Tras una semana de limpieza, ya son menos los barcos y muertos del fondo de la bahía de Portmany. Los ocho buceadores de Servisub que se encargan de los trabajos han extraído cinco embarcaciones, entre las que destacan el ´Hasta luego´, una motora de quince metros y, especialmente, el ´Indra´, un velero de madera de 14 metros de eslora. «Estaba tan podrido que se rompió, ha habido que sacarlo prácticamente pieza por pieza», detalla Juan Vicente Roselló, gerente de Es Nàutic, que destaca que lo más complicado está siendo extraer las embarcaciones, ya que muchas llevan «muchos años hundidas» y se rompen.

El proceso es, casi siempre, el mismo. Los buzos atan la pieza a un globo, lo llenan de aire y lo guían hasta la zona más cercana al muelle. Allí, vuelven a depositarlo en el fondo y una grúa «vuelve a embragar» la pieza, la levanta y la coloca en tierra, junto a todos los demás residuos, de los que se hace cargo Ca na Negreta.

Roselló explica que están encontrando «muchos más muertos» de lo que pensaban. «Se fabrican con cualquier cosa, con un bloque de hormigón, con un neumático, con un bidón de aceite...», indica. También han descubierto dos embarcaciones hundidas que no tenían controladas. De momento, «por suerte», no se han topado con ninguna sorpresa. «No hemos tenido que llamar aún al CSI», bromea el gerente del club, que rápidamente se pone serio. «En los últimos años hemos encontrado a cuatro personas ahogadas, es algo serio», afirma.

Es Nàutic calcula que la semana que viene habrán retirado ya los barcos y muertos y podrán comenzar con la basura «más pequeña»: latas, bicicletas, baterías, carros de supermercado... En este caso, los buzos colocarán todos estos elementos en un saco que después sacarán a la superficie. El gerente del club señala que será una fase «menos complicada aunque más trabajosa». «Aún queda mucha suciedad en el fondo de la bahía», apunta. El fotógrafo Álex Boix, enfundado en el traje de buzo, está documentando todo el proceso.

Roselló confía en que, una vez finalizada la limpieza, la bahía se mantenga. «La fe es lo último que se pierde y me hace mucha ilusión recuperarla y que deje de ser un cementerio de embarcaciones», añade el gerente, que recuerda el peligro que suponían todos estos residuos hundidos. No sólo por la contaminación, si no por el riesgo de que alguna golondrina sufriera un accidente. «Entraban en la bahía con mucho cuidado, suerte que no ha pasado nada», comenta.

Juan Vicente Roselló está deseando ver ya la bahía libre de fondeos durante los meses de invierno: «Será un espacio fantástico para los deportes acuáticos: piragüismo, kite surf, esquí... Y podremos valorarla como se merece, será de nuevo el pulmón de Sant Antoni».