­Las consultas del servicio de Farmacia del hospital Can Misses atienden en estos momentos a 1.200 pacientes, según explicó ayer su responsable, Laura Anoz, en el edificio B del nuevo hospital, donde el lunes comenzarán a atender a los usuarios. El servicio estrena un dispensador automatizado en el que el personal de farmacia ya ha colocado todos los medicamentos y que, según Anoz, aumentará la rapidez y reducirá los posibles errores a la hora de entregar a un paciente su medicación.

El servicio se encarga de entregar los fármacos a pacientes extrahospitalarios, es decir, que no están ingresados en el hospital, pero que necesitan medicación que no pueden adquirir en las farmacias y que entrega directamente el hospital. Entre estos se cuentan los enfermos de VIH, espondilitis anquilosante, enfermedad de crohn, fibrosis quística, esclerosis múltiple, hepatitis B y C así como los que se someten a determinados tratamientos de fertilidad. «Son medicamentos de diagnóstico hospitalario», insiste.

El dispensador cuenta en su interior con 255 «referencias», es decir, fármacos, según explica la coordinadora, que destaca el crecimiento que ha experimentado el servicio. En 2003 atendía a 621 pacientes (la mitad que en la actualidad) y únicamente dispensaba 44 productos. La máquina también permite ahorrar espacio, ya que los productos no deben estar colocados y separados en función de su tipología para que sea fácil localizarlos, como ahora, y controlar diariamente el stock de cada medicamento. «Están establecidos unos mínimos y un máximo. Por la mañana, se revisa todo y, si de algún fármaco está bajo mínimos, te avisa», explica.

Laura Anoz explica que una de las ventajas del dispensador es que el tiempo que ganan podrán dedicarlo a los pacientes, a explicarles con calma cómo deben tomarse la medicación. «Especialmente a los más mayores y cuando hay un cambio de tratamiento o comienzan uno nuevo», apunta en la consulta, donde cuentan, además, con dos neveras para los productos que deben conservarse en frío.

Además, en ocasiones deben hacer un seguimiento de los tratamientos, comprobar que los enfermos no tienen ningún problema. «Los pacientes con VIH lo ponen sencillo, es una población joven, muy enterada que demanda mucha información, a veces sobre fármacos nuevos. En el caso de las personas mayores normalmente tienes que explicárselo todo varias veces para asegurarte de que lo han entendido bien», añade.

El servicio de farmacia, que atiende a unos 200 pacientes cada semana, es responsable de dispensar a determinados pacientes medicamentos que no se pueden conseguir en España porque no se comercializan, de manera que hay que solicitarlos e importarlos. «Con la crisis cada vez son más», explica la farmacéutica. También se encarga de entregar las medicinas de ensayos clínicos, es decir, de aquellas que aún no están en el mercado porque se están haciendo las últimas pruebas. «En estos momentos hay una paciente con un tratamiento de este tipo para un melanoma», detalla Anoz, que explica que en el nuevo hospital pondrán en marcha una consulta de dispensación rápida, que permitirá a los pacientes no tener que esperar más de cinco minutos.