Carlota y Mateo, dos niños de tres años, pusieron ayer por la mañana en apuros al medio centenar de miembros de la Orquesta Sinfónica Ciutat d´Eivissa, que tuvieron que tocar a la velocidad del rayo para seguir el ritmo de su batuta. Fue solo una de las muchas puestas en escena ideadas por el genial Fernando Argenta, creador de Clásicos Populares, que se llevó una estruendosa ovación cuando concluyó El Conciertazo en Can Ventosa. Los niños y padres que abarrotaron el auditorio no pararon de bailar, cantar, reír y aplaudir sus bromas, así como el buen hacer del director Fernando Villalonga y de los músicos.

«Empezamos con música tranquila para que os apacigüéis», dijo el creador de el espectáculo antes de dar paso a ´La Pavane´ de Gabriel Fauré. Mientras sonaba la música de ´Star Wars´, de John Williams, los niños comenzaron a gritar cuando apareció caminando por la platea uno de los robots más conocidos de La Guerra de las Galaxias, C3PO, que se fundió en un abrazo con Argenta y con Villalonga.

Piedra, papel o tijera

«¿Tú estás enamorada?», preguntó el showman a la pequeña Claudia. «No, no y no. No me gusta ningún niño de la clase», insistió la niña, ante la carcajada general. Las bromas se iban sucediendo y dos chiquillos pararon unos minutos el concierto, ante el asombro general, para jugarse a piedra, papel o tijera quién subía al escenario.

«¿De dónde era Guillermo Tell?», preguntó Argenta. «No sé. ¿De Madrid?», contestó otro niño, antes de que la orquesta interpretase la Obertura de la Opera de Rossini. Con el público ya en el bolsillo, Argenta, que no ha perdido la frescura que le hizo famoso en televisión, aprovechó para dar entretenidas lecciones de música y demostrar la importancia de todos los instrumentos de la orquesta, incluido el triángulo.

Después de ´La Marcha de la Ópera Carmen´, de Bizet, llegó uno de los momentos cumbres de la mañana, cuando un improvisado cura de apenas siete años casó a otros dos niños, Antón y Claudia, con la música de fondo de la conocídisima marcha nupcial ´A Midsummer Night´s Dream´ (El sueño de una noche de verano), de Mendelssohn. A pesar de la insistencia de Argenta, no consiguió que los novios se besasen.

Después del escándalo originado por la ceremonia y de que el pequeño Pablo acertase con su flecha, disfrazado de Guillermo Tell, en la manzana que llevaba su padre sobre la cabeza, Pedro (los nombres provocaron, como no, otra broma de Argenta), ´La Pavana para una infanta difunta´ de Ravel tranquilizó a los asistentes.

Después, Carlota, Mateo y Miguel, «el enchufado» (el hijo del director Villalonga) dirigieron con maestría la orquesta. A continuación llegó el éxtasis, cuando Argenta subió a seis niñas sobre el escenario y, como si estuviese en el parisino Le Moulin Rouge, hizo bailar y tocar palmas a todo el público al ritmo del ´Can Can de La Ópera Orphée Aux Enfer´s (Orfeo en los infiernos).

Argenta reservó para la última parte una velada crítica a la acústica del auditorio de Can Ventosa, «muy seca» según él, y se deshizo en elogios para los miembros de la Orquesta Sinfónica Ciutat d´Eivissa y su director. Después de algo más de una hora, que pasó volando, una traca final con confetis puso el punto y final. La ovación para Fernando Argenta, que duró más de dos minutos, fue de las que se recuerdan durante mucho tiempo.

El momento cumbre

LA BODA

Dos niños se dan el «sí, quiero» al ritmo de la marcha nupcial

El momento cumbre de la mañana se vivió cuando tres niños subieron al escenario y uno de ellos, que hizo de cura, casó a los otros dos, vestidos para la ocasión, al ritmo de la conocida marcha nupcial de Mendelssohn.