Cargado de regalos y piruletas visitó ayer Papá Noel a los niños de Educación Infantil del colegio Can Cantó de Vila, antes de que se fueran de vacaciones. Emocionados, muy nerviosos y algunos con timidez, se fueron acercando hasta él, cogieron de sus manos el caramelo, le dieron un beso y le explicaron lo que le habían pedido en sus cartas, por si no le había quedado claro o se había olvidado de algo.

Los niños de tres años fueron los primeros en verle. Ansiosos aguardaban sentados en un aula su llegada, mientras sus padres, con sus cámaras y teléfonos móviles, estaban listos para inmortalizar el momento. «¿Cómo estáis?», preguntó Papá Noel nada más aparecer por la puerta. «¡Bien!», le gritaron los niños, que aseguraron que se habían portado muy bien este año.

Ainhoa fue la primera en levantarse, acercarse hasta él, coger su piruleta y posar para las fotos. Y así, uno a uno, todos sus compañeros. Marco se plantó de un salto y cogió su caramelo tan rápido que tuvieron que decirle que volviese para la foto, mientras que a Hernán le fueron empujando sus amigos, pues se hacía el remolón.

Una vez que todos le habían saludado, Papá Noel entregó a la clase el regalo que traía para ellos y que habían pedido en su carta. «¿Quién lo quiere abrir?», preguntó, y todos los niños levantaron la mano y comenzaron a gritar: «¡Yo, yo, yo!». Los pequeños le rodearon y juntos descubrieron lo que tenía para ellos, un patinete. «¡Lo que queríamos!», exclamó la maestra mientras todos le dieron un aplauso a Papá Noel y se hicieron una foto de grupo.

A continuación salieron del aula para dejar paso a sus compañeros de cuatro años. Pero antes, mientras Papá Noel les esperaba, Marcos entró a hablar con él. Algo le rondaba la cabeza, y qué mejor oportunidad que esta. El pequeño se subió a sus rodillas y le dijo: «¿Dónde has aparcado el trineo?». Él le explicó que lo había dejado en el tejado del colegio, pero el pequeño ya lo había estado buscando con su madre y no lo había visto. «Lo que pasa es que le he puesto polvos mágicos para que no lo veas», le dijo. Y Marcos, ya más tranquilo, volvió al patio con su madre, donde los alumnos de sexto habían preparado un almuerzo para recaudar dinero para el viaje de estudios.

Los niños de cuatro años entraron en el aula exclamando «¡Buenos días Papá Noel!». Sentados en el suelo, frente a él, los pequeños comentaron que venía del Polo Norte y, como hicieron sus compañeros de tres años, se acercaron a él a saludarle y a recoger una piruleta. Además, le comentaron los regalos que habían pedido, siendo el patinete la estrella de este año. «Voy a tener que hacer muchos patinetes», resaltó Papá Noel sorprendido por el éxito de estos vehículos. De todas maneras, los hubo más originales, como Fran, que quería «una batería» para tocar música; Hugo, que había pedido una nave de Lego de Star Wars, y Marc, que deseaba un dragón negro que lanza llamas.

Villancicos en Sa Bodega

Y mientras Papá Noel seguía atendiendo peticiones en Can Cantó, el colegio Sa Bodega celebró un festival de villancicos como acto central de su fiesta de Navidad.

En el patio del flamante centro escolar, los estudiantes permanecieron sentados esperando su turno sobre el escenario. ´Allà dalt de la muntanya´, ´Les 12 van tocar´ o ´El trineu´ fueron algunas de las canciones que cantaron los alumnos, que incluso se atrevieron con el inglés. «Como nosotros somos tan internacionales, cantaremos una en inglés, llamada ´Santa Claus is coming to town´», explicó al auditorio el presentador de la actuación de los chavales de sexto.

La sorpresa la dieron los profesores, que también subieron al escenario. «Para demostrar que estamos muy contentos, porque tenemos escuela nueva, hemos decidido cantar y todo», aseguró uno de los docentes, antes de entonar todos ´És un desig´.