Es imposible leer ´Voy´, de Gabi Martínez, sin pensar en ´El verano´ de Coetzee o ´El corazón de las tinieblas´ de Conrad. El autor confiesa que también tenía en mente las ´Hojas de hierba´ de Walt Whitman al presentarse con el diminutivo en este libro, que presentó recientemente en la librería Hipérbole, el poeta y traductor Enrique Juncosa. Martínez, periodista y escritor, lamenta el «arrinconamiento» que sufre en España la literatura de viajes. «Sorprende cuando se observa que la obra capital de nuestra literatura es ´El Quijote´, un libro literalmente de viajes», comenta antes de señalar que a ese género también podría añadirse el ´Cantar de mío Cid´.

-En ´Voy´ es usted el escritor, pero también el protagonista.

-Hay buena parte de mi biografía, pero no deja de ser una ficción, la cuestión es que sea verosímil. Es el objetivo de cualquier texto literario, al margen de que sea verdad o no.

-El protagonista se pregunta ´¿Qué estoy haciendo aquí?´. ¿Se lo ha preguntado muchas veces en sus viajes?

-Si no en cada viaje, casi. La primera vez que me lo pregunté fue en Marruecos, en el primer viaje del que salió un libro. Estaba en Tánger, en la terraza de los perezosos, mirando al puerto, viendo los barcos de Transmediterránea, pensando si devolvía el adelanto que me había dado la editorial y volvía a Barcelona porque la realidad que encontraba me estaba superando. Ése fue el primer ´¿qué hago yo aquí?´, en letras de neón, a lo grande. Después, en casi todos los viajes hay algún momento en el que te preguntas si realmente vale la pena lo que estás haciendo.

-¿Con el tiempo la respuesta cambia?

-Tienes más clara la respuesta: viajar siempre vale la pena. Lo que varía es la duda. Al principio es muy grande porque no tienes muy claro si valen la pena el esfuerzo, el sufrimiento y el dolor. Con el tiempo sabes que al regresar eres lo bastante diferente y has aprendido lo suficiente como para que todo eso compense.

-¿Le podemos llamar viaje a lo que hace ahora la gente?

-El viaje ahora está muy acotado en los límites de lo civilizado, la gente no suele salir de su marco habitual de socialización. Defiendo el viaje en solitario porque te hace pensar y enfrentarte a situaciones de una manera más pura, viajar en grupo es un hándicap para conocer a fondo el lugar que recorres. El viaje total no tiene fecha de regreso, para mí ese tipo de viaje es complicado porque dentro de lo que cabe mantengo una vida en Barcelona y la tengo que cuidar.

-¿Cuando viaja no existe esa vida?

-El viaje total es la desconexión casi absoluta, pero tú haces ese viaje y eres lo que eres por toda la gente que dejas en el puerto de partida. Olvidarte de eso es imposible, va contigo, en la mochila. Con el tiempo he aprendido a no preocuparme por lo que dejo atrás, todo el mundo sale adelante y sabe que voy a volver. Tengo un puerto claro. Dejar esos ruidos y dudas me ayuda a viajar más cómodo, no dejarme perturbar por la llamada de la ciudad original.

-¿No ha sentido pudor de exponerse como personaje?

-El resto de la gente nos ve como personajes, cada uno tiene su versión de ti, ¿por qué no te vas a tratar como una ficción si lo que está viendo todo el mundo de ti lo es? Luego ya entra en juego cómo te tratas, cuántos latigazos te puedes dar. Escribo este libro después de una etapa muy fecunda y feliz en lo literario, pero dura en lo vital, y sobre todo después del libro ´Sólo para gigantes´, que cambia mi vida. El sistema de prioridades vitales que tenía se reubica: lo relativo pasa a ser relativo de verdad y lo importante pasa a ser primordial. A ´Voy´ llego relajado, a gusto con el género, y me da la gana explicar lo que he vivido.

-¿No le cuesta escribir sobre sí mismo?

