„¿Cómo ven Ibiza desde el Sónar, como una locura veraniega, un laboratorio, un paraíso musical?

„Un sector de nuestro público también lo es de la isla. Incluso hay gente que arranca en Sónar y usa el viaje desde Europa para pasar unos días en Ibiza o pasar aquí el estío. Pero no veo que la isla sea un laboratorio, más bien creo que en la isla se presenta lo que más o menos ya funciona. Aquí se hace una explotación comercial de la música electrónica de baile, pero el laboratorio se gesta en los meses previos y en escenarios más underground, antes de que llegue aquí. A Ibiza le toca el momento comercial. Los promotores explotan en las discotecas de la isla la repercusión que han tenido fuera esos artistas.

„¿Sónar es para iniciados?

„Es para iniciados, pero también es para gente inquieta no iniciada, personas con inquietudes culturales que pueden encontrar en el festival mucha satisfacción para los sentidos. Somos un punto de reunión anual de la cultura digital y electrónica, no solo musical. Cada vez desarrollamos más la parte que llamamos Sónar+D, que se convierte este año en un punto de encuentro de tecnología, creatividad y negocio. Los no iniciados tienen allí el momento de descubrir cómo los artistas usan las nuevas tecnologías, o de descubrir a esos artistas. Por ejemplo, este año a fenómenos de los nuevos ritmos como Rudimental, Flux Pavilion, a los pequeños grandes productores del underground escondidos tras las grandes producciones como Gessafelstein o Dj Snake, que están detrás de lo que hace Kanye West...

„Ha venido al Summit para hablar del movimiento underground español. ¿En qué momento se encuentra?

„El underground español está viviendo un momento muy dulce. La prueba es que este año habrá, del total de 120, unos 30 o 40 artistas de la cantera nacional. Hay gente muy interesante, como Downliners Sekt, Paco Osuna, Uner o Alizzz que despuntan internacionalmente. Nosotros queremos ser su trampolín definitivo.

„¿Cómo han conseguido sobrevivir a la crisis?

„Cuando la crisis fue más dura en nuestro país, conseguimos que el festival creciera incluso en cuanto a público, tanto estatal como internacional. ¿Por qué? Creo que la gente ha renunciado a gastos materiales, como el de su vestuario, por poner un ejemplo frívolo, e incluso a otras cosas mucho más vitales. Pero Sónar ofrece al público una experiencia inspirativa, una vivencia. Y a eso la gente no quiere renunciar. Reduce gastos en otras cosas, pero no para participar en un evento único como Sónar: lo puedes mirar por YouTube, pero no es lo mismo que verlo en vivo. La gente se reserva para venir...

„Prefieren alimentar el espíritu a unos nuevos vaqueros.

„Inspira a muchos. Llevamos 21 años y notamos cómo en cada edición el público se renueva, hay nueva gente joven que esperan alcanzar los 18 para poder entrar de noche, donde están las grandes figuras. Hay una parte del público, a la que nosotros llamamos ´prosumer´, un consumidor semiprofesional, que ya está vinculado a nivel de estudios o inicios profesionales con algún sector que tiene que ver con nosotros, con la cultura electrónica, con el desarrollo tecnológico, con las nuevas aplicaciones de diseño o música... Sónar cumple para ellos una función inspirativa en su ámbito profesional. Esos se reservan para venir a Sónar porque es una inversión que les da ideas y que les permite encontrarse con gente de su sector que les permitirá desarrollar su carrera.

„¿Qué les llevó a usted, a Sergi Caballero y al periodista Ricard Robles a fundar Sónar en 1994?

„Sergi y yo éramos artistas visuales y hacíamos música electrónica [con Jumo]. Teníamos nuestro propio estudio. Conocimos a Ricard a través de uno de nuestros proyectos. Nos hizo una entrevista y entablamos una amistad, primero, y luego afinidad hacia unas inquietudes compartidas. Nos hacía unas críticas muy constructivas, nos interesó su punto de vista y gran conocimiento musical y manera de estructurar su discurso. Eso nos llevó a construir juntos un proyecto durante dos años que culminó en 1994 con el primer Sónar.

„Y ha dejado usted la música.

„Escucho muchísima música, pero hace años que no tengo tiempo para crearla. Volqué toda mi experiencia encima de un escenario para hacer un festival, que lo entiendo como un proceso creativo. Cada año construimos una especie de guión para una nueva experiencia en la que hay un principio, un final, un momento de sorpresa. Hay toda una serie de elementos que parecen sacados del mundo del cine pero trasladados a la experiencia en directo. Cuidamos la trayectoria de lo que va a suceder en cada momento, en cada escenario. Esa parte creativa es para mí tan estimulante como la de componer música.

„¿Escucha algo más que música electrónica?

„Claro, mucha más. La electrónica no es necesariamente una burbuja aislada del resto de música. Y el Sónar no es estrictamente música electrónica. Este año presentamos al australiano Oren Ambarchi con la sinfónica de Cracovia, de 20 músicos, que interactúan en una pieza compuesta para la ocasión. Hay muchos que se inspiran en otros estilos. Tendremos también a Chic, fundadores de la música disco, con Nile Rodgers al frente, el productor más laureado. En mi caso, una parte de mi alma es absolutamente negra. Siento una devoción natural absoluta por las músicas negras en el más amplio sentido, desde el blues hasta la música disco.

„20 años les contemplan. ¿Cómo ha sido la evolución?

„Hemos vivido, sido partícipes y expositores de los diferentes cambios tecnológicos. En los dos primeros Sónar, de 1994 y 1995, hacíamos experimentos con Internet, algo que no era accesible, que nadie tenía en casa, algo incipiente. Era una fase experimental a tres bandas con artistas en Rotterdam, París y Barcelona que actuaban mientras usaban una red RDSI. Ahora se podría hacer con una web cam, hasta con el móvil. Sónar ha acompañado y visto morir formatos como el CDRom -eso ha sido muy divertido-, siempre desde el prisma artístico.

„¿Y ahora?

„El momento actual es el más democrático con la creatividad que ha existido nunca: es el acceso definitivo e inmediato de la sociedad a la tecnología tanto para crear y componer (foto, vídeo, música) como a todas las creaciones musicales. Eso nos permite tener unas audiencias mucho más formadas, incluso más críticas. Ya no necesitamos, como en mi juventud, un amigo que viajara a Londres para que nos trajera discos que aquí no se vendían. Es un momento espléndido para el acceso del público a la cultura. Solo soy crítico con quien pretende adquirir la obra de alguien sin que este se lo permita, con la piratería.

„¿Y el futuro?

„Más que predecir el futuro espero que los artistas me conduzcan hacia él. Es lo que me excita al hacer este trabajo.

„Lo de Sónar Kids suena a que se están haciendo mayores y quieren aparcar a los niños.

„Nació de un proceso natural en el que cada vez teníamos más gente que venía con sus hijos al festival en su franja diurna, incluso yo, que tengo dos. Sirvió para que de una manera abierta y descarada padres e hijos disfrutaran de una misma cosa, lo cual agradecen ambas partes, sobre todo los padres. Para mí, tener que llevar a los críos a ver ´Pocahontas´ o a Port Aventura puede ser un absoluto castigo. Pero ir a Sónar Kids es un momento de celebración compartido por generaciones diferentes.