El Grup d’Estudis de la Naturalesa (GEN) denunció ayer ante el Ayuntamiento de Sant Josep, el Consell y el Govern la realización de obras en el interior del antiguo coso taurino Toromar, en el interior del Parque Natural de ses Salines, a pocos metros de los estanques donde nidifican especies de aves protegidas. Se trata del inmueble que adquirió recientemente el dueño de Pachá, Ricardo Urgell.

El GEN afirma que «de forma periódica, en esta edificación ubicada dentro de este espacio protegido, se detectan intentos de llevar a cabo obras ilegales». Hace once años fue demolida justo a su lado la estructura de la frustrada discoteca Trancedance.

La denuncia señala que en la parte trasera del inmueble se ha procedido a habilitar un espacio como aparcamiento y se ha instalado iluminación en la fachada exterior, «además de detectar movimientos que indican que se está procediendo a la realización de obras no autorizadas en el interior del recinto». Los ecologistas consideran que las obras no están autorizadas porque «son incompatibles con la figura de protección de la zona y, por tanto, son legalmente inviables».

Sin licencia de ningún tipo

La entidad conservacionista solicita a las autoridades que paralicen cualquier actividad no autorizada, se identifique a los responsables y se apliquen las sanciones que puedan corresponder.

El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Sant Josep emitió a media mañana un comunicado en el que confirmaba que la Corporación «no ha concedido ninguna licencia de obras a Toromar, por lo que si se confirma que se está trabajando en la zona, se emitirá la correspondiente orden de paralización».

El Ayuntamiento, por otra parte, recordó en esta nota que «el verano pasado se envió una notificación a Toromar en la que se le indicaba que actualmente no tienen ninguna licencia de actividad y que, por tanto, no puede desarrollar actividad comercial alguna».

Tras tener conocimiento de la denuncia, un celador municipal visitó la zona y realizó el correspondiente informe.

En una nota, el GEN recuerda que en los alrededores de esta edificación «se encuentra una zona ocupada por cigüeñuelas (Himantopus himantopus), especie protegida y muy sensible a la presión humana».

«Cualquier actividad que conlleve tráfico de público, vehículos y contaminación lumínica y acústica es incompatible con la conservación de esta especie», añade el comunicado ecologista, que recuerda que «en la actualidad se están produciendo todo tipo de agresiones contra el territorio, y se realizan con total impunidad».

«Estas agresiones llegan también al interior de espacios naturales protegidos como el Parque Natural de ses Salines», añade el GEN en la nota.