Hartos de tropezarse con colchones dejados en las calles e indignados con aquellos incívicos que los dejan en medio de un bosque, los propietarios de un comercio de Vila, El rincón del descanso, decidieron poner su granito de arena y colaborar en el reciclaje de estos residuos. Para ello, daban la opción a los clientes que compraban un colchón de llevarse los viejos para depositarlos en una de las seis deixalleries de Ibiza y así fomentar el reciclaje.

A pesar de que depositar residuos en cualquiera de los seis puntos de recogida selectiva que hay en la isla (Ca na Palava, Cala de Bou, Can Guerxo, Can Sançó, Cor de Jesus y ses Païsses) no supone coste alguno para los usuarios, la mayoría tampoco dispone de un vehículo para transportar objetos de grandes dimensiones. Además, si se trata de personas mayores, tampoco les es posible cargar un colchón sobre sus espaldas para llevarlo a estas instalaciones, alejadas de los núcleos urbanos.

«Nos pareció buena idea encargarnos de los colchones viejos de los clientes como una manera de fomentar el reciclaje, ya que gran parte iba a terminar en la basura», explica Yerai Ruiz, encargado de El rincón del descanso.

Sin embargo, tan solo un par de meses después, esta iniciativa en beneficio del medio ambiente se ha convertido en una odisea para los empleados de este establecimiento de Vila debido a que solo está permitido un máximo de 500 kilos de residuos voluminosos por persona en estas instalaciones. «El problema apareció cuando sobrepasamos esa cifra mi padre [propietario de este establecimiento], los trabajadores y yo. Todos proporcionábamos nuestros datos cuando depositábamos voluminosos de clientes en las deixalleries para evitarles molestias», señaló Ruiz.

A partir de entonces, comenzaron a pedir fotocopias del DNI de los dueños de los colchones que transportaban. Pero en algunas ocasiones esta medida tampoco fue suficiente: «¡Algunos trabajadores de estas instalaciones no querían aceptar los residuos si no estaba el usuario presente!», criticó Ruiz. Por fortuna, esta situación cambió, pero seguían con el problema del máximo de peso permitido, así que los trabajadores de esta empresa de Vila se las ingeniaron para continuar con su misión de reciclaje. «En agosto vinieron unos amigos míos de vacaciones a Ibiza. Les fui a recoger al aeropuerto con el camión del trabajo y les llevé a una deixalleria para poder utilizar sus datos y así me permitieron dejar los colchones allí», contó Daniel Torres, dependiente. «Nosotros queremos colaborar, pero con tantos obstáculos, se nos quitan las ganas», expresó Ruiz.

Ampliar el máximo de kilos

Según su opinión, lo ideal sería que se permitiese a este tipo de establecimientos ampliar el máximo de kilos permitidos de voluminosos para fomentar el reciclaje, ya que a partir de los 500 kilos se tiene que pagar. La tasa es de unos 151,82 euros por tonelada, según indica la lista de precios de residuos sin límites, disponible en www.deixalleriesibiza.com.

Esta opinión también la comparte Vicent Joan, repartidor y montador de Almacenes Aragón desde hace 30 años. «Los 500 kilos se consumen muy rápido. Nosotros hemos juntados los dnis de los jefes y así ya sumamos 2.000 kilos, pero de todos modos son insuficientes», comentó Joan, que añadió que el reciclaje dejaba de ser una opción por motivos económicos. «Cuando nos llega mucho material a nosotros nos compensa más llevarlo directamente al vertedero que a un punto de recogida selectiva porque es más barato», argumentó este trabajador.

Por su parte, el Consell justificó que las deixalleries son un servicio para los ciudadanos y que «no están inicialmente pensadas para las empresas», aunque pueden depositar allí residuos «si no son en grandes cantidades». «El objetivo de estos puntos de recogida es facilitar un lugar gratuito para reciclar aquello que no entra dentro de la recogida selectiva ni en el contenedor de desechos (los de color gris)», apuntó el Consell a través de un correo electrónico.

En cuanto al máximo de 500 kilos para residuos voluminosos establecido en la red de puntos de recogida de Ibiza, el Ejecutivo insular justificó que se debe a que las deixalleries son un servicio «gratuito» y «para los ciudadanos». «Las empresas que generan una gran cantidad de residuos tienen otras fórmulas y obligaciones a la hora de efectuar su tratamiento», sentenció el Consell.