­El obispo de Ibiza, Vicente Juan Segura, recordó ayer el martirio de Sant Llorenç, que murió quemado vivo sobre una parrilla. La leyenda cuenta que no solo soportó la tortura con dignidad sino que dijo en latín: ´Dadme la vuelta, que por este lado ya estoy hecho´. El martirio ardiente del santo parecía una metáfora del día tórrido que sufrieron los vecinos de esta parroquia de Sant Joan, que ya están acostumbrados a celebrar a su santo en pleno agosto con altísimas temperaturas.

Además de los vecinos acudieron un puñado de autoridades, muy pocas si se compara con años anteriores. No se presentó nadie del equipo de ¿gobierno? del Ayuntamiento de Ibiza. Sí acudió el presidente del Consell, Vicent Serra, y no se descarta que encendiera una vela al santo y rezara un padrenuestro para que interceda en la crisis de Vila (hoy a las once se celebra el pleno que en el que se designará al nuevo alcalde). También estuvieron en la fiesta los alcaldes Vicent Marí, Pepita Gutiérrez y el anfitrión, Antoni Marí Carraca, además de la ex defensora del Pueblo María Luisa Cava de Llano, que conversó largamente con Serra.

Por su parte, los vecinos se pusieron sus mejores galas. Desde sa majora vestida de payesa, a los más jóvenes del pueblo como Adrián Ferrer, Ángela Paulino y su hermano Toni, tres amigos que cerraron el desfile de carros con su pequeño cabriol tirado por Tito, un burro de siete años que fue el objetivo de muchas cámaras.

El desfile de carros comenzó justo después de la misa y de la procesión, en la que no solo tuvieron un papel muy activo los vecinos sino el conseller de Economía, Alex Minchiotti, y el portavoz del PP, Miquel Jerez, que sudaron la camisa, literalmente, portando una de las imágenes bajo el sol justiciero. Minchiotti confesaba al finalizar el recorrido que, enterrado como está entre cifras y letras toda la semana, disfruta de estos actos como un enano.

La Colla de Labritja bailó ante un público que se refugiaba en las escasas sombras. Muchos prefirieron el porxo para huir del sol y otros el interior de la iglesia donde, más que recogimiento, encontraron el alivio de cuatro ventiladores y del natural frescor que proporcionan sus muros. También los hubo que buscaron sombra y una cerveza fresca en el Casanova, todo un clásico, o en la barra de las fiestas.

Solidaridad

La comisión de fiestas de Sant Llorenç tenía previsto entregar a medianoche de ayer un cheque por valor de unos mil euros a Cruz Roja. Este dinero se iba a destinar al espectáculo de fuegos artificiales, previsto precisamente para la noche de ayer, pero la sequía y el alto peligro de incendio tras varios meses sin llover, echó para atrás el permiso que solicitaron al Ayuntamiento de Sant Joan y a las autoridades de Medio Ambiente. «Queríamos que ese dinero revirtiera de alguna manera en la gente. Ya que no puede haber fuegos, al menos destinamos esa cantidad a fines solidarios», explicaba ayer uno de los miembros de la comisión festiva.

El último acto de las fiestas será el homenaje a la tercera edad, que se celebrará el 17 de agosto.