El 62,7% de los chicos de entre 10 y 12 años escolarizados en los colegios de Ibiza que utilizan videojuegos en casa emplean juegos que están destinados a mayores de 18 años, mientras que en el caso de las chicas este porcentaje baja hasta solo el 17,8%, según los datos del estudio sobre uso de las nuevas tecnologías en la población escolar de tercer ciclo de Primaria elaborado por el Centre d´Estudi i Prevenció de Conductes Addictives (Cepca).

De ellos, el 95,5% de los chicos y el 93,8% de las chicas creen que sus padres les dejan utilizar estos juegos pese a no ser apropiados para su edad, una percepción que contrasta con lo que dicen los progenitores. Y es que tan solo el 18,5% de los padres dice permitir a sus hijos jugar a videojuegos para mayores de 18 años, frente al 81,5% que lo niega rotundamente.

A esta contradicción se une una más: el 91,5% de los padres aseguran que controlan los contenidos de los videojuegos que usan sus hijos.

Se trata, pues, de un ejemplo más que apoya la principal conclusión de este estudio, que se presentó en rueda de prensa la semana pasada: que los padres no son conscientes de los riesgos a los que sus hijos se exponen y experimentan en relación con las nuevas tecnologías.

Para la responsable del Cepca, Belén Alvite, efectivamente, el control del contenido que realizan los padres no es real. «Además hay otra cosa que en este sentido no favorece: los padres [al responder a la encuesta] a lo mejor piensan en juegos que ellos compran, que llevan un código donde pone las edades [para las que son adecuados]. Pero hay muchos juegos que en realidad son descargas de Internet y los padres no acceden a qué han descargando sus hijos, y también hay mucha piratería, con lo que utilizan discos en los que no pone nada y ellos [los padres] no se enteran del contenido». Asimismo, indica que a todo eso hay que añadir «el poco tiempo compartido» por los progenitores para jugar con sus hijos.

El 93,7% usa videojuegos

De los 2.059 alumnos de quinto y sexto de Primaria que participan en el estudio -que representan el 91,2% de la población matriculada en ese ciclo durante los cursos de 2012/2013 y 2013/2014-, el 93,7% señalan que utilizan videojuegos en casa, concretamente el 96,2% de los chicos y el 91,1% de las chicas.

Padres e hijos coinciden en que los primeros controlan el tiempo a jugar que dedican los segundos, si bien los porcentajes son distintos: frente al 83,3% de los progenitores que ponen límites horarios -en la encuesta han participado 1.519 familias, que representan el 73,8% del total de alumnos-, solo el 74,6% de los chavales afirma tener un límite establecido.

Pese a este supuesto control del tiempo, resulta llamativo que unos y otros no coinciden en las horas reales que pasan los estudiantes frente a los videojuegos, un dato en el que también se aprecian notables diferencias entre los chicos y las chicas, ya que son ellos los que más tiempo dedican. A este respecto, Alvite subraya que precisamente le llaman la atención las diferencias de género: «Los chicos son más abusadores pero además son los que se saltan más los límites en horarios, en contenidos. Y las chicas parecen más cumplidoras de las normas que ponen los padres», comenta.

De acuerdo con el estudio, el 9,7% de los alumnos y el 1,4% de las alumnas dice que juega más de tres horas diarias entre semana, mientras que solo el 0,6% de los padres asegura que sus hijos dedican ese tiempo a los videojuegos.

El 12,5% de los chicos y el 3,9% de las chicas pasan jugando entre dos y tres horas, frente al 2,8% de los padres que lo cree, y el 32,7% de los escolares y el 22,8% de las estudiantes juega entre una y dos horas diarias, mientras los progenitores que dan esta respuesta son el 18,9%. El resto, el 71,9% de las niñas, el 45,1% de los niños y el 77,7% de los padres, dicen que usan menos de una hora las videoconsolas.

El fin de semana, mayor abuso

Durante los fines de semana, el tiempo que los chavales juegan se amplía, aunque se mantiene la circunstancia de que los chicos dediquen más horas a los videojuegos que las chicas. También difiere la percepción de los padres, aunque en algunos casos se aproxima más a la realidad de los niños.

Así, el 23,8% de los chicos y el 4,1% de las chicas está más de tres horas jugando; el 22,2% y el 11,4%, respectivamente, pasa entre dos y tres horas; el 33,2% de los estudiantes y el 35,5% de las alumnas les dedica entre una hora y dos, y el 20,8% de los niños y el 49% de las niñas indica que juega menos de una hora.

Entre los progenitores, a su vez, solo el 4,9% piensa que sus hijos dedica más de tres horas diarias a los videojuegos los fines de semana; el 15,5% cree que son de dos a tres horas; el 42,2% contesta que los utiliza de una a dos horas, y el 37,4%, menos de una hora.

En cuanto a esa falta de cumplimiento en los horarios, la responsable del Cepca opina que «falta de alguna manera constancia por parte de los padres». «Establecen normas pero después no establecen estrategias para controlar que esas normas se están cumpliendo», sostiene Alvite.

Esta pedagoga subraya que la parte «más pesada, más complicada» es precisamente cómo poner consecuencias cuando los hijos se saltan las normas, porque «eso significa un enfrentamiento constante con ellos». «Y ahí los padres no es que no estemos dispuestos, a veces es que tampoco tenemos energía», concluye.