«En Ibiza, los efectos del fondeo se ven muy claros; más que en el resto de las islas», asegura la bióloga Salud Deudero, investigadora principal del Proyecto Pinna, «y, aún peor, los impactos están creciendo; el número de yates que fondean en las islas aumenta. Ha llegado el momento de concienciarse de que es necesario ejercer un control sobre esos fondeos para conservar la riqueza marina».

Ibiza, según los resultados del Proyecto Pinna, es la isla con menor densidad de nacras, especie endémica del Mediterráneo, antaño usada para fabricar botones y que representa un excelente bioindicador de los efectos de la acción humana sobre el medio marino; la nacra ya se usó para comprobar las concentraciones de hidrocarburos en la zona en la que se hundió el 'Don Pedro', en 2007. Incluso entre Ibiza y Formentera, los rastreos revelaron diferencias sustanciales, y mientras que se contabilizaron 106 nacras vivas en Formentera, se hallaron sólo 50 en la mayor de las Pitiusas. Y ello teniendo en cuenta que la superficie rastreada fue similar e incluso algo más grande en la costa ibicenca (5.325 y 5.625 metros cuadrados, respectivamente).

Cabrera es, como no podía ser de otra manera dado el grado de protección del que disfruta, la isla con mayor densidad de nacras. Con el promedio global por isla, los valores para Cabrera alcanzan 5,35 individuos por cada 100 metros cuadrados, seguidos por Menorca con 2,7, Mallorca con 1,99, Formentera con 1,9 y, en último lugar, Ibiza con 0,83 individuos por cada cien metros cuadrados. «Además, en Cabrera se encuentran individuos mucho más grandes, incluso de más de un metro, y hay dataciones de ejemplares de hasta 38 años de edad».

La nacra tiene ciertas características que la convierten en un excelente bioindicador de la salud del medio marino; es endémica del Mediterráneo, grande y sésil (unida al sustrato), y su supervivencia va ligada a las praderas de posidonia, de forma que «si la posidonia va mal, la nacra también», resume Deudero.

Responde bien a la protección

Asimismo, es una especie que responde muy bien a la protección, que prospera de forma rápida y evidente si se le da la posibilidad de hacerlo. «Los más de veinte años de protección en la isla de Cabrera se notan y hay zonas en las que las nacras incluso se tocan».

Hoy, más allá del Parque Natural de Cabrera, la prohibición de extraer individuos del fondo marino no parece suficiente para garantizar la conservación de la especie. Lo cierto es que ya en 1999, cuando fue incluida como 'Vulnerable' en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, un informe del Ministerio de Medio Ambiente advertía que la masificación turística en Balears competía con la supervivencia de especies como la Pinna nobilis. Sin embargo, y según destaca Salud Deudero, «la gestión de invertebrados en el medio marino deja mucho que desear» y hay muchos casos en los que, aunque las especies estén protegidas sobre el papel, no existen planes de actuación que hagan real esa protección.

A este respecto, explica que hay un gran desconocimiento sobre animales como la nacra y que no existen estudios suficientes sobre la mayor parte de las poblaciones de invertebrados, lo que no ocurriría si las especies tuvieran un interés pesquero. «Hay que trabajar en ello, y a marchas forzadas porque es la única forma de tener una base sobre la que trabajar y sobre la que poder gestionar los recursos, pero es muy difícil conseguir financiación para ello», se lamenta.

Y ahondando en esta línea, añade que sería conveniente conocer la conectividad genética entre las distintas poblaciones de nacra de Balears para poder llevar a cabo una gestión conjunta de las reservas y zonas de interés de la isla; hay que aclarar que la nacra pasa por estados de huevo y larva en los que se halla a merced de las corrientes, y el régimen de corrientes de Balears los arrastra desde las Pitiusas hasta el resto de islas, así que es probable que las poblaciones de Mallorca, Menorca y Cabrera estén emparentadas con las de Ibiza y Formentera y procedan de ellas.

El Proyecto Pinna, financiado por OA Parques Nacionales en la convocatoria de ayudas a la investigación 2010, pretende ser un primer paso para un mayor conocimiento de la nacra que lleve a la adecuada gestión para conservar las poblaciones.

Rastreos en 2013

Los rastreos (transectos) en las Pitiusas se llevaron a cabo en mayo y junio de 2012, en el caso de Formentera, y en mayo de 2013, en el caso de Ibiza, y aunque Salud Deudero y Maite Vázquez, las dos biólogas encargadas del Proyecto, aún están analizando los datos recogidos, ya extraen conclusiones y destacan, además de la menor cantidad de nacras del litoral pitiuso, la presencia de individuos muertos, algunos de ellos a consecuencia de las anclas de las embarcaciones o de la pesca de arrastre, otra de las mayores amenazas del fondo marino.

«Cuando encontramos nacras muertas, podemos hacernos una idea de si han muerto de una forma natural o por efecto de las actividades del ser humano en la zona. Si encontramos las conchas rotas, es posible hacerse una idea de si la ha roto un pulpo o si la ha roto un ancla; además, si ha sido rota por un ancla y se halla en una pradera de posidonia, es probable que también veamos las marcas de arrastre en la posidonia», explica Deudero.

En Ibiza y Formentera se encontraron similares cifras de nacras muertas: 21 y 22, respectivamente.

Hay que señalar que la nacra Pinna nobilis no es la única que puede encontrarse en el litoral balear, donde también encontramos la Pinna rudis, la nacra de púas gruesas, de la que las biólogas del proyecto también recogieron datos durante su estudio. La Pinna rudis es mucho menos frecuente y menos representativa para poder usarse como bioindicador, pero se trata de una especie similar y muy llamativa por sus marcadas costillas longitudinales y sus grandes escamas, aunque es mucho más pequeña que la Pinna nobilis.