«Me han dejado medio ciego, me dieron una paliza espantosa, casi me matan», comentó ayer en un juicio y después de la vista un conocido pintor que denunció a dos hermanos por propinarle supuestamente una paliza en un restaurante argentino de ses Figueretes el 3 de julio de 2010. La letrada de la acusación particular solicitó cuatro años de prisión para cada uno de los acusados, más el posible pago de una indemnización que se dirimirá en un juicio civil.

La fiscal y la abogada defensora (argentina, al igual que el denunciante y los dos encausados) pidieron la absolución por falta de pruebas. Ninguno de los testigos que declararon en la vista presenció la presunta agresión.

Argentina contra Alemania

Ese día el pintor, que ha expuesto bastantes veces en Vila, acudió a comer al restaurante, en el que había tenido vetada la entrada bastante tiempo por enfrentarse a las camareras y a los clientes y por su mal comportamiento derivado del consumo excesivo de alcohol, según explicaron varios clientes, el propietario y los acusados. El local estaba abarrotado y los ánimos caldeados, porque Argentina perdió cuatro a cero con Alemania el partido de cuartos de final del Mundial de Sudáfrica, que finalmente ganó España.

El acusado fue al baño, momento en el que, según su versión, se dirigió a él el parrillero del restaurante, uno de los acusados, que le dijo: «A vos no te soporto, ándate de aquí». Después, siempre según su versión, le golpeó en el ojo derecho y cayó al suelo. A continuación, apareció su hermano, el otro imputado, y le propinó «una paliza espantosa». «Me clavó las gafas en el ojo y perdí la dentadura postiza», explicó en la vista oral. La magistrada Martina Rodríguez le llamó la atención para que se limitase a contestar las preguntas y dejó la causa vista para sentencia. Según el encausado, también le golpeó otro hombre, que le llamó pederasta. «No fue una pelea, fue una paliza», añadió. «Soy un hombre público, un artista famoso. Se me conoce en toda Ibiza y por todo el mundo», afirmó.

El médico forense que le atendió explicó que las lesiones que presentaba son compatibles con una agresión y que precisó 90 días de tratamiento. Como secuelas le quedaron el agravamiento de unas cataratas y un trastorno depresivo.

El parrillero respondió que estaba trabajando en la cocina y que no participó en la agresión. «A las cuatro me fui a casa, ni siquiera había terminado el partido. Es la primera vez que tengo un problema con la Justicia y aún no sé por qué», apuntó el acusado. Respecto al denunciante, recordó que tuvo vetada la entrada porque tenía problemas con la bebida y faltaba al respeto a los empleados, sobre todo a las mujeres. «No estaba ese día, me encontraba trabajando en otro local», explicó su hermano, que se desvinculó totalmente de lo sucedido.

«Ningún testigo vio la agresión y la declaración del denunciante de hoy no coincide con la que efectuó ante la Policía ni en el juzgado de instrucción», explicó la representante de la Fiscalía, para justificar su solicitud de absolución.

«Es un señor muy especial que acostumbra a provocar incidentes y estaba enfrentado con los denunciados. Quería una indemnización», añadió la abogada defensora.

La letrada que representa al denunciante mantuvo la acusación, sustentada principalmente en que otorga credibilidad al testimonio de su cliente.