Entre el blanco y el negro hay una escala de interminables grises. Tampoco la marea verde que se ha echado a la calle para protestar contra la política educativa del Govern es monocolor: este heterogéneo frente de protesta no es monolítico y agrupa a personas de muy diferentes sensibilidades y convicciones políticas que persiguen objetivos también muy distintos. Eso sí, el presidente José Ramón Bauzá ha conseguido que todos compartan una convicción, hasta el PP de Ibiza: hoy por hoy no es posible aplicar el nuevo modelo de trilingüismo que ha impuesto el Govern y que implica que el catalán, el castellano y el inglés tengan el mismo peso en las aulas.

Padres, docentes y alumnos están de acuerdo en que ni los centros tienen el personal adecuado para, por ejemplo, impartir matemáticas en inglés a alumnos de 1º de ESO ni esos estudiantes tienen nivel suficiente para entender una clase en esa lengua. El propio PP de Ibiza, tras escuchar las reclamaciones de los docentes, ha pedido una implantación más pausada del TIL y con los medios adecuados, en un llamativo desmarque del argumentario oficial del Govern. Los conservadores ibicencos reclaman también respeto a la figura del profesor, desprestigiada por otros compañeros de filas mallorquines.

El PP ibicenco y los alcaldes han optado por aplacar ánimos y mostrar un talante dialogante cuya influencia en Palma es muy posible que sea nula, dado el poco peso que tiene la formación en la capital, pero como gesto es de agradecer en un ambiente tan crispado y de posturas tan radicalizadas. Solo la conselleria de Educación considera que los centros cuentan con los recursos necesarios para aplicar este curso el decreto de trilingüismo (TIL) en 1º, 3º y 5º de Primaria y 1º de ESO.

Pero mientras unos han convertido el rechazo al TIL en una cruzada por la lengua, otros aceptan el nuevo modelo trilingüe aunque piden que se aplique poco a poco, con criterios pedagógicos y sin este apresuramiento, desde los primeros cursos de Infantil y Primaria y con los profesores formados adecuadamente. Entre los que acusan a Bauzá de tratar de cargarse el catalán con la excusa de mejorar el aprendizaje del inglés y los que opinan que el TIL es una buena herramienta pero que no se puede aplicar con esta precipitación hay también un amplio abanico de posturas con muchos matices.

Con la lengua saltan chispas.La lengua es un tema sensible que hace saltar chispas con facilidad. Y el presidente José Ramón Bauzá ha incendiado el sistema educativo con su decisión de ponerlo patas arriba y cambiar el modelo lingüístico vigente hasta ahora en Balears, basado en la inmersión lingüística en catalán, y sustituirlo por otro en el que esta lengua, el castellano y el inglés mantengan un equilibrio del 33% cada una. De hecho, son muchos los que acusan a Bauzá de utilizar el TIL como excusa con el objetivo de arrinconar al catalán y dar más peso al castellano en las aulas porque se lo debía a sus votantes. El STEI y UGT están convencidos de esta intención: «Lo que quieren realmente es arrinconar el catalán y contentar a un electorado que reclamaba una escuela en castellano. El objetivo final no es que los niños entiendan el inglés, porque si no no lo habrían hecho así: pedagógicamente es indefendible», critica Carme Santamaría, secretaria general de FETE-UGT en Balears.

Pero la oposición a este modelo tampoco es monolítica: en las asambleas de padres se ha acogido bien este cambio, aunque en general reclaman que se empiece a aplicar a los alumnos más pequeños. «Yo no estoy contra el TIL -aclara una joven maestra de Infantil que considera positivo que el castellano gane presencia en las aulas y que secunda la huelga-. Pero que me den tiempo para formarme».

