­Cris Juanico (Ciutadella, 1967) tiene muchas ganas de contar cómo es ‘F(a)usta’, el disco que esta semana presenta en Ibiza en dos conciertos: este viernes a las 22 horas en Es Polvorí de Dalt Vila y el sábado a las 13 horas en Can Jordi, en la carretera de Sant Josep. Tantas que apenas comienza la primera pregunta se tira a la piscina...

-Viene a Ibiza...

-Estoy muy contento de presentar el disco en la isla, en solitario. Es un trabajo con diez temas propios y dos versiones, una de ellas que solo se puede obtener en descarga digital. Todos están arreglados para cuarteto de cuerda, guitarra y contrabajo, lo que supone un cambio radical en mi sonido. Es la apertura de un nuevo espacio sonoro musical en mi carrera.

-¿Por qué propone este juego en el título entre ‘Fausta’ y ‘Fusta’?

-El título tiene dos significados. Por una parte fusta (madera) porque es el material del que están hechos los instrumentos de cuerda y define la sonoridad que conlleva. Es una sonoridad cercana a la música clásica pero que con los arreglos suena muy moderna, no sé cómo decirlo, vanguardista...

-¿Y ‘Fausta’?

- Fausta (afortunada en catalán) porque es la situación en la que me encuentro. Después de casi 25 años dedicado a la música sigo al pie del cañón, picando piedra, y aún hay gente a la que le interesa escucharme... A pesar de la crisis, que también me ha tocado de cerca como a todos.

-¿Y cómo es el disco?

-Es un disco optimista, pese a todo lo que está pasando. Invita a soñar y a tirar para adelante con ganas. También con alguna queja, porque tenemos muchas cosas de las que quejarnos.

-¿Por qué es tan difícil la relación entre Menorca y las Pitiusas?

-Por que tenemos Mallorca en medio [risas]. Esto lo digo en broma, pero... Es una cuestión histórica, viene de a dónde mira cada isla y no solo es una cuestión política, sino física. Si para venir a Ibiza tienes que coger dos vuelos o dos barcos... y ya no digo Formentera, de la que estoy enamoradísimo... La intención de los isleños es siempre huir. Nos sentimos agobiados en la isla y lo resolvemos huyendo y en esa huida buscamos algo diferente. La realidad física nos limita, aunque en el fondo somos muy similares.

-¿En el mundo cultural es igual? Porque en Ibiza apenas conocemos lo que se hace en Menorca y supongo que allí pasará lo mismo.

-Es una cuestión de los canales por los que nos movemos. Cualquier concepto y expresión cultural se mueve por unas líneas comerciales que unen puntos y culturas y creo que esos canales son diferentes para cada isla. Ibiza es una dificultad para un menorquín mientras no se invente el botón de hiperespacio. Pos suerte ahora hay otros canales y nos podemos saltar eso: Internet, las redes sociales... y cada vez es más fácil, porque en realidad estamos aquí al lado.

-Y ahora ha dado el salto.

-Hay que ir sembrando, pero mi ilusión sería volver con la formación al completo.

-De todas formas usted ha actuado varias veces en las Pitiusas. Actuó en el festival antiautopistas y ha colaborado con Ressonadors...

-Sí, pero curiosamente Ibiza es la isla a la que más me ha costado llegar. He actuado en solitario, con Menaix a Truà e incluso con Els Mags de Binigall, pero con Ja t’ho diré nunca fue posible un concierto en la isla y es una espina que tengo clavada.

-Además de músico, siempre se ha significado como activista político y social ¿cómo ha visto el resultado de las últimas elecciones del 24M?

-Más que activista político yo me definiría como un agitador cultural. Nunca me he callado lo que pienso sobre esta tierra, la cultura, la lengua... Estos han sido unos años duros, en los que han intentado despistarnos con macroproyectos mientras atacaban nuestra realidad cultural y fragmentaban la de las islas, que tenemos una cultura y una historia común, con nuestras particularidades que no hay que esconder. Este domingo se ha producido un cambio. Mucha gente ha abierto los ojos, incluidos muchos de los que votaban a los que nos estaban gobernando, y han dicho basta.

-¿Le ha sorprendido?

-No es una sorpresa, porque el cambio se veía venir, pero sí ha sido sorprendente el alcance. Mucha gente de las islas, de izquierda y de derecha, cree en la defensa de su lengua y su cultura y eso hay que respetarlo. Han ido contra eso y la gente no lo ha tolerado.

-En Ciutadella, su ciudad, se ha producido un cambio radical [PP y PSM-Més per Menorca han sacado cada uno 6 ediles, pero los nacionalistas con más votos. PSOE ha obtenido 4 y GxC, 3, y UPC, 2].

-Totalmente. Ha sido un vuelco. Hace 20 años era imposible pensar que un partido como Més per Menorca, nacionalista y de izquierda, tuviera más votos que el PP. Pero es que han sido ellos los que se han preocupado por cuidar todos esos detalles de la realidad social, la lengua y la cultura. Todos vivimos del turismo, pero hay que pensar qué quieren y qué aprecian las personas que vienen a visitarnos. Tenemos que ofrecerles lo nuestro, lo que nos hace únicos. Hay que saber escuchar.

-Tengo un compañero menorquín que cuando ha sabido que iba a entrevistarle me ha pedido que le pregunte cuándo se reunirán Ja t’ho diré ¿Qué le digo?

-Dile que ya nos reunimos hace dos años, dimos cinco conciertos y ya está, ahí se quedó. Nos quitamos una espina, pero ya forma parte del pasado, y aunque estoy muy orgulloso de él ya he doblado la esquina y estoy en otra calle.

-Hablábamos de lo difícil que es para un menorquín actuar en Ibiza ¿Sabe que el viernes hay contraprogramación menorquina en Dalt Vila? Usted actúa en Es Polvorí y el barítono Lluís Sintes a apenas cien metros, en el refectorio del Ayuntamiento.

-No me digas... Sabía que había un recital poético impulsado por el Institut d’Estudis Eivissencs, pero no tenía ni idea de que actuaba también Lluís el mismo día. Será una noche menorquina. Espero que si estamos tan cerca como dices el público pueda ir de un concierto a otro y vernos a los dos.