Llamar al radiotaxi a partir de las cinco de la tarde en Sant Antoni y la bahía es misión imposible. Al menos esta es la experiencia que tienen en varias recepciones de hoteles de la zona de Sant Antoni y la bahía, cuyos responsables coinciden en denunciar el mal funcionamiento de los taxis, un verano más, y en pedir que sus quejas queden en el anonimato, pues temen las represalias de los taxistas y que, por ejemplo, puedan decir a los clientes «con este hotel no trabajamos». Suficientes problemas tienen ya para encontrar taxis para sus clientes como para buscarse más dificultades aún.

Estos hoteleros de Sant Antoni han salido en defensa del presidente de la Federación Hotelera de las Pitiusas, Roberto Hortensius, que ha sido blanco de las críticas de los taxistas después de que manifestara a principios de julio lo que es una evidencia que ya han reconocido todos los ayuntamientos y el propio Consell: la falta de taxis provoca largas colas en las paradas y problemas para que los clientes de los hoteles consigan que uno vaya a recogerles. El secretario de la Asociación de Empresarios Taxistas de la Bahía de Sant Antoni, Javier Cardona, aseguró en un artículo de opinión en este diario el pasado 19 de julio que «no es cierto que falten taxis en las paradas». Sin embargo, el sábado por la tarde en la parada del Passeig de ses Fonts había más de cien personas esperando y ni un solo taxi, mientras los taxistas ´pirata´, alrededor como moscones, actuaban con total descaro e impunidad y contribuían a aligerar la cola llevándose a grupos de turistas. Esta escena es la tónica el verano.

Un servicio «tercermundista»

Ante las críticas de Cardona hacia Hortensius, varios hoteleros de Sant Antoni y la bahía han manifestado su indignación, ya que recuerdan que el presidente de la federación se limitó a hacer públicas las quejas que los empresarios habían expresado en la asamblea sobre los problemas que tienen a la hora de pedir un taxi, una situación que se repite cada verano pero que este se ha agravado. «En la reunión de la Federación de Hostelería, muchos asociados comentamos los graves problemas que nos afectan derivados de este ´servicio público´ totalmente deficitario y tercermundista, y que se necesitan soluciones urgentes. Roberto Hortensius simplemente se hizo eco de lo que allí se expuso», explica una empresaria que estuvo presente en la asamblea anual, que se celebró el 5 de julio.

Los hoteleros critican que a partir de las cinco de la tarde, y algunos días incluso antes, cuando en las recepciones llaman al radiotaxi de Sant Antoni se encuentran con que comunica o no hay manera de que les cojan el teléfono, igual que el verano pasado. Resultado: los clientes deben salir a la calle a esperar a que pase un taxi o bien cambian sus planes -sobre todo familias que van con niños- y en vez de ir a cenar a Dalt Vila o ir a visitar cualquier otra zona de la isla, optan por quedarse en el hotel, como relata indignada una hotelera de la bahía: «Ante un plan tan incierto, un gran número de clientes desisten», recuerda. El representante de los taxistas de Sant Antoni ponía en duda las quejas de los hoteleros, algo que también enfada a esta empresaria: «El verano pasado a partir del 10 de agosto ya no contestaron más al teléfono [en el radiotaxi de Sant Antoni], llamábamos en numerosísimas ocasiones a lo largo del día y durante muchos días, por lo que no era algo ocasional. Lógicamente, no tengo cómo demostrar esto, yo fui la que realicé las llamadas pero no contraté a ningún notario para que levantase acta», explica.

Esta hotelera asegura que ella misma tuvo que llevar al aeropuerto a algunos clientes en su coche, «por supuesto, sin cobrar». Otras veces tenía que recurrir a un taxista que solía cenar en el restaurante de un amigo para que le hiciera el favor de recoger a clientes para trasladarles al aeropuerto. «Pero este año ha ido a peor», asegura.

Además, los hoteleros también se quejan de que solo puedan realizar reservas telefónicas de taxis para ir al aeropuerto (y con más de una hora de antelación), ya que aseguran que no se las admiten para ningún otro destino, ni siquiera el puerto, algo que ya ocurría el verano de 2012. Una recepcionista explica que tienen que decir a sus clientes que vayan en autobús o salgan a la carretera a ver si tienen suerte y pasa un taxi.

Algunos hoteleros, hartos de llamar al radiotaxi sin resultado y de que el servicio funcione tan mal, dan a los clientes que se lo piden el contacto con empresas que tienen microbuses. Otros visitantes optan directamente por los taxis ´piratas´, que llevan desde mayo haciendo su agosto. «Muchos de los turistas que vienen a la isla saben que este servicio es un desastre y piden que les hagamos el transfer (transporte del aeropuerto al hotel). Como no lo podemos hacer les derivo a una empresa de transporte de viajeros», explica una empresaria.

Temor a represalias

«Nosotros nos debemos a nuestros clientes, y bajo ningún concepto queremos que los taxistas tomen represalias contra ningún establecimiento ni sus clientes, ya que solo denunciamos una situación que nos está afectando gravemente, tanto a los hosteleros como a los turistas y en definitiva a la imagen de la isla; todos formamos parte del mismo engranaje y es lo primero que se debe solucionar para apostar por un turismo de calidad», explica la hotelera de Sant Antoni.

Algunos ya saben cómo las gastan algunos taxistas: un hotel de la bahía está incluido en «clave móvil», una especie de temida lista negra de teléfonos con los que ha habido incidentes (por ejemplo, el taxi llega y no hay rastro del cliente) y que supone que es mucho más difícil que un taxi acuda a la llamada de uno de estos números, puesto que el taxista sabe que se arriesga a que el cliente no esté cuando llegue y pierda el tiempo. Y algunos optan por no atender estos avisos, según la responsable de este establecimiento, que se queja de que por un problema puntual que tuvo un taxista (llegó y el cliente se había marchado en otro taxi que pasaba por la calle, en vez de esperarle), hayan castigado al hotel con incluirlo en la lista negra, como si no tuviera ya bastantes problemas para encontrar taxis para sus clientes. «No sé cómo no hay más ´piratas´ -confiesa la responsable del hotel-; sabemos que es ilegal, pero si se está dando este mal servicio al cliente y al establecimiento, y encima te ponen en clave móvil... No deberían poner a un hotel en esta lista».