Así, mientras unos padres, profesores y sindicatos como ANPE piden que se negocie la aplicación progresiva de este cambio de modelo (dar clases en inglés de asignaturas no lingüísticas como medio natural o matemáticas) para dar tiempo a los centros, a los profesionales y a los estudiantes a adaptarse, otros defienden la retirada del TIL porque quieren que se mantenga la inmersión lingüística en catalán y consideran que el nuevo modelo persigue relegar a la lengua propia de las islas. Esta es la batalla que libran también partidos nacionalistas como Esquerra Republicana de Cataluña, Més o Entesa; de izquierdas como EU; el PSOE, el insularista Proposta per les Illes liderado por el exconseller del PP Jaume Font, y otras muchas personas y entidades que no necesariamente comparten esos posicionamientos políticos. La Universitat de les Illes Balears es un ejemplo.

No obstante, los profesores que explican en las asambleas de padres las razones de su huelga indefinida y les piden comprensión y apoyo advierten de que ellos también están a favor de que los alumnos aprendan más inglés en los centros. Pero no de este modo.

«Pero, ¿el inglés es bueno, no?», pregunta una madre algo desorientada en una asamblea informativa de un instituto. Otros padres asienten. Muchos están de acuerdo en aumentar las horas de inglés y castellano en la enseñanza, pero los docentes les explican que hoy por hoy es imposible hacer lo que ha impuesto el Govern porque ni ellos pueden enseñar en inglés ni los niños lo pueden entender. Esto es algo que también los padres tienen claro: no quieren ni imaginarse a su hijo de 1º de ESO tratando de entender las matemáticas en la lengua de Shakespeare.

Hay profesores que apoyan este cambio en el equilibro de lenguas, que implica la pérdida del protagonismo del catalán; otros sin embargo no están dispuestos a consentirlo sin presentar batalla. Recuerdan que les ha costado mucho normalizar la situación del catalán en las islas como para retroceder ahora de un plumazo. De un decretazo ley, para ser exactos.

Otros docentes sienten que el suelo se mueve bajo sus pies: nadie les habló de dar clase en inglés cuando lograron su puesto de trabajo y tengan o no el B2, no se sienten capaces de dar clase en esa lengua extraña. Creen que es dar gato por liebre a los estudiantes y que en la práctica la enseñanza será una birria. Una chapuza, una tomadura de pelo y una estafa a los alumnos, advierten.

Cinco días de huelga indefinida y centenares de educadores y familias enfundados en camisetas verdes han convertido el inicio del curso en un caos. «¿Qué hay que hacer para que esto se acabe?», casi suplica otra madre en una reunión del instituto Algarb. Una pregunta que se hacen muchos ciudadanos y que no tiene una respuesta clara, porque las dos partes en conflicto han optado por la consigna de la resistencia: el Govern espera que los huelguistas no puedan mantener mucho tiempo el pulso por el dineral que pierden (unos cien euros al día) y los docentes, que la crispación aumente hasta tal punto que al Ejecutivo no le quede más remedio que ceder. «La cosa está muy crispada, muy tensada, y quizás si seguimos empujando se consiga», interviene un profesor, no se sabe si para calmar a los padres que llenan la biblioteca o más bien para todo lo contrario.

Las dos partes, enrocadas. No hay diálogo y no parece que esté cercano: los dos sindicatos convocantes de la huelga, STEI y CCOO, exigen dos condiciones «innegociables» que el Govern considera igualmente «innegociables»: que se levanten las sanciones a los tres directores de sendos institutos de Maó que se negaron a aplicar el TIL porque sus consejos escolares rechazaron el nuevo proyecto lingüístico y la retirada del decreto de trilingüismo. Ni hablar, responde Bauzá: los expedientes a los directores siguen su curso y el TIL no se retira porque ya se está aplicando, era una promesa electoral del PP y el partido logró la mayoría en las últimas elecciones, reitera.

