Blakstad, siempre inquieto, fue un gran viajero. Su trabajo como cineasta y su colaboración en la realización de numerosos documentales hasta finales de la década de los 70 le permitieron visitar recónditos lugares y acercarse a distintas culturas. «No sé si aprovechó aquellos viajes para buscar elementos de similitud con la arquitectura de Ibiza que reforzaran su teoría o fueron los viajes los que les llevaron a convencerse de los orígenes fenicios de las construcciones de la isla», reflexiona su hijo.

Partiendo siempre de las similitudes arquitectónicas, Blakstad buscó costumbres y elementos comunes, por ejemplo, en la indumentaria femenina, aspecto también estudiado en ´La casa eivissenca´, que incluye fotografías que permiten observar las semejanzas entre los vestidos de las payesas ibicencas y las mujeres en Asir o Hejaz (Arabia Saudí).

La pasión de Blakstad por el detalle le llevó, por ejemplo, a dibujar los diferentes trazados de los asientos de esparto de las sillas de la iglesia de Sant Mateu o a entrevistar en Sant Carles a Miquel de n´Andreu, cuando este tenía 83 años y Blakstad no había alcanzado aún la treintena, para averiguar cómo se trabajaba este tejido en la isla. El autor recoge en uno de los capítulos todas sus averiguaciones sobre los antiguos sistemas de medida empleados en la arquitectura tradicional isleña y reseña las varas y palmos, las yardas megalíticas, los codos o colzades (que se corresponden a la longitud del antebrazo) i els travessos de mà (el espacio ocupado por los cuatro dedos de una mano cerrados excluyendo el pulgar).

Blakstad transcribió en su libro sus conversaciones con vecinos, agricultores y albañiles a los que entrevistó hace décadas como Josep Colomaret o Josep Marí Torres, que había nacido en 1888 y tenía 90 años cuando habló con él en 1979.