Ricardo Urgell es sin ninguna duda un empresario de éxito, un visionario de la industria del ocio nocturno en España que hace unos días inauguraba la última franquicia de la marca: un lujoso Pachá en Dubai. Sin embargo, este hombre al que no se le conoce una corbata y prefiere mil veces unas chanclas a unos zapatos Oxford, pagaría por volver a 1973 cuando abrió su discoteca en Ibiza. Presume de usar un teléfono ´vintage' que tiene la friolera de seis o siete años, aunque le obliguen a llevar un smartphone que no usa «nunca», y acaricia con cariño su agenda de papel al tiempo que alza y agita con cierto odio su iPad mini, como un árbrito que levantase una tarjeta roja en un partido. «No sabes la manía que le tengo a este aparatito», confiesa al otro lado de su mesa en su despacho en las oficinas de Pachá, atiborrado de recuerdos y fotografías personales pero también de planos de nuevos proyectos por todo el mundo.

Parece no llevarse del todo bien con su éxito. O al menos el Rey Midas del ocio sabe que no es oro todo lo que reluce: «Cuando yo empecé solo necesitaba una agenda y era perfecto. No había ni teléfono. Por no haber no había ni agua corriente, la traíamos con camiones. Lo cambiaba todo ahora mismo por aquello», dice, rotundo.

Y es que su criatura ya no es Pachá Ibiza sino un emporio multinacional de empresas que cuenta con más de una veintena de franquicias de éxito por todo el mundo, además de tiendas de merchandising, una línea de ropa y complementos propia, perfumes, discográfica, hoteles...

En Ibiza tiene un trío de ases: Pachá, Lío y Destino pero va a sumar más cartas a esa mano ganadora: «Hay varios proyectos para la isla pero ninguno completamente determinado. La cosa está entre eso que ahora llaman beach club, otro hotel Pachá o un bar en el puerto para revivirlo, porque la esencia de Ibiza está en la ciudad vieja: en la calle Ciprià Garijo, en la calle de la Virgen, en la calle Mayor, eso es lo que yo viví de Ibiza», remarca. No especifica por cuál de los proyectos se decantará: «En la olla de la empresa tiene que haber siempre un buen cocido, luego ya eliges si le sacas la morcilla o el chorizo».

La Cámara de Comercio de Ibiza ha premiado al grupo de empresas Pachá y a su fundador «por su capacidad de expandir y diversificar su negocio y lograr la internacionalización de la marca, presente en varios países del mundo». Bisnieto del paisajista Modest Urgell, nieto del impresionista Ricardo Urgell e hijo de un ingeniero y director de una fábrica de motos, Urgell presume de llevar la creatividad y el espíritu empresarial en las venas. «Lo más importante en la historia de la humanidad son los creativos, los que crean e inventan. Me considero bastante inventor y creo, firmemente, que no existe empresa que prospere si no hay creatividad, ingenio, ilusión y trabajo», explica cuando se le pregunta por cuál es el secreto de su éxito.

Lo que no todo el mundo sabe es que cuando Urgell creó Pachá ya había abierto antes siete discotecas en la costa Mediterránea y que su primera empresa fue una escuela de esquí acuático en Sitges, donde veraneaba desde niño. En 1965 abrió el Tito´s y ahí comenzó todo. «Me gusta más hacer discotecas que explotarlas», dice, y recuerda que en estos años han abierto ochenta pachás, aunque muchos de ellos están ya cerrados.

«Pachá Madrid [que cerró en 2013 después de 33 años de trayectoria] fue la que abrió el camino a las franquicias: los ´provincianos´ iban a Madrid a ver qué pasaba en la famosa discoteca y algunos empresarios pidieron la marca», relata Urgell. Echando mano de su corrosivo sentido del humor, el empresario barcelonés-ibicenco explica: «Normalmente, el que monta una discoteca es uno que no sabe qué hacer con su vida o uno que tiene un local y no sabe qué hacer con él, el carnicero que tiene mucho dinero y quiere conocer a gente, el que cree que teniendo una discoteca ligará mucho, el que tiene un hijo y no sabe qué hacer con él o el que tiene una novia y la quiere lucir. Todo esto fracasa, solo triunfa el que se lo toma en serio», dice convencido.