-Cuando te ves en perspectiva juzgarte es más sencillo. Al empezar a escribir descubro que el halago es más violento que el azote. Me resulta más sencillo mostrarme humano en el sentido de lo más sucio o triste, pero sin olvidar alguna excelencia, que también las tenemos. A la parte del latigazo me ayudó mucho ´El verano´ de Coetzee.

-¿No ha tenido la tentación de embellecerse, como todo el mundo en los perfiles de Facebook?

-En Facebook también ves mucha melancolía filtrada.

-¿Pero es melancolía o pose?

-En Facebook todo es un poco pose. Si quieres contar algo no usas Facebook. Un ejemplo claro de la narrativa actual lo dan las series de televisión. Si quieres transmitir una historia con fuerza y ánimo de perdurabilidad necesitas penetrar en los perfiles, dedicarle tiempo, por eso las series se están comiendo a las películas, por eso Walter White y Jesse Pinkman, de ´Breaking Bad´, son un par de monstruos en los que la gente se ve reflejada. Pero en ese sentido Facebook y Twitter son chispazos que te pueden parecer simpáticos o arrastrar a cinco segundos de pensamiento, pero no te van a llevar mucho más allá.

-Dice que le cuesta menos el latigazo que el halago. ¿Los periodistas encajamos mejor las críticas que las alabanzas?

-Sí, no sé si es el país o la condición humana, pero siempre estamos más preparados para defendernos. Recibir un halago es sencillo.

-¿Sí?

-Sí, sonríes y tiendes a pensar que quizás lo que te están diciendo sea cierto. Un periodista lo tiene fácil para encajar cualquier adjetivo peyorativo. El periodismo ahora mismo tiene mucho de supervivencia, y eso implica servilismo, hay gente que está haciendo cosas a las que en circunstancias más acomodadas no estaría dispuesta. Ser periodista ahora es especialmente duro.

-¿No cree que se haga buen periodismo en España?

-No, y lo veo en cosas que no me habían pasado nunca. Si adoptas una mirada neutra es difícil publicar en un medio de comunicación de mucha tirada porque los grandes medios están decantados ideológicamente. El periodismo tiene poca credibilidad ahora. Es la primera vez que me encuentro con que si en un reportaje das voz a las dos partes no llega a publicarse.

-¿Y buena literatura?

-Creo que el boom de la novela negra es muy significativo. Triunfó en el macarthismo, en regímenes complicados en Rusia o Cuba y ahora aquí. Puedes pensar que a la gente le ha dado por ahí, pero igual es que detrás de eso hay algo. Me interesa lo que hace Carlos Zanón, por ejemplo, pero faltan novelas totales. Cuesta encontrar un Jonathan Franzen, que es una bestia parda.

-¿Dónde queda el género de viajes?

-Está arrinconado. El de viajes es el género de ´Moby Dick´, de ´La isla del tesoro´, de Stendhal o de Conrad y su ´El corazón de las tinieblas´. Mucha de la mejor literatura se ha escrito desde el viaje. Y el periodismo literario... Aquí nos llenamos la boca con Tom Wolfe, pero cuesta mucho que alguien lo apoye. Igual que el periodismo de investigación. Te hablan de él y no sé a qué se refieren. ¿A alguien que es amigo de un político o un empresario y le pasa un dossier? Eso no es periodismo de investigación.

-Es una filtración.

-Exacto, no es lo que te enseñan que debe ser la profesión. Creo que igual que en lo social se está llegando a límites importantes y la gente va a reaccionar, en la literatura puede pasar algo parecido. Creo que se avecina una respuesta a un esteticismo literario, una literatura con un punto social más importante. Me preocupa, por ejemplo, que Podemos aparezca de repente con un portal literario.

-¿Perdón?

-Sí, para alinear la literatura de Podemos. Estas cosas lo que demuestran es que nunca estamos hablando de literatura. Si un político mira hacia la literatura, lo hace por el rédito que puede sacar de ella. Estamos rodeados de mercaderes que te dicen que no lo son. Me molesta. Hay cosas del ideario de Podemos que me interesan, pero cuando intentan apropiarse de un terreno que no es el suyo, me toca las narices.

-Quizás es que la literatura está en todo.

