1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34... El artista australiano Andrew Rogers se ha basado en la curiosa sucesión de Fibonacci para crear una espectacular obra al aire libre en Cala Llentia (Sant Josep). Está compuesta por 13 monolitos de basalto colocados en un círculo de 24 metros de diámetro como si fuera un reloj solar, una especie de Stonehenge que tiene el título de ´Time and space´ y que se integra en el proyecto ´Rhytms of life´, con el que Rogers ha diseminado medio centenar de sus monumentales obras por 14 países del mundo. En la escultura de Ibiza, que es la número 50 del proyecto, Rogers ha dispuesto en su centro el pilar más alto, coronado por un paño de oro de 23 kilates que refleja la luz del sol en el ocaso.

Rogers dice aludir en su escultura a las trayectorias de los planetas que se mueven alrededor del sol y haberse inspirado (como tantos artistas) en el islote de es Vedrà. El autor ha seguido la secuencia de Fibonacci (una sucesión de números en la que cada uno de sus términos es la suma de los dos anteriores) para determinar tanto el peso de las columnas de basalto como su disposición en el círculo, según afirma. La peculiar suma, que sorprendentemente se repite regularmente en la naturaleza (desde los pétalos de las flores del girasol o de la margarita hasta la forma de la piña), ha determinado el peso y el espacio entre los pilares, todos marcados con profundas hendiduras paralelas al suelo.

Cada uno de los monolitos es de una sola pieza de basalto: «Fueron cuidadosamente trasladados hasta Cala Llentia, procurando en todo momento no dañar esa zona y siendo especialmente cuidadosos para que la elección del material se adaptara al entorno», asegura el representante del mecenas que ha patrocinado su instalación, un afamado empresario del espectáculo, mundialmente conocido, que posee casa en Ibiza, donde pasa largas temporadas,y que prefiere mantener el anonimato. Este desea «tomar las medidas que sean necesarias para que la obra se adapte a la normativa» urbanística, aunque considera que ha obrado «conforme a derecho y al amparo de la absoluta legalidad». El Ayuntamiento de Sant Josep abrió un expediente de infracción urbanística porque la obra fue instalada sin ningún tipo de licencia municipal o de Costas, a escasos metros del mar.

El artista visitó Ibiza en diversas ocasiones para tomar nota «de factores y características de la isla y su historia durante el proceso de inspiración, creación y colocación». De ahí que la instalación «esté centrada, orientada y alineada con la puesta de sol del solsticio de invierno». Los meses cercanos a diciembre «son los más propicios para visitarla», subrayan.

Sus representantes afirman que «una de las máximas de Rogers fue respetar el medio ambiente y el estado natural del terreno», que no se ha visto alterado por la colocación de ningún monolito, ya que estos van anclados en unas macetas de basalto especialmente diseñadas. Cada pieza llegó labrada a Cala Llentia. Allí se limitaron a plantarlas, mediante enormes grúas, en las macetas.

Lo curioso es que en dos casos anteriores, el australiano sí negoció previamente con las autoridades locales para evitar follones y así poder iniciar la instalación de sus obras con total tranquilidad. En Turquía dedicó dos años a negociar con la Administración para que le permitiera construir unas monumentales esculturas en la Capadocia, una de ellas con un monolito de casi 20 metros de altura coronado, también, por una lámina de oro. En su instalación participaron centenares de trabajadores locales. En China le ocurrió algo parecido. Allí las autoridades le obligaron a emplear un millar de soldados para dar forma a tres geoglifos en pleno desierto del Gobi.

Rogers comenzó el proyecto ´Rhytms of life´ en 1998. Desde entonces ha ideado medio centenar de instalaciones en los desiertos de Aravá (entre el Mar Muerto y Aqaba, en Israel), Namib (Namibia) Mohave (Estados Unidos) Gobi (China) y Atacama (Chile), así como en Cerro Rico (Bolivia), Kurunegala (Sri Lanka), Capadocia (Turquía), Chyulu Hills (Kenia), Eslovaquia, Rajastán (India) e incluso en un glaciar de la Antártida.

Las obras tienen unas medidas colosales. La de Atacama consiste en unos muros de rocas volcánicas que forman unos geoglifos (dibujos hechos con piedras cuyas formas se aprecian perfectamente desde el aire) de 1,2 kilómetros de longitud. Las trece estructuras de la Capadocia suman 10.500 toneladas de rocas y sus muros miden unos siete kilómetros de longitud. Cada uno de sus monolitos, labrados en basalto, pesa 84 toneladas.

Su siguiente proyecto, a punto de comenzar, «ha sido comisionado bajo petición expresa del Gobierno peruano» y se construirá en el Machu Picchu, según afirma el propietario de la instalación de Cala Llentia.