La última vez que estuvo en Ibiza fue en 2007, precisamente para actuar en el Sant Pepe Rock de Sant Josep, al que regresa ahora para el concierto del sábado con los valencianos Los Zigarros y los ibicencos MRC. Pero la que más recuerda fue su visita del 89, ocho años después de fundar su banda tras un accidente en el que el Renault 12 que conducía fue declarado ´siniestro total´ y los músicos sobrevivieron de milagro. Entonces tocaron en el Estiu Jove con el desaparecido Poch (Derribos Arias) como telonero: «No se me olvidará la vuelta en el barco con Poch, fue como para escribir una novela, otra», ríe Julián Hernández.

-¿En una sociedad como la actual se puede seguir cantando eso de ´Más vale ser punkie que maricón de playa´?

-Creo que sí. Porque esa canción no se refería a ninguna opción sexual en concreto, sino al hortera que pasea por la playa con el tanga y la radio. El problema de la corrección política es que es algo que se ha interiorizado más que una cuestión general. En teoría no hay censuras, aunque todos sabemos que las hay.

-¿La corrección política acabará matando al rock and roll?

-El rock and roll está muerto. Se ha anunciado muchas veces su defunción.

-¿Muerto?

-Sí. En las superlistas ya no hay rock. Ha vuelto a ser underground. Pero la incorrección política no es inherente al rock y de hecho la mayoría del rock es muy moñas, mientras que hay gente como Javier Krahe que sigue diciendo cosas diferentes e interesantes.

-Pero la existencia de Siniestro Total y otros muchos grupos niega la muerte del rock.

-Seguimos aquí, sí. Pero el rock ha muerto como industria potencial. En los 80 se vendían millones de discos de rock y eso ahora es impensable. El rock ya no es un objetivo de la industria.

-Usted empezó tocando blues y luego volvió al blues años después ¿o es que nunca se fue?

-Nunca se va uno del todo. Una vez que te has metido en un código sigue ahí. Al fin y al cabo el rock lo inventaron unos negros del Mississippi con sus guitarras en los años 30 y nosotros, como somos más fans que músicos lo hemos ido imitando, copiando.

-En los 33 años de carrera de Siniestro Total cuántas veces ha pensado en matar el grupo.

-Nosotros nos matamos en el accidente del 81 que dio nombre al grupo y todo lo demás es una prórroga, una ensoñación cósmica. Seguimos en la mesa del quirófano... Pero ten en cuenta que matar a Siniestro es difícil, porque somos cinco y nos tendríamos que poner todos de acuerdo. Ha habido muchos problemas, pero seguimos vivos.

-¿La muerte de Germán Coppini acabó con la posibilidad de reunir a los Siniestro originales o nunca se llegó a plantear?

-Nunca. Siniestro es un ente vivo. Hicimos muchas cosas juntos con Germán, pero nunca nos planteamos volver. La nostalgia es reaccionaria y paralizante y hubiera sido algo patético. Podemos envejecer mirando hacia muchos lados, pero nunca hacia atrás... Lo que sí es cierto es que Germán fue el primero en caer y eso es jodido. Algo muy extraño, que te hace plantearte que la vida es una puta broma. Esta misma semana se ha ido Moncho Alpuente y ha sido un mazazo, porque era un maestro y un referente

-Siniestro nunca se ha ido, pero muchos otros grupos de su generación se han ido y han vuelto, como ahora mismo Los Enemigos. ¿Cómo ve desde fuera la nostalgia ajena?

-Nosotros hemos seguido porque somos tontos y cabezotas. Quizás nos hubiera ido mejor si nos hubiéramos ido y hubiéramos vuelto en loor de multitudes. No lo sé. De todas formas lo de Los Enemigos no parece el regreso estándar, se encontraron para un par de conciertos, estaban a gusto y ahora han hecho algunas canciones... No es el mecanismo habitual de los regresos de la industria.

-Visto con la perspectiva del tiempo, ¿Qué fue eso de la Movida? Resúmalo en dos palabras...

- [Risas] Lo que está claro es que este país necesitaba salir de una época gris y aburrida. La fiesta y el despiporre eran necesarios, pero me parece bien la actual puesta en duda de la cultura de la Transición. Parecía que vivíamos en una democracia modernísima, con el milagro genético de un Borbón maravilloso, un gobierno socialdemócrata que nos salvaría de una nueva Guerra Civil... y luego se ha demostrado que todo era falso, pura fachada. Pero hay que reconocer que en esa época se hicieron buenos trabajos, música independiente, cine, escritores, cómics, fanzines... Ahora también, siempre hay gente trabajando.

-Usted siempre ha sido muy crítico con la SGAE y ahora parece que ha desaparecido, casi que nunca existió...

-Es curioso, porque algunos odiaban más a la SGAE que al banco que les había dado la hipoteca. Es un problema carpetovetónico, el de los monopolios en España, igual que con las eléctricas, que antes era una y ahora son cinco y se lo reparten exactamente igual. Teddy Bautista hizo cosas buenas cuando llegó, se reformaron los derechos de autor. Pero el problema vino cuando se enquistó en ese puesto y perdió la perspectiva. En este país parece que estamos acostumbrados a eso, a la podredumbre.

-¿Cree que se puede acabar con eso a través de ese cambio profundo que parece que reclama la sociedad?

-Yo no creo en España ni en el ser humano, así que lo veo muy difícil. Estoy convencido de que la Humanidad no sobrevivirá como mucho al siglo XXII y le dejaremos el planeta a las cucarachas.

-En su primera novela, ´Sustancia negra´, que acaba de publicar, habla precisamente del derrumbe de la sociedad Occidental...

-Hay símbolos claros de desmantelamiento. No sé si estamos en concurso de acreedores o directamente en liquidación por derribo, pero no somos una sociedad que mire al futuro con energía y ganas de trabajar, entre otras cosas porque no hay trabajo.

-¿Cómo ha sido esa primera experiencia como novelista?

-Uf. Novelista... Ya había publicado antes cosas de ficción, relatos..., y esto es un largo recorrido. Era algo que estaba ahí, pero uno necesita mano dura y fue la editora de Espasa la que me hizo una proposición deshonesta, me pidió una sinopsis y casi me obligó a escribirla. Yo necesito trabajar bajo presión. No escribiría semanalmente un artículo en un periódico, como hago, si no me viera obligado.

-¿Y seguirá o volverá a esperar a que le presionen?

-Esperaré a que me presionen [risas]. No, una vez que coges el tranquillo cuesta parar. De hecho cuando estaba escribiendo esta algunos personajes se me desmelenaban y los tenía que frenar. Fueron surgiendo muchas ideas y yo sigo escribiendo. Soy seguidor de la filosofía de Picasso y trabajo y trabajo y espero que la inspiración me pille trabajando.