La normalización del cannabis preocupa mucho a Alvite, que explica que en sus charlas a adolescentes le dicen que «es bueno porque es natural». Ella lo rebate: «El veneno de un alacrán o una seta también son cien por cien naturales y te pueden hacer mucho daño». Esta «normalización» del cannabis está provocando un aumento de su consumo, que incluso ya se ha equiparado al de tabaco, y hace que resulte muy difícil luchar contra él. «Los adolescentes de hoy ya han crecido con el mensaje de que el tabaco mata y es perjudicial para la salud: el mensaje social es más tajante que en el caso del cannabis, que es más ambiguo y confuso. Al tabaco se lo ha expulsado de los locales cerrados, el rechazo es más visible», explica.

El dato es preocupante: el porcentaje de estudiantes que ha consumido alguna vez cannabis es similar al de tabaco: el 32%. El Cepca ya advirtió en su encuesta sobre drogas y adolescentes de que estos consideran que el cannabis no tiene riesgos y reclama que se realice un programa especial para frenar el aumento del consumo de esta sustancia.

Alvite conoce muy bien la realidad de los adolescentes que toman drogas: tiene un contacto directo con ellos en los institutos donde da charlas (todos los de la isla) desde hace 12 años, junto al resto de especialistas del Cepca.

La pedagoga advierte de que no es lo mismo un adolescente que consume de forma «exploratoria» el fin de semana que otro que «cuando se levanta dice o fumo o no puedo soportar el día».

Los especialistas del Cepca explican en sus charlas por los institutos que el cannabis afecta a la memoria a corto y largo plazo: «Si vas fumado al instituto, lo que escuchas en clase lo guardas en un cajón pero luego no sabes en cuál», explica gráficamente Alvite, que recuerda que un estudiante le contestó: «¡Sí, eso es lo que me pasa! ¡Sé que esto lo he dado, lo he dado, y busco en mi cerebro pero no logro encontrarlo!». También les explica que si conducen fumados sus reflejos son más lentos y corren serios riesgos. Muchos no lo saben y dicen, por el contrario, que «ven las luces rojas más brillantes».

El 13% de los adolescentes que fuman porros lo hacen todos los días, lo que «es mucho», alerta la pedagoga, que señala que se trata de un perfil con el que es muy difícil trabajar, ya que «no son conscientes de lo que les está ocurriendo y es complicado producir cambios en ellos». Los jóvenes de 14 a 16 años que fuman porros habitualmente son a los 21 «peterpanes que siguen echando la culpa a los demás de todo lo que les pasa, han crecido sin asumir responsabilidades»; el cannabis les ha sumido en un letargo del que es muy difícil sacarles.