es muy importante que nuestra visita no afecte al árbol»; hay que tener en cuenta que todo tiene consecuencias y que el simple hecho de permanecer bajo un árbol puede estar compactando el terreno y, al hacerlo, puede que las raíces no sean capaces de respirar correctamente o que el agua no se filtre como debe. Todo deja huella y hay que intentar reducir siempre el impacto.

Más fáciles de localizar que el olivo o la encina, muy conocidos y con muchas huellas de su interacción con el ser humano y con las fuerzas de la naturaleza, son los dos conjuntos de pinos de la carretera de Sant Joan. El primer grupo lo componen los nueve pins de sa venda de Balàfia, en el kilómetro 6,6. Al menos un par de ellos han estado involucrados en accidentes que les han dejado sus marcas. En el primero de ellos incluso hay una corona de flores. Otro muestra la señal evidente de un rayo, que le ha abierto un surco en la parte sur del tronco. Al estar junto a la carretera, algunas de sus ramas han sido cortadas y otras arrancadas al paso de algún camión. A 200 metros se encuentran es pins de Vicent de na Blaia, que dan nombre al restaurante junto al que se hallan. Tienen 16 y 17 metros de altura y más de cien años.

Los pinos

Los pinos están muy bien representados con estos dos conjuntos de pinos blancos (Pinus halepensis), con el pi de Can Reiet y también con el pino piñonero (Pinus pinea) de Can Besuró, que destaca por su espectacular y perfecta copa y sus 12 metros de altura junto al camino que conduce de Sant Miquel a la finca de Can Besuró. Aunque se encuentra en muy buen estado, hay que señalar que el propietario, que se ocupa muy bien del magnífico ejemplar, ha colocado grandes rocas bajo él para evitar que los coches aparquen a su sombra y no ha podido evitar que desaprensivos o ignorantes con deseos de dar a conocer al mundo sus mensajes de paz y amor dejen grabados sus nombres en el tronco, de 3,74 metros de perímetro.

La sabina (Juniperus phoenicea), una especie muy común en el paisaje isleño, también tenía, obligatoriamente, que estar bien representada en este catálogo. En Formentera encontramos la savina de sa Tanca d'Allà Dins y la de ses Salines, la más grande de las islas y probablemente la más vieja de Balears, con siete metros y medio de altura y más de medio siglo de vida.

En Santa Eulària se catalogó, en el año 2001, un curioso conjunto de cinco sabinas y dos enebros (Juniperus oxycedrus) conocidos como las ginebres i savines de sa Rota. Y si las sabinas tienen un tamaño considerable, entre tres y cinco metros y medio, más sorprendente aún resulta la altura de los enebros, que miden entre dos metros y medio y cinco.

Higueras de Formentera

Finalmente, también muy conocidas, son las figueres de Can Toni Mestre, en Formentera, dos higueras con copas de 19 y 16 metros de diámetro. Son dos árboles Ficus carica centenarios a los que recientemente se les tuvieron que cambiar puntales (estalons) que estaban muy desgastados por el peso de las ramas. Estas higueras son la representación pitiusa, por medio de una fotografía, en la exposición 'EnArbolar: Grandes Árboles para la Vida' que la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente (con el apoyo del proyecto LIFE de la UE) tiene abierta en Palma y que probablemente se trasladará luego a Ibiza .

Además de estos 28 árboles pitiusos protegidos por su singularidad, por sus características físicas o su valor cultural, existen, añade Rafael Mas, muchos otros árboles espectaculares en las islas que también merecerían ser conocidos y protegidos por su remarcable valor. Por ello, anima a propietarios o vecinos a solicitar la inclusión de esos árboles en el catálogo balear. Cualquier particular, administración o persona jurídica puede iniciar los trámites, y la solicitud implica que, mientras el expediente está abierto, el árbol goza de protección cautelar. Tener un árbol singular conlleva una gran responsabilidad, pero también cuenta con ventajas, ya que será la conselleria la que velará por su buen estado y asumirá cualquier gasto para su conservación, mientras que el propietario no pierde la posibilidad de disfrutar de sus frutos en el caso de que existan.

Desde 2001 a 2015 se ha pedido la inclusión de otros tres árboles pitiusos en la lista, un pino, una higuera y un olivo, pero ninguno de los tres reunía las características necesarias para ser un árbol singular.

La catalogación prácticamente convierte al árbol en un monumento, con la particularidad de que el árbol proporciona oxígeno, algo que los monumentos convencionales no pueden hacer.