En sus propuestas, maestros y profesores hacen mucho hincapié en la necesidad de mejorar la formación que reciben. José Luis Casillas defiende que los estudiantes que quieran dedicarse a la docencia en Secundaria deberían tener una formación específica que sustituyera al Curso de Adaptación Pedagógica (CAP), propuesta que apoya Xico Huguet, que indica que los aspirantes a docentes deberían «demostrar» que están capacitados para esta labor «de una manera más completa que como se hacía con el CAP».

Además, Casillas considera que los educadores deberían demostrar que «han aprovechado» la formación continua que han recibido y aboga por «eliminar los cursos a distancia que imparten algunos sindicatos y que solo sirven para acumular horas de formación y dar dinero a los sindicatos». Iñaki Monge añade que los esfuerzos en formación deberían hacerse en los propios centros para adecuar los cursos a las necesidades de cada colegio o instituto. Esto mismo defiende Matia Antònia Marroig, que apunta que estaría bien, para esto, estrechar los vínculos con la universidad.

Noemí Angulo, por su parte, opina que antes de estudiar los aspirantes a educadores deberían someterse a una prueba evaluadora «porque hay capacidades, competencias y aptitudes que no se pueden aprender y son imprescindibles en una profesión como esta: grado de empatía, trabajo cooperativo, inteligencia emocional...».