Estoy contento, literaria y amistosamente hablando, con el fallo del jurado del Premi Baladre, que organiza el Institut d´Estudis Eivissencs, pues han ido a parar a ´Joan des Pou´ por ´El Vencill del Carnisser´, un libro que reúne cuatro relatos nostálgicos sobre el Sant Antoni de antes del turismo; más un accésit para el poema ´Fill´ de Mario Riera, querido y viejo amigo desde hace décadas. También lo soy de Joan, pero menos y desde menos tiempo. Ambos escriben bien y es un placer leerlos. Una buena noticia, pues, para el mundo literario de Ibiza, por el doble acierto; lo que no siempre es fácil para un jurado, pues no suelen abundar los buenos trabajos y (como recuerdo de mis años de periodista cultural) en alguna ocasión el Premi Baladre ha llegado a quedar desierto por falta de material que lo mereciera. Por proximidad amistosa, siento una mayor alegría cómplice con el poema de Mario. Le conozco desde los años ochenta, cuando era un tímido adolescente que venía por Radio Diario con su amigo Juan Antonio Roig (poeta tardío ya con algún premio también en su haber) para ver cómo hacía uno un programa nocturno de música y poesía. Riera tiene ya varios libros en su haber, tanto en catalán como en castellano, lengua en la que fue educado.

El mundillo cultural general y el cinéfilo en particular ha mostrado en la prensa local su duelo por la lamentable desaparición del cine Serra. Un palo más a los que ya lleva en la isla el séptimo arte, que sólo resiste en Vila gracias a los Multicines Ibiza. Toquemos madera. La triste noticia ha puesto de manifiesto algo que los que frecuentábamos la vieja sala de Vara de Rey sabíamos desde hace tiempo: la creciente falta de asistencia del aficionado a la gran pantalla, que es donde se aprecia de verdad el cine en su doble sentido: el artístico y el sociológico. Una realidad que, aunque duela, no nos queda más remedio, ay, que aceptar. Los números, como el algodón, no engañan; y estos tiempos nuevos de la isla van por otros derroteros en cuanto a ocio y diversión del personal. A los aficionados sólo nos queda, pues, el derecho al pataleo o escribir alguna elegía de circunstancia; lamentando, eso sí y desde luego, que las instituciones no intenten, al menos, preservar o proteger algo más y mejor nuestro sufrido patrimonio cultural, cada vez más amenazado.

Hasta el próximo 4 de diciembre la sala de cultura Sa Nostra de la calle Aragón de Vila presenta la exposición de fotografías ´Palabra Mar´ de Lourdes Romaguera, alicantina ella pero residente en Ibiza desde 1981. Una creadora plural que ha frecuentado la escultura, la pintura, la fotografía y la instalación. Precisamente, el trabajo que ahora muestra es consecuencia de la instalación sonora ´Com a pluja a la mar´, que realizó en 2003 en el recinto ferial para la efímera ´Art Ibiza´, una iniciativa cultural interesante más de las tantas que ha ido perdiendo la isla en los últimos años. El crítico de arte (y tantas cosas más) Carles Fabregat escribe en el prólogo del catálogo editado para la ocasión por el Consell y Sa Nostra que de este trabajo de Romaguera destacaría «la seva llum, la seva fràgil transparència. Aquesta llum que sembla ressaltar aquell instant en que una fulla de posidònia aleteja sobre un resplendor essencial o tal vegada les siluetes difuses del món a través de una tempesta d´arena».

Si hay en España un poeta resistente contra todos los malos vientos y todas las malas mareas que nos puedan caer encima, sin duda tendríamos que decir el nombre del jerezano José Manuel Caballero Bonald, un autor meritorio también en prosa, con una amplia y destacada producción. El feliz pretexto de traerlo a este rincón dominical de jubilado ilustrado es que acaba de ver la luz un nuevo libro de poesía suyo, ´Anatomía poética´ (editorial Autor-Editor), con ilustraciones significativas del pintor José Luis Fajardo. Un hermoso trabajo de un escritor estupendo que a sus 88 años (cumplidos el pasado día 11) no tiene intención de tirar la toalla lírica, sino que la defiende y la usa con un sentido más urgente y comprometido, distanciándose algo de su preciosismo barroco habitual (aunque atento siempre a la belleza del lenguaje) para contar cosas que le preocupan sobre el delicado momento histórico que vivimos. Una actitud de compromiso indignado que inició en 2005 con su oportuno y luminoso libro ´Manual de infractores´, bello poemario que merece desde hoy una relectura.