Un hombre mató ayer a su sobrino político, al que disparó tres tiros con una escopeta de caza en un camino situado junto al almacén en el que dormía a veces la víctima, en la finca de ses Eres, en la zona del polvorín, dentro del municipio de Sant Josep. El homicida es un ibicenco de 65 años, José Ribas Marí, que tras cometer el crimen pidió a un vecino que le llevara en coche hasta el cuartel de la Guardia Civil de Can Sifre para entregarse. El fallecido es un ciudadano holandés de 35 años, pareja de la sobrina de Ribas. En su declaración ante los agentes del instituto armado, el asesino explicó que le mató por «rencillas familiares» derivadas de una herencia, según informó ayer un portavoz de la Guardia Civil.

Hasta el lugar del suceso se desplazaron varios coches de la Benemérita y una ambulancia tipo UVI móvil del 061, que recibió el aviso a las 16.17 horas. Una patrulla del instituto armado acompañó a los sanitarios hasta la finca de ses Eres, situada al final de un camino de tierra de muy difícil acceso en la montaña. Los sanitarios no pudieron más que certificar el fallecimiento del holandés, que murió en el acto y estaba tendido sobre un charco de sangre a unos cinco metros del almacén, cerca del cual se hallaban desperdigados gran cantidad de muebles y objetos de todo tipo.

A las seis de la tarde los agentes impedían el acceso a ses Eres mientras sus compañeros del equipo de la Policía Judicial de Sant Antoni investigaban el escenario del crimen y las autoridades judiciales decretaban el levantamiento del cadáver. A las 19.50 horas una furgoneta de Pompas Fúnebres Ibiza se llevó el cuerpo del fallecido, cuya autopsia se realizará posiblemente hoy o mañana.

Ribas permanecerá detenido en el cuartel de la Guardia Civil hasta que sea puesto a disposición judicial. El instituto armado dispone de 72 horas desde el arresto para llevarlo ante el juez de guardia, que esta semana es Santiago Pinsach, titular del juzgado de Instrucción número 4.

En la zona del suceso solo se encontraban tres mujeres, que estaban dando un paseo y se marcharon impresionadas al conocer la noticia, sobre todo cuando vieron la sangre del fallecido, sobre la que alguien había arrojado una palada de tierra.

Ni el director insular de la Administración General del Estado, Rafael García Vila, ni el concejal de Interior de Sant Josep, Serafín Grivé, pudieron aportar más información sobre las circunstancias que rodean este caso.