Verísimo coge de las agallas el rodaballo que acaba de comprar en el Mercat Nou. «Es espectacular», comenta Su, pescadera, que acaba de limpiarlo. Verísimo, gallego, explica que en su casa, en Nochebuena, se come pescado, aunque tampoco le hace ascos a los gallos «de corral» o el cabrito. Su mujer, Carmen, también gallega, está en el puesto de enfrente, comprando el acompañamiento del rodaballo que su marido coge con tanta soltura. En el carrito lleva, entre otras cosas, zamburiñas. «El rodaballo está bueno como sea. Al horno, a la plancha, con salsa, a la gallega€», comenta Verísimo. El matrimonio, que vive en Formentera, ha cogido la barca a primera hora rumbo a Ibiza, exclusivamente para hacer la compra de Nochebuena. «Es que en Formentera hay mucha menos cosa», justifica el gallego devolviéndole el pescado a Su, que lo envuelve con mimo mientras el cliente alarga el dinero para pagar. «No es barato (35 euros el kilo), pero es que es bueno, salvaje», opina Verísimo, que señala que los precios de Navidad «tampoco» se diferencian tanto de los del verano, cuando sirven a los yates.

El de Verísimo es el primer gran pescado que Su y Lu venden la mañana del 23, extrañamente tranquila en el mercado. «Parece que la gente aún no se ha animado. Está saliendo mucho más el marisco», comentan las placeras, muy navideñas, con una diadema con un árbol de Navidad y unas gafas de purpurina verde con bolitas de colores. Ambas aseguran que este año tienen el pescado «más barato» que la Navidad pasada y que la única diferencia de estas fechas con el resto del año es que en el mostrador «no hay nada de piscina», además de algún exotismo de estas fechas, como los percebes (50 euros el kilo). «Es que son marroquíes, los gallegos se están vendiendo a 120», justifica.

A sólo unos metros, en la calle de atrás, la pequeña Elba pone cara de susto cada vez que ve moverse los centollos, bogavantes y langostas que María Marí vende en su puesto, Pescados Oliver. La pescadera se toma con humor el escaso movimiento del mercado a pesar de estar en las fechas consumistas por antonomasia. «Está flojito», reconoce María, que mira el puesto de al lado, cerrado, con cierta envidia. «Podría hacer lo mismo, pero tengo mis clientes y no me gusta dejarlos en estas fechas», comenta mientras se va acumulando gente frente al puesto. María explica que ha mantenido los precios a pesar de que los proveedores, al ser Navidad, han subido un poco. «Si los subimos, la gente no compraría», afirma la pescadera, que este año tiene angulas, a 59 euros los cien gramos, que la gente de la isla, aunque no muy acostumbrada, va comprando. «Este año han bajado muchísimo, casi la mitad, el año pasado estaban a cien euros los cien gramos», comenta. Su marido despacha tres kilos de mejillones, su hijo se afana cortando pescado y ella se pone otra vez detrás del mostrador. «Nosotros cenaremos como cada año, de lo que nos quede cuando cerremos», apunta mientras Elba sigue asustándose con el marisco vivo.

Sin rollos de ternera

En otro de los puestos, Catalina pide que le pesen todos los rapes. Busca uno de dos kilos para hacerlo al horno «con sus patatitas, su verdura, su aceite...». Se relame al pensarlo. Todas las piezas le parecen demasiado grandes -«yo creo que lo hacen a propósito, para que acabes pagando más»- y tiene que conformarse con uno de dos kilos y medio. «Espero que vengan con hambre», se resigna.

