Cuando define su trabajo, Javier Sánchez, responsable de la unidad de Microbiología del hospital Can Misses y presidente del comité de enfermedades infecciosas, no puede ser más gráfico: «Soy un cazador». Su presa son los microorganismos multiresistentes y sus armas cultivos en laboratorios. Lo cuenta así para que se entienda, pero su labor es algo más complicada, además, en los últimos años ha aumentado de forma considerable y la previsión es que siga haciéndolo, ya que cada vez hay más microorganismos multiresistentes en los hospitales. Esto se debe, principalmente, al aumento de la edad media de los pacientes.

Un organismo multiresistente es aquel con el que no pueden acabar, es decir, que se ha hecho resistente, a la mayoría de los antibióticos que hay en el mercado. Esto supone un problema porque reduce mucho los medicamentos con los que tratar al enfermo y, además, existe el riesgo de que pase a otros pacientes, que también se quedarían sin poder usar estos antibióticos. «Con la edad tienes menos defensas y, además, los micoorganismos se seleccionan y son más resistentes», explica. De forma más comprensible: «Si hay una invasión de ratones en casa, les doy veneno. Pero si un ratón ha mutado y es resistente al veneno, sobrevive y en la siguiente plaga no puedo usar ese veneno. Es lo mismo que pasa aquí. A lo largo de la vida recibimos tratamientos antibióticos a los que van sobreviviendo los microorganismos más resistentes». Es decir, que cuantos más tratamientos con antibióticos haya recibido una persona, más probabilidades hay de que desarrolle un o de estos microorganismos.

Más años, más infecciones

El aumento de la esperanza media de vida no es el único motivo por el que aumentan estos casos. También tiene mucho que ver la tecnología sanitaria. «Cada vez se hacen más procedimientos invasivos a los enfermos, de manera que cada vez hay más posibilidades de provocar una infección dentro del hospital. Si sondas a un enfermo existe el riesgo de que contraiga una infección urinaria y esto, además, no se puede evitar», explica. Estas infecciones se llaman nosocomiales y, por su tamaño, Can Misses no debe tener más de un 5% de ellas. En el último estudio rozaban ese porcentaje.

Cuando un médico detecta una enfermedad infecciosa envía una muestra a Microbiología. «Si es una infección urinaria me manda orina; si es neumonía, un esputo, y si es un absceso, pus», explica. La mayoría de estos pacientes proceden de la residencia de Cas Serres o llegan a través de Urgencias, aunque también los hay que llegan desde el médico de cabecera. Sánchez recupera sus singulares explicaciones inteligibles para explicar lo que hace en el laboratorio con estas muestras: «En ´Memorias de África´, cuando un bicho se come a los niños de una tribu, llaman a Robert Redford. Primero mira, luego pone trampas, que suelen ser comida, y cuando llega el bicho, lo caza». De hecho, detalla que estos microorganismos comen lo mismo que las personas: hidratos, lípidos, vitaminas y proteínas. «En esas placas de laboratorio les ponemos el equivalente a unos espagueti carbonara», ejemplifica. El objetivo de este proceso (el cultivo) es aislar al microorganismo y ver cómo se le puede atacar. «Hace unos días detectamos uno, avisé a la enfermera de infecciones, que asiste todos los días a la sesión clínica, habló con el médico responsable del paciente y se le aisló, no porque sea muy grave, si no para impedir que pase a otros enfermos. Imagina que tenemos un microorganismo que solo se puede tratar con un antibiótico y se extiende por todo el hospital. Imagina que hay enfermos alérgicos a ese antibiótico. Es un desastre», detalla.

En estos momentos, Can Misses no cuenta con habitaciones específicas para aislados, se utilizan las de las plantas de hospitalización, que son dobles. De hecho, el incremento de pacientes en aislamiento supone también reducir el número de camas, ya que habitacions dobles están ocupadas por una única persona. «A veces no hay cama para cinco o seis enfermos que están en Urgencias, las camas que nos faltan son las de esas habitaciones aisladas», apunta el portavoz de la gerencia del Área de Salud de Ibiza y Formentera. Durante el aislamiento, el paciente no puede salir de la habitación. Tampoco pueden entrar en ella sus familiares y amigos. «La gente que te cuida tiene que tomar precauciones de barrera. Siempre tienen que llevar guantes y, en función del tipo de aislamiento, también mascarilla», detalla. Al paciente se le envía a casa, con la Unidad de Hospitalización a Domicilio si es necesario, «en cuanto se pueda» para evitar que el microorganismo se extienda.

Laboratorio más grande

El nuevo hospital Can Misses contarán en total, con diez espacios para pacientes aislados: Urgencias, Traumatología, Cirugía y Neonatología contarán con uno y Medicina Interna, Medicina Intensiva y Especialidades Médicas, dos. En este último caso, una habitación será de aislamiento normal y la otra, para inmunideprimidos, es decir, pacientes, generalmente de quimioterapia, que apenas tienen defensas. El jefe de Microbiología destaca que contarán con un laboratorio cuatro veces más grande que el actual.

Pero Sánchez no se conforma con más espacio. Quiere también poder poner en marcha técnicas de biología molecular para diagnóstico rápido. «Ahora, si me mandan pus de un pulmón, por ejemplo, siembro los microbios, les doy de comer, espero a que crezcan, identifico al bicho y hago pruebas con antibióticos. Con biología molecular hay un sistema más caro, pero mucho más rápido, detectar en esa muestra el genoma del bicho», detalla. El jefe del servicio asegura que poder poner en marcha estas técnicas en Can Misses depende únicamente de que la gerencia ponga a su disposición «más gente y dinero» y defiende que, aunque la prueba es más cara (unos 300 euros) supondría un ahorro ya que evitaría las tres noches de estancia hospitalaria (800 euros cada una) que supone esperar al resultado de las pruebas convencionales.

El objetivo es detectar y controlar a estos microorganismos para evitar que no haya una epidemia en el hospital. No ha pasado nunca en Can Misses, pero en otros hospitales ha obligado a cerrar unidades, descontaminar e incluso hacer obras. Sí como se ve en algunas series de médicos. «Las series de médicos americanas dicen la verdad», apunta, riendo.