«La construcción es una droga. Parece que no saben salir de la crisis si no construyen. Caemos una vez y otra en lo mismo. Es lo que provocó el problema y, en vez de usar medicina, volvemos a provocar la misma enfermedad», así de tajante se muestra Hazel Morgan, presidenta de Amics de la Terra, minutos antes de subirse al escenario de la plaza del Parque para la lectura del manifiesto del Día Mundial de la Tierra.

«La construcción es la base de todos los otros problemas. Si no construimos más podemos reducir los demás», continúa Morgan, que asegura que la fiebre por el cemento y el ladrillo de políticos y empresarios es la principal amenaza de la isla. «La gente con mucho dinero, los millonarios, quieren construir mansiones en los lugares más protegidos y especiales. Tenemos que evitarlo», añade. «No se debe construir en masa forestal, por el riesgo de incendios. Tampoco en lugares frágiles porque perderemos atractivo turístico y recursos naturales», insiste sentada en el puesto de la asociación, que lleva 22 años organizando las actividades de este día.

Desde su silla, junto a unas magdalenas de algarroba, ve toda la plaza, ocupada por los puestos de quince asociaciones y diez entidades. «Más que nunca», comenta, con un toque de orgullo, mirando el puesto de café de comercio justo, las mesas repletas de productos ecológicos (frutas, verduras, flores, miel, mermelada o pasteles), los estands de información sobre la banca ética, energías renovables, ses Feixes o la plantación de sabinas y para recoger firmas en contra de la urbanización de Benirràs.

«Lo que hace falta es que las instituciones pongan el bien social por delante de los intereses particulares de cuatro gatos que hacen lo que quieren, se aprovechan de la costa y de los recursos de todos. Y las administraciones les facilitan todo», continúa Morgan, que está convencida de que, aunque «difícil», economía y medio ambiente son compatibles. En el escenario, Pere de Corona, músico y ecologista, desgrana las notas de una composición propia en la que es Vedrà es un gigante dormido.

En estos 22 años Morgan asegura que ha habido un cambio. Para bien. Cambio climático y energías renovables han dejado de ser palabras desconocidas para la mayoría, igual que comercio justo. Estos cambios, sin embargo «no son suficientes», comenta la presidenta de Amics de la Terra, que vuelve a la construcción. «Solo pedimos un poco de sentido común, que la isla es pequeña», insiste antes de reconocer un aspecto positivo: «Algunos políticos son más conscientes de la necesidad de cuidar el medio ambiente. Los intereses económicos son muy fuertes, pero algunos políticos nuevos, incluso de derechas, creo que tienen muy claro que esto es importante. Los jóvenes muestran más sensibilidad y no van a un modelo que está caducado».

La falta de transporte público, el escaso control que «machaca» los espacios protegidos, la falta de depuradoras en condiciones, la ley de costas o el plan hidrológico son varias de las quejas de algunos de los participantes en la jornada de concienciación, que se prolongó durante todo el día. La mañana, sin embargo, a punto estuvo de tener un final precipitado debido a la ligera lluvia que cayó algo después del mediodía, mientras Joan Morenu, recién cerrada la tienda que regenta a la vuelta de la esquina de la plaza, interpretaba algunas de sus canciones dedicadas a Villangómez.

Minutos antes, Marià Marí, presidente del GEN, puso voz al manifiesto del Día de la Tierra. «Pocos de nosotros habrían podido imaginar una situación como la que vivimos actualmente, donde la gente importa poco y los recursos naturales son saqueados y destruidos sin ningún tipo de escrúpulos», leyó. «Ibiza está siendo destruida. Y esto no se puede tolerar», continuó Marí con el texto, que denuncia la privatización de espacios públicos «como ses Salines», las leyes (Ley de turismo, Ley de medidas urgentes para la ordenación urbanística sostenible o Ley de Costas) redactadas «a medida de la especulación» y el «menosprecio» de las instituciones «a una sociedad que durante décadas ha reclamado la preservación de los espacios naturales más emblemáticos de la geografía insular». «Cuando la clase política muestra su cara más oscura se hace necesario y urgente ir todos juntos. ¡Juntos por la tierra!», concluyó Marí.