Un poco despistados por las obras del Passeig de s´Alamera. Así asistieron ayer centenares de personas a la procesión del Santo Encuentro en Santa Eulària, donde los voluntarios de Protección Civil tuvieron que convencer a los asistentes para que despejaran la calle Sant Jaume para que la Virgen de la Esperanza se encontrara con Jesús Resucitado. Incluso con los compases de la banda ya acercándose a la plaza de España, todos se preguntaban en qué punto exacto las dos imágenes se pararían una frente a la otra. Especialmente nerviosos estaban los muchos turistas del Imserso que paseaban ayer por la localidad y que no querían perderse el momento.

El barullo sólo se calmó cuando la Esperanza, con manto de terciopelo rojo y cubierta con un velo negro, se paró frente a la fuente de la plaza. Cargada sobre los hombros de ocho cofrades y rodeada de manolas que cambiaron la mantilla negra del Viernes Santo por una blanca. Allí esperó la imagen de Cristo Resucitado, que se acercaba lentamente por la calle principal.

Un humilde llamador

Frente a frente, los costaleros de la Esperanza se arrodillan. La Virgen se inclina ante su hijo. El público aplaude mientras las imágenes vuelven a separarse unos metros. «¡Vamos con la segunda!», grita el capataz cuando callan las palmas. Un humilde trozo de madera sirve como llamador. Un golpe y la Esperanza vuelve a inclinarse. Algo más esta vez. Los aplausos se alargan, aguantan hasta que, casi tocando el suelo, retiran el velo negro de luto que la cubría por completo.

Llega la tercera reverencia. Madre e hijo se inclinan al mismo tiempo. En un rincón de la calle sueltan las palomas. Una veintena deberían revolotear entre las dos imágenes. Seis prefieren no emprender el vuelo y regresan a su finca en la misma caja en la que han llegado a Santa Eulària.

«A su lado, y bailamos», indica de nuevo el capataz. La Virgen se acerca a Cristo, momento que aprovecha una señora para salir de la multitud y besar los pies de la Esperanza. Los costaleros mecen las imágenes, a la misma altura, hombro con hombro, al ritmo que marcan los músicos. Bailan varios minutos frente al público antes de emprender, Cristo delante y la Virgen detrás, el camino hacia el Puig de Missa.

Les siguen las manolas con sus rosarios y sus flores en las manos, la banda, los integrantes de las cofradías y decenas de personas rumbo a la misa de Pascua.