El acueducto de s´Argamassa no solo es un yacimiento arqueológico, sino que también ha resultado ser un fenómeno geológico que ha dejado perplejos a los expertos. Con motivo de la ejecución de los trabajos de restauración de este monumento de 1.700 años de antigüedad, los arqueólogos han descubierto que ese muro de piedra que llega a la altura del pecho de una persona es en su mayor parte una inmensa acumulación de cal que se ha ido sedimentando a lo largo de los siglos sobre el verdadero acueducto a causa del agua que ha ido discurriendo por su canal de forma ininterrumpida.

«Nunca lo hubiéramos imaginado», afirmaba ayer el jefe de los servicios de Arqueología del Consell, Joan Ramon, que acompañó a las autoridades que visitaron la obra. «La verdad es que hemos quedado alucinados, porque la visión que teníamos los profesionales era muy diferente de la que nos dan ahora estos trabajos», dijo.

Ramon, junto a la consellera de Cultura, Pepita Costa, y la concejala de Santa Eulària Ana Costa, explicó que este acueducto fue construido en la primera mitad del siglo I dC para transportar agua desde un manantial situado más allá de la carretera de s´Argamassa hasta la playa de este lugar, donde supuestamente había una factoría de salazón de pescado. Sin embargo, debido a la crisis generalizada que sacudió a Ibiza y al resto del Imperio Romano en los siglos II y III, el acueducto cayó en desuso, fue abandonado, y eso hizo que el agua siguiera discurriendo por su canal sin ningún cuidado ni mantenimiento. De este modo, la cal que transporta el agua fue acumulándose a lo largo de esta canalización. En los primeros siglos apenas se notaba, pero después de casi 2.000 años, el resultado ha sido una acumulación de tales proporciones que ha desfigurado el acueducto, convirtiéndolo en una estructura grotesca e irreconocible. Es el mismo fenómeno que crea las estalactitas en una gruta, pero en horizontal y a gran escala.

Pared de piedra

El acueducto en sí «es una pared de un metro de altura, hecha con mortero y piedra, con un canal en su parte superior», explicó Joan Ramon. Poco de ello se ve hoy. En algún tramo se distingue el canal por el que circulaba el agua (apenas un palmo de ancho) y en otros poquísimos puntos se aprecian, al pie del muro y a ras de suelo, las piedras que formaban la construcción original. «Si se quitara toda la cal que hay aquí, la gente se llevaría un chasco porque todo el conjunto se quedaría en muy poca cosa», afirmaban los expertos que ayer estaban en el lugar, dirigiendo los trabajos de restauración. Estas obras consisten en estudiar, tramo a tramo, los más de 300 metros de longitud del acueducto para determinar la mejor forma de conservarlos en cada caso.

En algunas partes se están desmontando bloques enteros para poder retirar las grandes raíces e incluso árboles que a lo largo de los siglos han crecido en su interior. Hay una encina que se encuentra en esta situación, pero debido a la escasez de estos árboles en la isla, se han adoptado medidas para compatibilizar la permanencia de este ejemplar con la conservación del acueducto.

Derribo

La consellera Pepita Costa y la concejala Ana Costa recordaron que, en virtud del convenio firmado para rehabilitar este monumento, está previsto demoler una parte del Hotel S´Argamassa que se apoya sobre un tramo de varios metros del acueducto. La obra de derribo, que dejará despejado un retranqueo de 12 metros desde el histórico muro, «es cuestión de semanas».

Una vez que finalicen los trabajos de restauración, las instituciones tienen previsto museizar este monumento, declarado Bien de Interés Cultural (BIC). La intervención consistirá en la colocación de unos paneles explicativos y un pequeño sendero. «Esperaremos a colocar estos paneles a que finalicen los trabajos, porque vamos descubriendo nueva información a medida que se realizan las obras», aseguró el jefe de Arqueología de la institución ibicenca.

Pepita Costa recordó que los restos de la antigua factoría de salazón de pescado, ubicadas en la costa, junto al hotel, están pendientes de una excavación concienzuda, aunque ya se aprecian algunas estructuras sobre el terreno. Lo más urgente es, añadió, la construcción de un pequeño dique en la costa que atenúe los efectos de la marea, que está ´comiéndose´ progresivamente el yacimiento. La actuación compete a la Demarcación de Costas, que tiene previsto ejecutarla a lo largo de 2014, afirmó la consellera.