-Está en todo. Todo nuestro imaginario se forma a base de las historias que van creando los escritores, pero esos escritores necesitan vivir y al final tienes que actuar por supervivencia. La bohemia antes era atractiva, ahora las dificultades son miserables y los escritores han perdido el glamour. La literatura puede estar en todo, pero los escritores son unos desgraciados. La literatura está en todo, pero si haces cine, mejor. Por eso gente que en otro momento estaría escribiendo libros ahora está haciendo guiones de cine.

-¿Cuánto de periodismo hay en los libros de viaje?

-El libro de viajes es como el gran angular del periodismo. No sólo hace protagonistas de las personas, también del espacio. Es darle al periodismo la mayor grandeza posible, explicar sociedades, lugares, civilizaciones... El libro de viajes y la no ficción son un territorio a explorar. Bruce Chatwin te muestra que es posible hablar de lugares de una forma que no es ´parto de un lugar y llego a un destino cubriendo un recorrido´. Es capaz de descomponer el lugar y llevarlo a la abstracción.

-¿Cuándo hay que leer un libro de viajes? ¿Antes o después de visitar ese sitio?

-Está bien tener unas cuantas referencias antes de ir, tener una intuición de lo que está pasando, contextualizar, pero al volver puedes leer otros libros para completar lo que viste, entender aquello a lo que no acababas de encontrar sentido. Lo que hay que hacer es leer, antes o después, da igual.

-Sin acabar con la sorpresa, ¿no?

-Si tienes un espíritu abierto los lugares siempre te sorprenden, te llevan donde no esperas. Si crees que tienes el viaje controlado al 80 por cien, cuando estás en él resulta que lo tenías controlado sólo al 15 por cien. Siempre pasan cosas. Uno de los momentos más iluminadores en este sentido me ocurrió en un viaje que recorría toda la costa de China, desde Corea del Norte a Vietnam. Me encontré que un libro que se iba a titular ´La costa china´ se acabó titulando ´Los mares de Wang´.

-¿Y ese cambio?

-Mi compañero de viaje, mi traductor, se convirtió en el símbolo del chino de interior que no comprendía lo que era la costa. Él era Wang. El viaje te lo da todo. Por mucho que hayas leído no tienes más que nociones de lo que vas a encontrar. Todo es más grande, más auténtico. Lo que tienes en la cabeza no son más que mitos. En ´Voy´ intento tumbar esa idea de lo que es un viaje y el mito del escritor viajero. Algo que han sabido amortizar muy bien algunos autores. Se tiene al escritor viajero como un ser de ultramundo, singular, especialísimo. Antes sí porque los que viajaban estaban forrados. La conclusión de este libro es que si lo he hecho yo lo puede hacer cualquiera siempre que tenga el deseo, la voluntad y el tesón para resistir. Eso viene de la pasión.

-El Gabi del libro desaparece en Nueva Zelanda en busca de un pájaro extinguido. ¿Hace falta una excusa para un gran viaje en el que perderse?

-Lo que te mueve es la curiosidad, las ganas de vivir. Si tienes eso cualquier excusa puede ser buena para emprender un viaje y descubrir cosas. Esa frase tan manida que dice que ya se ha viajado a todas partes es una falsedad de titánicas proporciones. [Saluda a un amigo] Es Jordi, un arqueólogo con el que estoy preparando una serie para ir a buscar animales invisibles.

-Deduzco que ya ha encontrado su nueva excusa para viajar.

-Sí, lo de los animales es una excusa para, en realidad, explicar el mundo [vuelve para atrás para explicarle a su amigo que está hablando de los animales invisibles]. La idea de este proyecto surge de la historia de Jordi Magraner, que conté en ´Sólo para gigantes´, que se va a buscar al yeti al Hindu Kush. Un tipo con un sueño que parece muy absurdo, en el que cree muy poca gente, y te encuentras con un personaje grandioso, con una historia que te explica muchas cosas de lo que es el ser humano. Da igual si es el yeti o el moa, lo que importa es tener algo que te anime a moverte, a conocer, y a partir de ahí, como diría un castizo ´Ancha es Castilla´.