Los cuatro sindicatos -STEI, UGT, ANPE y CCOO- y la Assamblea de Docents ponen como primera condición de la negociación con el Govern que levante las sanciones a los directores. ANPE, UGT y CCOO piden a la conselleria que revoque las medidas cautelares insólitas contra estos docentes (están suspendidos de empleo y sueldo desde el 1 de agosto) mientras sigue el proceso del expediente, y el STEI va más allá y exige la retirada de los expedientes disciplinarios y que se reintegren a sus puestos. «Les han cogido de cabeza de turco», denuncia el secretario general de la federación de enseñanza de CCOO en Balears, Toni Baos.

Unos y otros se acusan mutuamente y a diario de no querer negociar. Unos y otros aseguran que actúan en beneficio de los alumnos y con el único objetivo de mejorar la enseñanza. Mientras tanto, las aulas siguen vacías y no hay ninguna vía de diálogo pese a las innumerables peticiones para que se busque una salida que ponga fin a la huelga, la última surgida del propio PP de Ibiza este fin de semana. Sin embargo el Govern ha despreciado hasta la oferta de mediación del rector de la UIB, Llorenç Huguet, porque considera que no la necesita. En una semana de huelga nadie se ha movido ni un milímetro. Al contrario, el abismo se ha abierto más.

La FAPA, a la trinchera. La Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos (FAPA) ha optado por la trinchera de los docentes, ha hecho suyas sus reclamaciones e incluso ha propuesto no llevar a los hijos a clase los días que los profesores acudan, para que las aulas sigan vacías, así como contribuir a la caja de resistencia de los huelguistas. Pero no todos los progenitores comparten esta posición batalladora. El hecho de que no lleven a sus hijos al colegio no implica una militancia en la causa y esconde muchas realidades: los hay que temen que no estén bien atendidos por los servicios mínimos y para que se pasen la mañana en el patio, prefieren buscar otra alternativa. No se fían. Niños de doce años se pasan siete horas vagueando por el patio, jugando con patinetes y viendo cómo los mayores saltan impunemente la valla como si fuera la forma habitual de entrar y salir del instituto. «¿Como hay huelga ya no hay normas o qué?», se pregunta la madre indignada de un niño de 1º de ESO.

También los hay que llevan a sus hijos a clase y apoyan las reivindicaciones de los docentes. Todas, muchas o algunas. Y comparten una inquietud: que los recortes se lleven por delante las expectativas que tienen depositadas en sus hijos. El temor a un futuro incierto que se asoma como una jungla de sálvese quien pueda, sin recursos públicos que puedan reducir las desigualdades y ayudar a los más desfavorecidos, funciona como un motor a la hora de engrosar las filas de la marea verde que, en las Pitiüses, no pierde fuelle y el sábado inundó el paseo de Vara de Rey con un clamor: «Que esto acabe ya», resumió la presidenta de la Apima del insituto Algarb, Ana del Alcázar.

La selectividad a un paso y las clases sin empezar. Estudiantes de 2º de Bachillerato observan con angustia cómo se acumulan las horas perdidas sin que hayan empezado las clases que les conducen a la pesadilla de la selectividad. «Es por vuestro bien», les repiten unos y otros mientras las posturas siguen inmóviles.

«¿De qué van a servir más manifestaciones?», se pregunta un representante de los alumnos del instituto Algarb, que se enfrentará en unos meses a la selectividad, y que no puede evitar lanzar otro mensaje a los padres que le escuchan: «Creo que a los que más perjudica esto es a los de 2º de Bachillerato». «Nuestra intención no es tomar rehenes, sino luchar por los estudiantes», asegura un profesor enfundado en una camiseta verde. Otro docente invita a los alumnos, con permiso de los padres, a que vayan a las concentraciones: «Se está jugando también su futuro», asevera.

Una estudiante de 2º de Bachillerato, Amanda Cohen, clama por que comiencen las clases ya: «Respaldamos la huelga indefinida, pero este año estamos preparando uno de los exámenes más importantes de nuestra vida en un tiempo récord, y por la huelga estamos perdiendo las preciosas horas que tenemos para hacerlo...», escribe en una carta a este diario, en la que pide al Govern que «ponga fin a esta huelga, llegando a un acuerdo con el profesorado y el alumnado».

