Paulo César Baptista, condenado a cinco años de prisión por la muerte de Abel Ureña, está en libertad provisional desde mediados de agosto pendiente de que el Tribunal Supremo decida sobre el recurso que ha presentado su abogado. Mientras tanto, la Audiencia Provincial le ha impuesto la obligación de presentarse todos los días en los juzgados de Palma y le ha prohibido abandonar Mallorca, según informó ayer el Tribunal Superior de Justicia de Balears.

El delincuente portugués ha cumplido ya, en un centro penitenciario mallorquín, la mitad de la condena por la muerte de Ureña (cuatro años y medio por el homicidio y seis meses por utilizar documentación falsa) y seis meses más de otra sentencia por golpear el 28 de junio de 2011 a un hombre que le fue a pedir trabajo de portero al Ushuaïa. Esta agresión es anterior a la de Abel Ureña.

Ahora existen dos posibilidades. Si el Alto Tribunal confirma el fallo y decide que Baptista tiene que cumplir los dos años de cárcel que tiene pendientes por la muerte de Ureña, volverá a ingresar en prisión. Si no es así, quedará en libertad. No obstante, en ambos casos debería ser extraditado de inmediato a Portugal, a través de la Audiencia Nacional, para que cumpla los más de seis años de prisión que tiene pendientes por su pertenencia a la Mafia da Noite, según explican fuentes judiciales.

Baptista, nacido en Portugal el 16 de agosto de 1973, llegó a Ibiza hace tres años huyendo de la Justicia portuguesa, que le condenó a más de seis años de prisión por su pertenencia a la Mafia da Noite de Lisboa, una red de extorsión, evasión fiscal y trata de blancas en la capital lusa. Consiguió trabajo en el hotel Ushuaïa de Platja d´en Bossa con la identidad falsa de José Pereira Sousa. La sentencia que le impuso la Audiencia Provincial se refiere a su función como técnico de seguridad, aunque el jurado popular consideró probado sin embargo que trabajaba como responsable de los vigilantes de seguridad del establecimiento.

El 19 de agosto de 2011, a las 0.30, Baptista horas sorprendió a Abel Ureña intercambiando una papelina de cocaína con unas clientas rusas, cuando la fiesta ya había terminado. El portugués, experto en deportes de lucha como el jiu-jitsu, el boxeo y el kick boxing, golpeó al camarero. Mientras atendían al joven de una herida en el labio varios compañeros intentaron evitar la segunda agresión, pero no lo consiguieron. «Le propinó un puñetazo de tal magnitud en la parte derecha de la cabeza que le provocó la inmediata pérdida de consciencia y cayó a plomo», explican los jueces en la sentencia.

Ureña, que tenía 29 años y era natural de Rubí (Barcelona), murió el 3 de septiembre de 2011, después de quince días en la UCI de la Policlínica Nuestra Señora del Rosario.

Baptista huyó, primero a Barcelona, luego a Valencia y finalmente se refugió en Holanda. Fue detenido a finales de 2011 en Alkmaar, una ciudad situada a 42 kilómetros de Ámsterdam. Ha estado en prisión casi tres años y ahora, tras quedar en libertad provisional, su antigua novia ha denunciado amenazas suyas, según informó ayer Periódico de Ibiza y Formentera.

El proceso judicial | La condena no se considera firme

Las complejidades de este proceso judicial han llevado a Baptista a quedar en libertad, de la que disfruta desde hace poco más de 15 días. Es una libertad condicional, puesto que está obligado a firmar todos los días en la oficina del Tribunal del Jurado de la Audiencia Provincial, en los juzgados de Palma, y no puede abandonar la isla de Mallorca, según explicó ayer una portavoz del gabinete de comunicación del Tribunal Superior de Justicia de Balears

El juicio se celebró entre el 3 y el 7 de febrero de este año en los juzgados de Palma. La fiscal solicitó casi diez años de prisión para el acusado (antes del comienzo de la vista pedía 15). El abogado defensor del mafioso pidió dos años y medio por el delito de homicidio y la pena en su mínimo legal por el uso de documentación falsa. Finalmente, Baptista fue condenado a cinco años de pena y ha salido de la cárcel después de menos de tres años entre rejas, puesto que ingresó en prisión preventiva a finales de 2011, cuando fue detenido en Holanda. En su último turno de palabra, Baptista pidió perdón a la familia de Ureña. El tribunal del jurado tuvo en cuenta las atenuantes cualificadas de arrebato u obcecación y la simple de reparación del daño, puesto que antes de la vista oral ya fueron consignados 63.900 euros de los 80.000 que contempla la sentencia como indemnización para la madre del fallecido.