­«La posidonia está en peligro y en los últimos años, en algunas zonas, hemos perdido el 40 por ciento de su densidad». Esta fue una de las frases que el biólogo marino Manu San Félix pronunció durante la conferencia que ofreció en el antiguo refectorio del Convento de los Dominicos de Dalt Vila (antiguo Ayuntamiento) con motivo de los actos conmemorativos del 15 aniversario de la declaración de Ibiza Patrimonio de la Humanidad.

De esta forma, San Félix quiso poner en evidencia que esta planta marina que garantiza la calidad de la arena de las playas y la transparencia de las aguas de baño, no recibe el cuidado y tratamiento que se merece «porque no se ve, está bajo el agua», insistió.

Esa invisibilidad se ha convertido en su peor aliado, teniendo en cuenta que gracias a la posidonia Ibiza y Formentera pueden presumir de las mejores playas y aguas de baño del Mediterráneo occidental y de España, lo que a la postre es el principal reclamo de la actividad turística en la que se basa la economía insular.

«¿Qué pasaría si viéramos que el 40 por ciento de la muralla de Ibiza se agrieta y se cae?», se preguntó. «Seguramente sería un escándalo y actuaríamos de inmediato», contestó él mismo. La comparación, salvando las distancias, es válida teniendo en cuenta que ambos bienes, uno patrimonial y otro natural, comparten la misma declaración de Patrimonio Mundial pero, ni de lejos, reciben el mismo tratamiento y cuidado.

Hace 15 años Manu San Félix redactó y justificó científicamente que la posidonia se contemplara dentro de este reconocimiento internacional y, gracias a la incorporación de este bien natural, la Unesco reconoció la singularidad del proyecto defendido entonces por el Ayuntamiento de Ibiza.

El biólogo insistió en que aunque se haya avanzado en la concienciación ciudadana hacia la importancia de esta planta marina, escasean «acciones concretas para recuperar lo perdido». Más aún teniendo en cuenta que el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) atestigua que se trata del ser vivo más longevo del planeta.

El problema radica en que la destrucción que sufren la pradera y los arrecifes naturales de posidonia en Ibiza y Formentera es de muy difícil recuperación. El crecimiento natural de esta planta es muy lento y recuperar pocos centímetros representa para su biología un trabajo de siglos. Los cálculos estimados apuntan a que un centímetro de posidonia destruida puede tardar 100 años en recuperarse.

Manu San Félix resumió durante su intervención que las principales amenazas que sufre la planta tienen que ver con los vertidos de aguas residuales mal depuradas, que van debilitando las defensas naturales de la propia planta, con ejemplos ampliamente documentados, lo que ilustró con el dicho de que «a perro flaco todo son pulgas».

La segunda agresión la sufre por los fondeos de embarcaciones que lanzan sus anclas al fondo del mar sin reparar en que hay pradera debajo, produciendo con esta acción inconsciente daños irreparables.

La tercera amenaza tiene que ver con las obras de infraestructuras portuarias que se realizan en tierra.

En este caso recordó que entre 80 y 100 hectáreas de la pradera de posidonia que vivía en la entrada al puerto de Ibiza han sido destruidas con la construcción del muelle de Botafoc.

Manu San Félix realizó una exposición clara y contundente sobre el actual estado de la posidonia en aguas de las Pitiusas. Y la documentó con un vídeo realizado por él mismo en el que, lejos de mostrar las agresiones que viene denunciando desde hace una década, mostró la vida, la riqueza, la biodiversidad que genera cada día al ser el principal pulmón que desde hace siglos oxigena y mantiene las aguas insulares.