Dos guardias civiles del puesto de Sant Antoni, acusados de torturar y causar lesiones a un detenido en los baños de los calabozos en el cuartel tras descubrir que este había utilizado su teléfono móvil dentro de la celda, negaron ayer en el juicio haber golpeado al arrestado durante la madrugada del 11 de octubre de 2009.

Los dos agentes se desmarcaron de la brutal agresión que momentos después relató la víctima y se inculparon el uno al otro. «Nunca le golpeé. No le hice nada. Si me reconoce a mí fue porque yo le puse los grilletes, yo le detuve en la calle Soledad», manifestó J. R. R.G. entre lágrimas ante un tribunal de la Audiencia Provincial de Balears, en la vista oral celebrada en los juzgados Palma.

«No me enteré del incidente hasta el día en que juzgaron al sospechoso por atentado a la autoridad. Luego, otro guardia me dijo que vio cómo [el otro agente] le pegaba un puñetazo o un codazo en la cara. Me dijo que le rompió un diente», añadió el acusado.

El otro acusado negó estas incriminaciones, las tildó de «mentiras» y alegó que respondían a un encontronazo y una mala relación con ese agente. V. B.G., el segundo guardia civil encausado, también rechazó haber torturado al detenido. Según su versión, esa madrugada celebraron la fiesta de la patrona de la Benemérita en el patio del cuartel de ses Païsses, conde se congregaron «80 o 90 personas».

«No estaba borracho»

Por tanto, se hallaba fuera de servicio, de paisano y además estaba de baja médica. «Había tomado una o dos copas, pero no estaba borracho», precisó. El agente recordó que salió a fumar y entonces vio al otro acusado y a un compañero, ambos uniformados al estar de servicio, que conducían al calabozo a un arrestado.

«No hicieron el procedimiento habitual. No entraron por la puerta de los detenidos, sino por la de acceso a los calabozos. Luego, oí gritos», precisó V. B.G. El agente añadió que poco después observó al otro acusado y otros guardias uniformados que sacaron al arrestado del calabozo y lo llevaron al baño, al final del pasillo. «Yo lo vi desde fuera. Escuché gritos, pero no observé lo que pasaba dentro del baño», señaló.

Ambos sospechosos se enfrentan a sendas peticiones de la Fiscalía de condena de cinco años y medio de cárcel y otros diez de inhabilitación por los delitos de torturas y lesiones. El juicio continuará la semana que viene con más testigos, las conclusiones y los informes de las partes.

En la jornada de ayer sobresalió el testimonio de la víctima, quien identificó sin dudar a J. R. R.G. como uno de los agresores, mientras aseguró que no recordaba al otro. Sin embargo, varios testigos coincidieron al relatar que los rumores que se oían en el cuartel apuntaban a que había sido V. B. G. quien había roto dos dientes al arrestado de un codazo. El perjudicado detalló que fueron nueve agentes los que le propinaron una tremenda paliza, «cuatro uniformados y cinco de paisano, uno con una porra».

La víctima explicó que fue detenido sin motivo cuando salía de un bar con su hijo de diez años. En la calle se había producido un tumulto. «Yo no pegué a ningún agente ni les dije que era un carnicero y que les iba a rajar. Un guardia me dijo: ´´Oye, sudaca, a ti que te pasa, ven acá´´. Y ya me vi en el suelo. Me llevaron detenido al cuartel y un agente me golpeó en el coche». Después, según su versión, le metieron en el coche patrulla y los dos acusados le dijeron: «Luego volvemos a por ti». Asegura que ni le registraron ni le pidieron la documentación.

Según él, J. R. R. G. le sacó del calabozo y le metieron en el cuarto de baño. «Me pegaron patadas, puñetazos y con la porra. Sentí dos patadas en la boca y al levantar la cabeza vi a J. R. R. G. Al otro acusado no lo recuerdo. Horas después, me dijeron: ´´Tú te has caído, cuidado con lo que vas a decir´´».