Sí al inglés, pero no al TIL. Los cuatro sindicatos que apoyan la huelga (STEI, FETE-UGT, ANPE y CCOO, por orden de peso en la educación pública en Balears) están de acuerdo en mejorar la enseñanza del inglés, pero no así, con esta precipitación y sin contar con los profesores ni formarles, y exigen al Govern que retire el TIL y pare su aplicación para negociar cómo se implanta, una reclamación que también hace la Assamblea de Docents de Balears.

ANPE reclama que este curso el TIL se lleve a la práctica de forma voluntaria en los centros. Los sindicatos en este punto mantienen posturas con matices diferentes: Antoni Martorell, presidente de ANPE Balears (el tercero en peso en la enseñanza balear) considera que el TIL le parece «bien como proyecto»: «No estamos en contra, pero se tiene que implantar de forma pedagógica y con sentido común», advierte.

Los otros tres sindicatos son más radicales en su rechazo a este modelo. Carme Santamaría, de FETE-UGT, considera que solo «servirá para aumentar el fracaso escolar» y que no se puede implantar sin formar al profesorado ni negociar sus condiciones laborales. «El TIL ha sido un detonante», aclara. La gota que ha acabado con la paciencia de los docentes, según sus sindicatos, tras dos años de recortes, reducción de plantillas, reducción de recursos para alumnos con dificultades, bajas que no se cubren, deterioro de las condiciones laborales y una larga lista de quejas que supera las 70, según la enumeración del sindicato mayoritario STEI, que las plantea como una lucha por mantener la calidad de la enseñanza pública.

«Sí al inglés, no al TIL», exclama el secretario general del STEI en Balears, Biel Caldentey, que asegura que «el TIL es una estrategia para que retroceda el catalán en las aulas» y reivindica que se deben tener en cuenta los condicionantes de cada centro a la hora de aplicarlo y que el consejo escolar debe aprobar el proyecto lingüístico, que no debe venir impuesto por el Govern, algo que también defiende Toni Baos, de CCOO. «Este TIL tiene que pararse, como ya dijo el Tribunal Superior de Justicia de Balears», sentencia Caldentey, que acusa al Govern de «chulería y prepotencia» y de «mentir», así como de no haberles llamado a negociar de nuevo. «El TIL puede ser un marco, pero no puede ser inflexible ni impuesto», zanja Baos.

Iñaki Aikart, portavoz de la Assamblea de Docents de Mallorca, considera que «se debe volver al modelo de inmersión lingüística», aunque puntualiza que como colectivo no tienen «propuesta de TIL»: su funcionamiento es asambleario, horizontal y las decisiones se toman en las reuniones que se celebran en cada isla. «La solución es un proceso participativo», explica, y recuerda que su representatividad está fuera de duda ya que recogieron más de 5.000 firmas en la enseñanza pública de las islas, donde hay algo más de 10.000 profesores. «Tenemos una representatividad diferente a la sindical», aclara. La Assamblea también convocó la huelga y reclama al Govern que la considere un interlocutor al igual que los sindicatos, pero no ha recibido respuesta.

Diálogo cuanto antes. Los padres piden que se reanude el diálogo, cortado después de que en la anterior mesa sectorial de educación, celebrada el pasado día 12, los sindicatos se levantaran ante la negativa del Govern a abordar los dos puntos que los representantes sindicales consideran innegociables: la retirada de las sanciones a los directores de Maó y del TIL. Así que la huelga sigue adelante y no hay ningún acercamiento. No obstante, quien tiene la capacidad de convocar al comité de huelga para negociar con los sindicatos convocantes del paro indefinido (STEI y CCOO) es el Govern, y todavía no lo ha hecho. Ni hay noticias de que se lo esté planteando.

Comienza la segunda semana de un curso que aún no ha empezado. El pulso se mantiene. ¿Cuánto tiempo más se podrá aguantar con las clases vacías?