­La rúa de Santa Eulària se ha visto algo perjudicada este año por la amenazante meteorología, que obligó a retrasar el tradicional desfile carnavalesco cinco días e hizo temereste sábado una nueva anulación. Como consecuencia, de los 1.300 participantes de 2014 se pasó a 700. Solo 15 de los 22 grupos de concursantes inscritos inicialmente desfilaron este sábado en una rúa en la que Banana Dance Studio no tuvo rival. Ninguna otra academia de baile se presentó en esta edición, en la que el Ayuntamiento de Santa Eulària precisamente había creado una categoría especial para este tipo de comparsas. Decenas de repartidores de periódicos se contonearon detrás de una rotativa en el particular homenaje a la prensa que este año han rendido Cachirulo y sus amigos y los alumnos de Alanna Thomson, que ya resultaron ganadores de su categoría en la rúa de Vila celebrada la semana pasada.

Los protagonistas en Santa Eulària, una vez más, fueron los colegios, que en los últimos años han mejorado sus coreografías. La rivalidad entre ellos ha incrementado notablemente el nivel de esta rúa, aunque sábado se echó en falta al CEIP Santa Eulària. Los alumnos y padres del Vénda d´Arabí, ganador del año anterior, celebraron el décimo aniversario de su centro escolar con un debut cinematográfico.

Directores, acomodadores, escuadras de pequeñas Audrey Hepburn, algunas butacas andantes y unos graciosísimos cubos de palomitas de todos los tamaños y edades recorrieron la calle Sant Jaume espoleados por su propio león de la Metro.

Bailarinas con mucha cuerda

La comparsa del CEIP Sant Ciriac contó con numerosos integrantes. Caballerosos soldaditos de plomo daban cuerda a unas elegantes bailarinas cada vez que estas se quedaban sin fuerzas. En Sant Carles se animaron a jugar una partida de parchís. Si bien es cierto que el motivo elegido no es novedoso y los disfraces eran de fácil confección; los dados, fichas y cubiletes supieron ganarse a quienes les observaban recuperando los grandes éxitos del grupo infantil de los 80. No pudo ser más acertada la elección del ´Twist de mi colegio´, que a su paso iba dejando un reguero de padres y abuelos canturreando «twist, twist, twist/ profesores y estudiantes/ twist, twist, twist/ al compás de un mismo tercio».

La batucada de los payasos de Atutiplén, las rockeras entraditas en años del Club de Sant Jordi (con sus chalecos de cuero remachados de lengüetas abrelatas) y el espectacular cocodrilo que ya atemorizó a los viandantes en Sant Joan y Sant Josep pusieron unas cuantas notas de humor a un desfile en el que no podían faltar los clásicos revisitados: una buena colla bautizada como ´Companatge de Sant Carles´ mostró por qué els pagesos de este pueblo «són diferents i volen ser independents» mientras que en el ´AbuGym´ algunas octogenarias espídicas formaban pareja con otras renqueantes.

Unos novatos, los entusiastas integrantes del Club Nàutic Santa Eulària, se encargaron de cerrar un recorrido con sus ´Superhéroes y villanos´.

Los superhéroes eran los nadadores y navegantes locales que lucían capas y atuendos en azul y amarillo, los colores de los clubes deportivos municipales. Viéndolos danzar al ritmo de ´Fireball´ solo cabía desearles muchas futuras proezas y heroicidades.