­El sol sonrió durante la XXI edición del festival ´Posa un estel al cel´ que anualmente organiza el colegio Guillem de Montgrí en ses Variades (Sant Antoni). Pero si el sol resultó reconfortante y animó a cientos de familias a participar, el viento, principal aliado de las cometas, traicionó ayer a sus adoradores y, durante casi toda la mañana, no permitió que los artefactos se elevaran tanto como sus propietarios deseaban.

A partir de las 13 horas la brisa arreció, animó el festival y llenó el cielo de cometas que, durante un par de horas, habían intentado aprovechar hasta la menor racha. De entre todas ellas destacó la confeccionada por el brasileño Álex Bonfim, que permaneció siempre por encima de las demás, desfiando burlona al resto, siguiendo el ritmo de la música que sonaba por megafonía y obedeciendo a la mano de su creador. La destreza de Bonfim impresionó a los presentes hasta el punto de que la organización del evento le animó a impartir el próximo año un taller de pipas brasileras para que los niños de Sant Antoni aprendan a construir sus cometas con la técnica propia de aquel país. «En Brasil la cometa es una cultura. Desde pequeños los niños aprenden a construirlas y a hacerlas volar: hay auténticas batallas y sabes cuándo los niños tienen vacaciones porque miras al cielo y la ciudad está llena de cometas», explica el brasileño, quien no tiene reparos en desvelar los materiales con los que él mismo se fabricó su pipa. «Varillas de bambú, papel de seda, hilo de algodón y bolsas de supermercado para la cola, que nosotros llamamos rabiola», enumera ante la mirada de Pepín Valdés, el profesor de Primaria que impulsó la creación del festival y que se mezcla entre los niños empeñado en enseñarles cómo y cuándo hay que soltar hilo. Bonfim asegura que, desde que vive en la isla, nunca ha faltado a la cita en ses Variades. «Ayer me fui de fiesta y no he dormido mucho, pero estoy aquí», sentenciaba a medio día escondido tras sus gafas de sol.

Javier Rey, director del Guillem de Montgrí, había contabilizado a esa hora 228 inscritos, pero confiaba en superar los 421 participantes de 2013. «Empezamos en 1991 con solo 18 participantes. En 2011 se consiguió el récord de inscritos, con 440, y ese mismo año también hubo récord de cometas voladas al mismo tiempo, 198», relata mientras sigue inscribiendo propietarios de cometas en este festival, que se celebra siempre el último domingo de enero. Como todos los años, ses Variades se transformó en una pasarela de cometas: la mayoría construidas por los niños en el taller del colegio o en el que el Ayuntamiento organiza en la carpa municipal.