Si una mesa está en silencio es que la comida está rica. Y que hay hambre. Si el público de un concierto de jazz está en silencio es que la música gusta. Y que hay hambre. Y en el baluarte de Santa Llúcia la última noche del ´Eivissa Jazz 2014´ hubo mucho silencio. A los pies del escenario, porque sobre él, por segunda noche consecutiva, más de cuatro horas de música.

Los Threejay ya habían estado el año pasado, cuando no tenían ni disco ni una hache en el nombre. Y a pesar de eso sorprendieron al público, lo dejaron mudo y abierto de orejas, con los temas de su primer trabajo. No hubo estándares ni versiones. Solo sus propias composiciones (´Graons´, ´Pop song´, ´Avi Melchor´...), a las que el pianista Joan Solana, el bajista Pep Colls y el batería Joan Carles Marí añadieron una novedad: ´Our going of view´, uno de los temas que formará parte de su segundo trabajo, ese en el que ya tienen la cabeza puesta. Se marcharon entre gritos y volvieron exactamente igual para un bis tras el que los tres se abrazaron. Contentos. Satisfechos. Casi ahítos de gloria.

Con el público animado y predispuesto a pasárselo bien apareció sobre el escenario el guitarrista Norberto Rodríguez. Entre el público, muchos seguidores habituales del músicos que no necesitaron más que las primeras notas para levantar brazos, mover hombros y balancear caderas. Aunque fuera sin levantar las posaderas de la silla. Hasta los técnicos de sonido seguían el ritmo como buenamente podían, sin moverse de su metro cuadrado de espacio vital tras la mesa de control.

José Miguel López, director de ´Discópolis´ de RNE3 y presentador del festival, recordó la última vez que escuchó a Rodríguez en el festival, una noche en que le acompañó la voz de la cantante Mati, una noche en que se le rompió una cuerda. El sábado, Rodríguez se bastó con sus músicos (el bajo Bruno Schorp, el batería Lukmil Pérez Herrera y el teclista Tamas Szasz). Los cuatro protagonizaron una actuación muy esperada que fue bajando de revoluciones así como avanzaba la noche para volver a recuperarse en el bis.

Mientras los músicos bajaban del escenario el festival aprovechó para mostrar su rechazo a las prospecciones petrolíferas. El logo osciló en la pantalla durante unos segundos en los que los aplausos se dispararon. Las palmas contra los sondeos se juntaron con las que recibieron a la estrella del festival, el saxofonista Perico Sambeat. Casi a la una y media de la mañana. Y a pesar de eso, muchos aún seguían hambrientos de jazz.

Aún tenían una hora por delante. Una hora en la que Sambeat, generoso, se apartaba de la escena de vez en cuando para ceder todo el protagonismo a sus músicos: Moisés Sánchez (piano), Ignasi González (contrabajo) y Esteve Pi (batería). Se quedaba en un rincón, contemplando, escuchando, disfrutando. Él, igual que el público, en silencio.