La inauguración de la Feria Eivissa Medieval coincidió ayer con el arranque de la campaña electoral con lo que, con buen juicio, los discursos de responsables políticos desaparecieron de la agenda y así, en lugar de un speech institucional de la alcaldesa, Virginia Marí, el público disfrutó de una bienvenida en verso con rima en consonante a cargo de cinco bufones.

Con esta decisión se ahorraba también el espectáculo de hacer visible, más si cabe, el hecho de que este reino de taifas haya sido gobernado por tres alcaldesas diferentes en cuatro años, lo que sin duda es una bufonada.

Así, en lugar de con un discurso serio y oficial, la feria comenzó ayer con: «Aquí estamos en Ibiza, un lugar excelente/que en estos cuatro días se nos va a llenar de gente», unas palabras que dieron paso al desfile de atracciones con las que va a contar la feria en esta edición.

Acróbatas, malabares, cabezudos, gigantes, músicos, danzarinas y hasta una marioneta gigante con forma de dragón mutado en Tiranosaurio Rex bajaron por el portal de ses Taules como si aquello fuese la entrada triunfal de Cleopatra en Roma.

«Disfrutad el mercado que en este momento ha quedado inaugurado», invitó una dama medieval al público que en ese momento ya llenaba las inmediaciones del Mercat Vell.

Los cinco bufones del pasacalles inicial corrieron hacia la puerta de entrada a Dalt Vila, cerrada a cal y canto, y después de muchos esfuerzos teatralizados lograron abrirla, con la sorpresa de que, detrás, salía el dragón rodeado de humo rojo que bajó majestuosamente la pendiente hasta llegar al público, y aterrorizar a los más pequeños.

Tras el dragón llegaron los sbandieratori que, para el que no los haya visto nunca, son como los Locomía, solo que con estandartes en lugar de abanicos. Ellos dieron paso al desfile de las bailarinas del Centro de Danza y del Estudio Capricorn que protagonizarán varias coreografías durante la feria.

Si los malabares con banderas causaron admiración, no menos alabanzas se merecían los dos hechiceros que bajaron el Portal de ses Taules subidos en zancos, una proeza solo comparable a las italianas que bajan en zapatos de tacón de aguja después de cenar en la Plaça de Vila en verano.

Tras los zancudos llegaron los caballeros en armadura, que más que admiración, ayer causaban un poco de lástima por el calor que debían estar pasando bajo los yelmos y corazas de metal.

Fue el turno entonces de unos simpáticos monstruitos enanos que portaban carbón, varios malabaristas y acróbatas fusionando música medieval y rock, cabezudos con pinta de ewoks de Star Wars y hasta danzas árabes. Toda la ´fauna´ que recorrerá las calles de Dalt Vila este fin de semana para animar y dar más vida a las calles que ya se prevén atiborradas de gente.

Pero además de todos los grupos de animación que llegan de todas partes de la Península, los artesanos ibicencos siguen siendo una parte muy importante de la feria. Por eso ayer, antes de la inauguración, la plaza de sa Font acogió un sencillo acto para premiar a las artesanas Nuria Costa y María Torres. Nuria Costa lleva desde 1995 confeccionado espardenyes y creando las telas del vestido de gonella. Ayer estaba muy sorprendida por el premio. «No creo que merezca esto, no es ningún mérito hacer lo que me gusta, al revés, estoy agradecida de que me lo hayan enseñado», decía, sincera. Costa es la encargada de enseñar a tejer en el telar del Museo Etnográfico de Santa Eulària, forma parte de la Colla de l´Horta de Jesús y fue alumna de la fallecida Catalineta de Ca n´Andreu, que también fue maestra de la otra premiada, María Torres. Esta última se mostraba «encantada» con el reconocimiento y con su sentido del humor característico decía ayer: «Siempre que hablen de ti, vale más que hablen bien que mal». Ella es una todoterreno: «Dime qué quieres y lo hago: el capell, el vestit, el mantón, las espardenyes...». Ella comenzó para vestir a sus hijas porque todas bailaron en colles. «¡Ahora solo bailo yo!», decía ayer riendo.