En la carnicería José, a sólo unos metros del Mercat Nou, ya no quedan rollos de ternera. Y eso que han preparado unos cien, explica Lina Yepes. Ayer por la mañana sólo le quedaban pollo y cerdo rellenos (carne picada, jamon york, serrano, queso, orejones, pasas y ciruelas). «Este año no hay nada que destaque, la gente pide por igual cerdo, cabrito, pavo y rollos», comenta. En el mostrador de enfrente su marido y dos empleadas despachan carnes mientras ella y su hija Gisela preparan bandejitas de dátiles con bacon. Lina destaca que este año hay menos encargos que en otras ocasiones y cree que esto parece ir a la par con la «falta de ambiente navideño» que se respira en la isla. «Otros años la gente era más previsora, pero al ver que a última hora siempre se lo acabas solucionando, quizás muchos han dejado las compras para el día 24», comenta la carnicera, en cuya casa se comerá carne rellena. «Estamos aquí hasta las siete de la tarde, así que la prepará Gisela», indica mirando a su hija. «Nos da la receta, pero siempre le liamos alguna», señala la joven con una sonrisa pícara. «Mientras no tenga que cocinar yo, me da igual que innoven un poco», responde.

Mari y Conchi, de Carnes Ferrá, llevan unos días «de no parar» también con las carnes rellenas. «No damos abasto», resoplan. Ambas tienen claro el secreto de estos bestsellers navideños: «Es fácil, está muy bueno y, además, lo puedes preparar el día antes y en Nochebuena sólo hay que calentar y cortar». Eso por no hablar de lo bien que viene aprovechar lo que queda para la comida del día 25. En el extremo contrario estaría el pavo, que parece que en la isla no tiene mucho tirón, explican. «El cordero y la porcella se venden siempre», afirma Mari, que explica que los entrecots y solomillos tendrán que esperar a su momento estrella: el día 31. Aunque ellas no paran, reconocen que el ambiente del mercado, con muchos puestos cerrados, no estimula las compras. «La gente este año está mirando mucho más los precios, y eso que no han subido», indican.

Inés, compradora habitual del Mercat Nou, critica que no todos los vendedores tienen puesto el precio a los productos. «Es obligatorio, pero muchos no lo hacen. Tanta campaña para promocionar el Mercat y no hacen lo que deberían», protesta Inés, que se topa con varios puestos cerrados y con el bar en el que suele desayunar también de vacaciones.

Cerezas a precio de chuletón

Fruteros y verduleros también tienen sus productos especiales para estas fechas. Mónica, de Frutas Maria Cardona, señala que las cerezas, incompatibles con el frío del invierno, son uno de ellos. Vienen de Argentina y cuestan 14,50 euros el kilo, casi a precio de chuletón (16,95). «También hay piña baby y frutos rojos, no son de esta época, pero en Navidad a la gente le gusta mucho», comenta la vendedora, que asegura que ya se han acabado los años en los que había que espabilarse para comprar la hierbabuena para los mojitos porque se agotaba. «Ahora la gente la pide todo el año, así que estamos bien surtidos», afirma. Pasan de las diez de la mañana y el mercado parece que va animándose. El parking está ´completo´, las calles de los alrededores están saturadas de coches buscando un aparcamiento y en los comercios comienzan, por fin, a formarse colas.

En el Forn Bufí a media mañana llevan despachados ya cerca de cien litros de salsa de Nadal y varias decenas de bescuits. María Pilar, en uno de los pocos momentos tranquilos de la mañana, explica que la idea de vender este postre tan tradicional surgió hace ahora unos seis años y, desde entonces, cada año tiene más éxito. Aunque se guarda la receta, señala que es la misma que preparan en casa, para ellos. «La gente nos dice que este año ha salido muy buena», comenta, orgullosa, mientras los botes que quedan (a 15 euros el litro) van desapareciendo del mostrador. A sus espaldas aún quedan varias cajas que, toda seguridad, se acabarán antes de que sea la hora de cerrar.

Carmen asegura que la compra desde hace unos años. «En casa no a todos les gusta la salsa y me da pereza prepararla. Ésta está muy rica», apunta la clienta, que lamenta la cantidad de puestos cerrados que hay en el Mercat Nou. «Muchos parece que desprecian a los clientes de aquí, los que les hemos comprado toda la vida. Ahora sólo les interesa servir a los ricos del verano», reflexiona pidiendo la vez en Carnes Cárdenas, donde tiene para rato, ya que hay once personas delante suya.