El pasado 1 de junio, el personal del centro de salud de Sant Antoni tuvo que hacer frente al primer episodio de violencia en el interior de estas instalaciones. Un turista embriagado, y que seguramente había consumido una nueva droga de moda en los locales británicos -´Caníbal´, que empuja a sus consumidores a morder de forma compulsiva-, llegó al centro de salud en un estado «tremendamente agresivo». Incluso estando esposado y con varios policías manteniéndolo boca abajo sobre la camilla, se revolvió y, «con una mirada que ponía los pelos de punta», trató de abalanzarse sobre la enfermera. «La Policía le tiró al suelo y entonces mordió a un agente en la mano, aunque por fortuna llevaba los guantes puestos y solo le provocó un hematoma», relata la enfermera que presenció estos hechos, Matilde Fernández. «Tuvieron que pedir refuerzos por radio y al final había ocho agentes de la Policía Local», todos ellos ocupados en este único caso de turista bajo los efectos del alcohol y las drogas.

Esa misma madrugada, algo más tarde, «trajeron a otros dos». El más borracho «presentaba una brecha en la frente». «Cuando iba a curarle me asestó un manotazo y empezó a gritar que no le curara. Estaba superagresivo. Se fue con la herida abierta», añadió esta profesional, que teme por el desarrollo de esta temporada «tal y como está empezando».

El año pasado fue el primero que el personal del centro de salud tuvo guardias de seguridad para protegerlos, pero «solo durante los meses de julio, agosto y medio septiembre», por lo que piden vigilancia durante más meses.

Fernández explicó que, un verano normal, ingresan en el centro «seis o siete» turistas cada noche atacados con botellas y vasos rotos por jóvenes británicos que agreden a turistas de otras nacionalidades.