1.470 puestos de trabajo

El grupo empresarial Pachá genera en Ibiza 1.470 puestos de trabajo en temporada alta. Cuando abrió la discoteca en 1973 eran 16, un tocadiscos y un par de neveras. Terminaron el año con una ganancia de dos millones de pesetas (12.000 euros). En la temporada 2104 han desembolsado 15 millones de euros solo en pagar a los dj´s que llenan la pista central. Ante una cifra estratosférica como esa es inevitable preguntarle si no se ha endiosado en exceso a los pinchadiscos. No lo duda ni un momento: «Lo de los dj´s es lo de cría cuervos que te sacarán los ojos».

El fenómemo David Guetta nació en Pachá. «Es una bellísima persona, tenemos un trato con él inmejorable y es el más importante, pero es verdad que cuando empezó a trabajar con nosotros cobraba 500 euros por sesión y ahora cobra unos 160.000 euros por noche», asegura. Eso son 640.000 euros para el dj galo al mes solo en Pachá. Urgell no se corta al analizar esta cifra mareante: «Lo de los dj´s se ha convertido en una tomadura de pelo y en vez de entendernos entre nosotros [los empresarios de discotecas] para controlarlos, encima lo que hacemos es competir», lamenta y asegura que desembolsar tanto dinero por las estrellas de la pista «deja tocada a la empresa».

Y hablando de competencia, Urgell salpica la charla sobre sus recuerdos empresariales y personales con críticas airadas y sin paliativos a la gestión política, urbanística y turística de la isla. Así, aunque agradece el premio de la Cámara de Comercio, subraya que «el gran problema que tiene Ibiza es que en los 572 kilómetros cuadrados que tiene hay cinco municipios y en cada municipio se guisa el cordero diferente, cada uno hace lo que le da la gana, no hay orden ni concierto y tenemos competencias ilegales y desleales permitidas por los ayuntamientos», dice rotundo. «A Vicent Serra [presidente del Consell] le he dicho directamente ´¿y tú qué pintas si cada Ayuntamiento hace lo que le da la gana?´», dice visiblemente enfadado. «La permisividad en Sant Antoni y Sant Josep ha sido total, ahí se ha hecho siempre lo que ha dado la gana. Si tu negocio está en un municipio no tan permisivo como Ibiza ciudad o Santa Eulària, resulta que tienes una competencia desleal evidente», explica y continúa: «Sant Josep sin lugar a dudas es jauja, vale todo, aquello es una guarrería. Antes se hablaba de la vulgaridad de Sant Antoni ahora ya se habla de dos vulgaridades, la de Sant Antoni y la de Platja d´en Bossa y eso no es un mal para mí si no un mal para la isla porque aquello refleja y vende cutrerío», sentencia. «Protesto. Pero por mucho que proteste seguirá habiendo beach clubs que harán lo que les dé la gana o party boats, que son una porquería», asegura Urgell, que nunca se ha cortado para llamar a las cosas por su nombre.

Le irrita especialmente el maltrato a la ciudad de Ibiza, que se haya permitido un polígono dentro del municipio. «Cuando viene un amigo y le tengo que indicar el camino para ir al paseo marítimo, a Pachá o al puerto deportivo le tengo que decir que coja el desvío que pone ´Zona industrial´ [en el segundo cinturón de ronda]. ¡Zona industrial! El problema de los políticos no es que sean chorizos es que no tienen ni idea de nada», critica.

Últimamente se siente más foraster en Ibiza que cuando llegó y cree que se debe a que la isla es cada vez más apetecible «y el ibicenco dice ¡eh!, esto es mío y tú eres un murciano», dice con sorna.

¿Y qué tal andamos de autocrítica? «Como jefe soy demasiado bueno», dice entre risas. «Hay que ser más duro, muchísimo más. Nuestro país no es un país disciplinado y eso lo vi un día en las colas de gente entrando en Pachá: los ingleses estaban todos en fila india con el dinero en la boca y los españoles todos amontonados unos encima de otros y pensando en cómo no pagar», relata divertido.

Muchas personas han hecho o hacen que la maquinaria de Pachá funcione: Piti Urgell, Pepe Gamba, Francisco Ferrer, Juanan Martínez, Josep Antoni Escandell, sus hijos Panchi, Hugo e Iria, Carlos Martorell, y tantos y tantos nombres imposibles de citar al completo en estas líneas. El relevo está asegurado pero Urgell, que recibió hace diez años una de las pocas Medallas de Oro al Mérito Turístico del Gobierno que se han concedido en Ibiza, no contempla la palabra jubilación. «Estoy drogado por mi trabajo, el coche viene solo a la oficina. Estoy vinculado de por vida a este aparatito y aquí estaré con los guantes de boxeo puestos hasta el final. La vida es una pelea».