«¿Paz?¿Cómo que paz?No hay paz que valga aquí. Venimos a destruirlos, a anaquilarlos a todos», aseguró ayer por la tarde Leo Reyes, uno de los combatientes del ejército cartaginés, justo antes de batirse en un duelo de tomates con los cartagineses.

Constantino, uno de sus adversarios romanos que se disponía a luchar por primera vez, se mostró más cauto: «Mis amigos me han contado historias épicas sobre esta batalla, por eso me he animado a participar este año. Pero yo no soy muy de luchar, me dedicaré a organizar las tropas», declaró.

Amigos y familiares de los guerreros esperaban sentados en la playa de s´ Arenal a las ocho de la tarde para apoyarlos en su lucha. Otros vecinos de Sant Antoni menos valientes también prefirieron observarlo desde las escaleras e inmortalizar el combate con sus móviles. Muchos turistas también se detuvieron, atraídos por la muchedumbre: «¿Son romanos?», preguntó un joven inglés extrañado a sus amigos.

Aunque los principales fueron los vecinos de Sant Antoni y Sant Agustí, hubo voluntarios que se sumaron a favor de los segundos, por ser menos numerosos: «Nosotros venimos de Santa Eulària para reforzar al equipo de San Agustín», señaló Fran Montesinos. Tampoco faltaron los rebeldes, pues un grupo de Sant Antoni decidió retar a uno y otro ejército e ir de Vikingos.

En los dos grupos hubo algunos muy bien preparados: gafas de buceo para no perder la visión, escudos hechos de cartón o poliespan convenientemente pintados y adornados, e incluso tablas de surf. El vestuario tampoco fue improvisado: «Hemos confeccionado el traje con sábanas blancas, tela roja y tiempo», explicó Francisco Javier Aguado. Había quienes quisieron meterse tanto en su papel que se pintaron la cara con motivos guerreros.

Las cajas, que en total contenían 4.000 tomates -repartidos a partes iguales para unos y otros- ya estaban preparadas, y los romanos se impacientaban mientras esperaban a los cartagineses, que venían a pie o en barco. Cerca de ellos, se preparaba con afán la cena con la que se reanimaría a los luchadores y al público después: «Estamos preparando cena para unas 500 personas», señaló Antonio, uno de los encargados de la torrada.

Una vez que cartagineses y romanos se reuniron en la playa, un imparcial les advirtió de que la lucha debía librarse entre ellos y les prohibió taxativamente dirigirse al público. A continuación, tras unos cuantos avisos, un imparcial preguntó a los equipos si estaban dispuestos a firmar la paz. Sin embargo, su respuesta fue rotundamente negativa. Todos querían luchar. Tras el intento frustrado, algunas de las personas que estaban en primera fila se echaron hacia atrás preventivamente. Acto seguido, los tomates comenzaron a volar de uno a otro lado de la playa.

Cartagineses y romanos empezaron a descargar las cestas, algunos con más y otros con menos fortuna, pues había quienes fijaban objetivos entre sus adversarios pero también los que probaban suerte y no los alcanzaban. Como era de esperar, aunque los ejércitos trataron de lanzar los tomates contra sus enemigos, el jugo de las hortalizas no dejó indemne a los espectadores. Pasados diez minutos, el olor del paseo marítimo daba buena cuenta del tipo de batalla que se estaba librando.

Quienes más sufrieron probablemente fueron los que no portaban escudo, y de hecho tendieron a situarse en las últimas filas de combate. Aunque algunos no paraban de lanzar y repostar, hubo otros que, exhaustos, se alejaron para tomar agua antes de continuar.

Cuando se acabaron las provisiones, no quedó más remedio que despedir la décima batalla de vecinos cartagineses y romanos y hacer las paces. Los vecinos pudieron resolver sus diferencias durante la cena y los espectáculos que hubo a continuación: José y María, de Kepler animación, invocaron un conjuro ancestral que hizo honor a los celtas y vikingos, y lo que comenzó con una adoración a los dioses terminó en brujería

. La música también amenizó la velada, pues el público disfrutó de las actuaciones de Uncle Sal y The Frigolos.Finalmente, los vecinos dejaron de ser contrincantes y no volverán a enfrentarse hasta el año que viene.