No hay marcha atrás. La ofensiva conjunta de Ibiza para evitar las prospecciones petrolíferas en el golfo de Valencia, cerca de la costa de Sant Antoni, sufrió ayer un duro varapalo, después de que el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria ratificara, en un viaje exprés a Palma, la negativa del Gobierno central a dar marcha atrás a la búsqueda de petróleo en el Mediterráneo.

José Manuel Soria repitió ante los empresarios del sector, entre ellos los presidentes de Fomento del Turismo, Lucas Prats, y de la Cámara de Comercio, Vicent Torres, en representación de las Pitiusas, los mismos argumentos que se han repetido hasta ahora desde Madrid. «Conozco el temor, pero no se puede explotar sin antes explorar. Las autorizaciones son anteriores a esta legislatura, pero este Gobierno las tiene que respetar. Si no, estaría prevaricando. Si el resultado es positivo y hay algo que explotar, hablaré con el Govern y se decidirá», declaró el ministro en rueda de prensa. O sea, que los cañonazos submarinos siguen adelante.

Precisamente, Soria puntualizó que los estudios previos no condicionan que posteriormente se vaya a permitir la extracción de petróleo en el caso de que se halle alguna bolsa extraíble en el subsuelo, aunque los empresarios lo ponen en duda. Para tratar de tranquilizar los ánimos después del jarro de agua fría, el ministro también destacó que España cuenta con «la mejor normativa en cuanto a protección medioambiental».

También estuvieron en la reunión los presidentes de los consells, pero ninguno de ellos habló, según Torres. «Como las reivindicaciones eran las mismas, cedieron la palabras a los representantes de las asociaciones empresariales», justificó.

El presidente del Consell, Vicent Serra, aseguró salir «decepcionado» del encuentro con el ministro. Serra destacó que la institución insular debe «seguir con la vía iniciada» tras confirmarse definitivamente que «el Gobierno se muestra inflexible» a echar atrás las autorizaciones concedidas a Cairn Energy. El presidente se refirió a combatir por la vía judicial la posibilidad de que el Ministerio de Medio Ambiente dé también vía libre, en el siguiente paso del proceso, a la búsqueda de petróleo cerca de Ibiza. De hecho, la alianza Mar Blau, el frente común de la isla que aglutina a instituciones y colectivos de todo tipo, sostiene que la manera de detener el proceso es a través de que el Ministerio de Medio Ambiente obligue a Cairn Energy a presentar una evaluación de impacto ambiental y que el resultado sea negativo.

Pese a su descontento, el presidente reconoció que tampoco tenía esperanzas de que el ministro Soria se hubiera mostrado en Palma dispuesto a parar los pies a Cairn Energy. «No ha habido ni el mínimo atisbo de que el Ministerio esté dispuesto a replantearse las prospecciones. El ministro ha defendido la seguridad jurídica, algo que ya he oído en reuniones de partido. Estamos igual que antes. Yo ya tenía claro que el Gobierno central está decidido a no evitar las prospecciones», lamentó.

«La equivocación» de Ibiza

El presidente de la Cámara de Comercio considera que se ha cometido desde Ibiza «la equivocación» de pensar que se puede parar el proceso, cuando «hace años que está autorizado». Tampoco le basta el consuelo de oír del ministro que la legislación ambiental de España es «la más exigente de Europa», como un argumento de que la búsqueda de petróleo en el Mediterráneo está aparentemente bajo control.

Aparte de las prospecciones, los empresarios presentaron una larga lista de deberes (la subida del IVA, los problemas de los vuelos, la falta de medios de seguridad en temporada y de inversiones, entre muchas otras cosas) al ministro, quien, según Torres, se limitó a tomar nota sin concretar nada. De hecho, en lo único que se mostró explícito, para decepción de la delegación ibicenca, fue en la negativa a retirar las concesiones a Cairn Energy.

Los más exigentes con Soria fueron los hoteleros, anfitriones de un almuerzo en el que la satisfacción de los políticos y los inversores con las magníficas cifras que está arrojando la temporada turística no evitó que los empresarios exhibiesen su actitud más reivindicativa. Se encargó de ponerle verbo a la crítica el presidente de la patronal hotelera de Mallorca, Aurelio Vázquez, que le presentó al ministro una lista de exigencias. Y casi nada recibió a cambio: Soria, al que últimamente se le multiplican los frentes de batalla (también tiene al sector eléctrico, al minero o al naval en pie de guerra), se limitó a responder con evasivas a las peticiones concretas, arrinconadas en su discurso por una catarata de estadísticas tan positivas como conocidas de antemano por los presentes.

El ministro de Turismo estaba en Palma, pero su mensaje habría sido probablemente el mismo si hubiera visitado la Soria que le da apellido. Pidió el presidente de los hoteleros mallorquines que el Estado invierta más en el único sector que frena el hundimiento español, y respondió el ministro que «la prima de riesgo está entre 300 y 320 puntos». Reclamaba Vázquez que se pusiese freno a las subidas de impuestos que están «asfixiando» a los empresarios, y contestaba Soria que en el Gobierno están reduciendo el déficit. Le exigía Vázquez al ministro que bonifique más y mejor las contrataciones en temporada baja, y replicaba el ministro que ya no se habla del rescate de España.

Contratación y promoción

La dinámica se repetía en el resto del discurso. Le afeaba Aurelio Vázquez al ministro que el presupuesto en promoción turística de España se ha reducido un 50%, pero respondía Soria repitiendo de carrerilla las estadísticas que hablan de que Balears está liderando el crecimiento de las llegadas de turistas extranjeros, mientras crece la rentabilidad empresarial. Pedían los hoteleros y empresarios que se culmine la reforma laboral con menos tipos de contratos y más facilidades a la contratación o que se apoye fiscalmente a las zonas turísticas maduras, para lanzar la inversión, y el ministro, lejos de recoger el guante, hablaba de futuribles y previsiones de crecimiento del PIB y las exportaciones en próximos meses.

Y lo mismo con los aeropuertos: exigían los empresarios que se permita a Balears participar en la gestión de los aeropuertos, para evitar que continúe la «improvisación» y que las pistas de aterrizaje baleares sigan financiando las terminales deficitarias del resto del país mientras pagan más tasas, y respondía el ministro que en sus islas (Canarias) y en Balears lo pasan mal con esto y encima no disfrutan del AVE y autopistas, pero que el asunto es del Ministerio de Fomento, no suyo.