No hablar. No poder usar la voz. Que te pidan que señales una manzana y no saber cuál de las frutas de la lámina es la manzana. O ni siquiera saber qué es señalar. Confundir el ruido de un avión que aterriza con el tubo de escape de la moto que puede atropellarte. Son solo algunos de los problemas a los que se enfrentan cada día los pacientes que pasan por la consulta de Logopedia del hospital Can Misses. Algunos se curan, otros mejoran y, desgraciadamente, los hay también que son difícilmente recuperables, lamenta la logopeda de este servicio, María José Vidal.

Los pacientes más graves que pasan por la consulta de Vidal (que no tiene un espacio fijo en el hospital) proceden de Neurología. Personas que han sufrido daños cerebrales como consecuencia de un ictus, una embolia o un derrame. «Han perdido la capacidad de expresarse, de comprender lo que se les dice o ambas cosas», apunta la especialista, que detalla que la mayoría de los pacientes (alrededor del 70 por ciento) llegan desde las consultas de Otorrinolaringología y, ya en menor medida, de Psiquiatría o Neumología. «Pero estos últimos son excepciones», matiza.

Los pacientes con daños cerebrales son los que deben pasar más tiempo en tratamiento (entre 60 y 120 semanas) y la mayoría llegan con un diagnóstico de afasia o trastornos asociados que, ya en la consulta, se «afina». Algunos apenas entienden lo que se les dice y los hay también que no son capaces de hablar a pesar de que ellos mismos creen que sí. En ocasiones, cuando se dan cuenta de lo que les pasa, la situación es muy frustrante para ellos e incluso pueden llegar a deprimirse, explica Vidal. «Darse cuenta de que no distinguen las frutas o los colores es duro para ellos, es como volver a párvulos», compara la especialista. En los casos más complicados hay, incluso, que enseñar a los pacientes a leer y a escribir, porque también han perdido esa capacidad, explica Vidal. El tratamiento es «largo» y no está exento de «estancamientos», lo que no significa que deban dejar los ejercicios. Todo lo contrario.

Recuperar el habla

De la consulta de logopedia todos los pacientes (y sus familiares) salen con deberes. El trabajo en casa es importantísimo para la recuperación. La especialista destaca el papel de las familias, por eso les deja estar en las sesiones. En las de valoración, calladitos. En las de trabajo, ayudando. Vidal explica que le gusta que los familiares sean muy conscientes del estado real del enfermo ya que, asegura, suelen «sobreestimar sus capacidades». La logopeda detalla que recuperar el habla y la comprensión depende no solo del trabajo que hagan los pacientes, sino también de su edad. «No es lo mismo un paciente joven cuyo cerebro está aún en crecimiento que una persona de 80 años que puede recuperar algo pero cuyo cerebro se está degenerando», explica. Cuando uno de estos paciente tiene una recaída y vuelve a sufrir daños cerebrales, suele quedar en un estado peor que la primera vez, por lo que el tratamiento se vuelve más complicado.

Es a este tipo de pacientes, los que sufren daños cerebrales, a los que en ocasiones hay que comunicar que no podrán recuperar la capacidad de hablar o de comprender lo que se les dice. Podrán mejorar algo, aprender a tragar -«lo que les permitirá tener una mejor calidad de vida»-, pero no recuperarse del todo. Dar estas noticias no es fácil. «Es muy triste cuando te llega un caso así», lamenta.

Aprender a escuchar. Otra vez. Es lo que hacen en la consulta de logopedia aquellos a los que les han puesto un implante coclear. Gente que había sufrido pérdida auditiva, que la recupera gracias a este mecanismo, pero que debe aprender a escuchar. «Dicen que no es como antes, que todo tiene como un sonido metálico», explica la logopeda. Pero no es solo una cuestión de cómo suena lo que escuchan, es que muchas veces no distinguen lo que oyen. No reconocen los sonidos. No distinguen un avión de una moto. «Oyen pero no escuchan», matiza la logopeda. Estos pacientes suelen recibir el alta al cabo de un año, de unas 60 consultas aproximadamente. Distinguir los sonidos no es algo baladí. «No saber que te viene una moto es peligroso, por ejemplo», apunta.

La función de la logopeda, en este caso, no es únicamente enseñar a escuchar de nuevo sino también elaborar un informe para que los profesionales que se encargan del implante puedan ajustarlo. «Hay un paciente, por ejemplo, que no soporta el ruido de los aviones. ¡Con la de aviones que pasan por aquí! Así que en la próxima revisión intentarán arreglarlo», explica.

Sin servicio a laringectomizados

La falta de más logopedas impide que el servicio pueda atender más casos. Los enfermos de cáncer a los que se ha practicado una laringectomía, por ejemplo, se envían directamente a la junta local de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), que cuenta con un servicio específico para ellos. «Además, ofrecen terapia de grupo, que es muy motivador para ellos», insiste.

En estos momentos Vidal calcula que hay medio centenar de pacientes en lista de espera, aunque desconoce el número exacto «porque el servicio aún no está informatizado». El Área de Salud deIbiza y Formentera no facilita cuánto deben esperar estos pacientes de media. La responsable (y única especialista) de la consulta de Logopedia explica que los pacientes que llegan de Neurología y los que llevan un implante coclear apenas esperan. En el caso de los que sufren patologías más leves, como un problema en las cuerdas vocales o tartamudez, desconoce cuánto pueden llegar a esperar hasta llegar a la consulta.

La logopeda destaca que en Ibiza hay «muchos cantantes» y que buena parte de ellos cantan por intuición, es decir, que no han acudido a clases de canto o de técnica vocal, de manera que es habitual que acaben haciéndose daño en las cuerdas vocales. «A veces el talento no es suficiente», reflexiona. En ocasiones es solo una cuestión de respiración, de colocación de la voz y de fortalecimiento de las cuerdas. En otras, cuando se han producido pólipos, el trabajo es algo más complicado. Vidal compara el trabajo que realiza con los cantantes con (salvando las distancias) el que realizaba Helen Rowson con los participantes en la primera edición de ´Operación Triunfo´. La mayoría de estos pacientes reciben el alta después de unas 25 sesiones de logopedia, tras lo que deberán seguir trabajando en casa y buscarse una profesora de técnica vocal para no volver a hacerse daño. Este mismo tiempo es el que suelen necesitar los que sufren tartamudez en conseguir las claves para evitar este problema que, en muchas ocasiones, les supone un problema psicológico: autoestima baja, ansiedad y falta de habilidades sociales. Problemas, todos estos, que suelen mejorar en cuanto aprenden a no tartamudear. «Se trata de enseñarles a hablar de otra manera», indica Vidal que, cuando se le pregunta que en qué consiste eso responde: «Es como si cualquiera que habla bien tuviera que aprender a tartamudear». No es fácil. Como todos los demás pacientes que pasan por esta consulta, ellos también salen por la puerta con un montón de ejercicios para hacer en casa.