Los versos finales del lorquiano ´Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías´ («Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace...»), que tan bien recitaba Pedro Cañestro, me vuelven a la memoria siempre que pienso en el tan añorado y querido amigo. Por eso celebro desde aquí la feliz iniciativa del Consell de crear un festival de teatro con su nombre en el que se presenten algunas de las tantas obras que el malagueño ibicenco puso en escena durante las décadas que impartió su inolvidable magisterio con el Grupo de Artes y Oficios, por el que pasaron varias generaciones de jóvenes locales entusiastas del arte de Talía y del que, incluso, cuajaron varios matrimonios. Yo no tuve la suerte de trabajar con él en el teatro, pero sí en las ondas de Radio Diario, donde dirigíamos al alimón un programa de grato recuerdo: ´Coplerillo, flamenquillo y folklorillo´. El título, que no me gustaba nada, era suyo, por cierto. Programa en el que nos enrollábamos con humor y crítica enfrentando, sobre todo, el flamenco ortodoxo que él defendía con el ´moderno´ que defendía uno. Sin guion, fumando y a veces con un whisky o una cervecita de por medio. Como si estuviéramos talmente en un ´tablao´ de nuestra tierra. Tantos años después, algún que otro viejo oyente aún me recuerda lo bien que comunicábamos en aquella singular experiencia radiofónica nuestra alegría compartida.

Por cierto, nunca hablé con Cañestro de la única experiencia teatral que tuve en Eivissa; que no debió de hacerle mucha gracia, pues no fue con su grupo, sino con el GAT de Merche Chapí, con quien hice un curso y participé al final en el montaje de ´Pagesos i senyors´, de la también añorada Pepita Escandell. Es que entre ambos grupos había una cierta competencia y rivalidad, pues el de Pedro era más ´clásico´, digamos, y el de Merche más ´progre´. Etiquetas que no siempre eran ciertas, pero daban juego entre la afición. En cualquier caso, lo que importa es que ambos fueron los principales responsables de que en la isla creciera tanto la afición por el teatro, gracias a la cual hoy es una feliz realidad cultural de la que la isla debe sentirse orgullosa. Y felicito desde aquí a todos y a todas los que siguen manteniendo viva la llama de este arte; con cursos para todas las edades, apoyados a menudo por las instituciones. De vez en cuando me vuelve el gusanillo, su famoso ´veneno´; y la Chapí me hace proposiciones. Pero no acabo de decidirme, de momento.

Hace ya tiempo que Vila no es el epicentro del arte que se hace en la isla, pues la mayoría de sus galerías fueron cerrando una detrás de otra.

Una pena. Así, para saber lo que se cuece entre los tantos artisas que da Eivissa hay que moverse hacia otros espacios, lo que a algunos, lo reconozco, nos da bastante pereza: coger el coche para ir a las inauguraciones, donde luego se bebe y tal, a menudo nos frena las ganas.

Aunque hay que alegrarse de que todavía resistan espacios como el de Can Tixedó, por Buscastell, donde hasta el próximo 20 de noviembre se presenta una triple exposición de tres buenos amigos: Julio Bauzá (escultura), Juan Blanco (fotografía) y Digo Picabea (pintura). Gracias al empeño de su responsable, Juanito, desde hace ya sus buenos años este bar-galería de la carretera de Sant Rafel a Santa Agnès logra crear un ambiente estupendo con el arte como argumento y la amistad como pretexto. Que no decaiga.

El libro que recomiendo esta semana es singular: ´Llach, lletra i mùsica´, de Xavier Amat (Publicacions de l´Abadia de Montserrat), que encontré entre las novedades de la Biblioteca de Can Ventosa. Un trabajo recomendable para los seguidores del gran cantautor catalán, entre los que me encuentro desde los 60, cuando empezó su brillante carrera, cortada voluntariamente en 2007. Un artista con el que tengo varias cosas en común, empezando por el año de nacimiento (1948), aunque disienta de algunas de sus ideas y sus sueños, que respeto, por supuesto. Y también admiro y sigo su interesante trayectoria literaria, que está desarrollando con ilusión y entusiasmo desde Senegal, a donde se retira seis meses al año con tan envidiable propósito, como pude enterarme por el programa ´El convidat´ de TV3, una serie original y de mérito que veo siempre que me acuerdo. ¿Cuántos conciertos del ampudarnés habré visto? Todos los que pude, tanto en la isla como en Barcelona o Madrid. Es uno de los grandes, tanto por las letras como por las músicas. Arte del bueno.