Las islas de Ibiza y Formentera tienen actualmente instalado un conjunto de depuradoras públicas y privadas con capacidad total para tratar las aguas residuales que generan 290.000 personas, una cifra muy superior a la población fija de las islas, que ronda los 150.000 habitantes, pero muy lejos del promedio de personas que hay durante el mes de agosto, que en 2014 fue de 356.875, según el Indicador de Presión Humana del Instituto Balear de Estadística (Ibestat). Por tanto, durante el mes central de la temporada hay alrededor de 66.500 personas cuyos residuos no pueden ser tratados por las depuradoras de las islas y, consiguientemente, saturan estas estaciones, provocan vertidos y acaban yendo al mar.

Esta es una de las conclusiones de la comparación del Indicador de Presión Humana que elabora el Govern -que cuantifica la carga demográfica insular- y del ‘Análisis de la gestión del agua en Ibiza’ que ha hecho la Universitat de les Illes Balears (UIB), la Sociedad de Historia Natural de Balears (SHNB), el Grup d’Estudis de la Naturalesa (GEN) y el Ibiza Preservation Fund, dirigido por Bernadí Gelabert y Antonio Rodríguez Perea, ex director general de Recursos Hídricos del Govern.

Once estaciones depuradoras

Este informe señala que actualmente hay once estaciones depuradoras de aguas residuales en la isla de Ibiza, de las que todas son de titularidad pública, menos tres que son privadas. En Formentera, hay una depuradora pública.

La mayor de todas ellas es la que ahora funciona en la ciudad de Ibiza y que tiene capacidad para 93.000 personas. Aunque los responsables políticos se refieren siempre a esta planta como una instalación con tratamientos secundario, el citado informe asegura que es de tipo terciario -la máxima depuración posible-, si bien no funcionaría adecuadamente. Otras dos depuradoras de Ibiza tienen tratamiento terciario: la del Port de Sant Miquel (4.375 habitantes de capacidad) y la de Santa Eulària, para 40.000 habiantes.

La segunda depuradora de mayor tamaño de la isla es la de Sant Antoni-Sant Josep, que puede atender a 78.000 personas, si bien es de tratamiento secundario, es decir, que siguen quedando algunos elementos tóxicos tras la depuración.

La planta de Formentera, situada en Sant Francesc, tiene capacidad para 30.260 personas, según este informe, que utiliza datos de la Agencia Balear del Agua (Abaqua).

Los responsables del informe proponen como medida fundamental para mejorar el funcionamiento de las depuradoras actuales la separación en dos redes diferentes de las aguas pluviales y las residuales, que muy a menudo se transportan juntas por el alcantarillado, desbordando la depuradora. Estas situaciones se producen sobre todo con ocasión de importantes tormentas, cuando se recoge una cantidad de agua que supera con mucho la capacidad de la depuradora.

Por otra parte, el informe propone que el nuevo emisario que se tiene que construir en Talamanca no solo transporte las aguas depuradas de la planta de Vila, sino también las procedentes de la desalinizadora de agua de mar, e incluso las de refrigeración de la central de Endesa.

Asimismo, el informe alerta del peligro que supone la llegada de agua salobre al alcantarillado, pues de ahí va a parar a las depuradoras.

≤Dado que la sal no se elimina en la depuración, esa agua tratada no sirve para su uso en la agricultura. Por ello, el estudio propone «evitar las entradas de aguas salobres o marinas en el alcantarillado, sobre todo en Vila, Santa Eulària y Sant Josep». Este ha sido el motivo del fracaso de algunos planes de reutilización de agua depurada para el riego agrícola en Ibiza.