Si casi cuarenta años después de su muerte, Elmyr de Hory (Budapest, 1906-Ibiza, 1976) continúa suscitando interés en el mundo del arte se debe, principalmente, a que el mercado artístico continúa también generando cuestiones que tienen que ver con el valor mismo de la obra de arte, con su esencia y autenticidad.

Se dice -y el propio Elmyr aceptaba esta versión, entre otras muchas- que su escandaloso ´caso´ golpeaba directamente en la dura mandíbula del establishment artístico, desencajando costumbres y maneras de ejercer en un mercado que estaría viciado, donde la firma del artista constituiría el máximo valor de la obra, más allá incluso de las virtudes o defectos que esta pudiera poseer, y donde los supuestos expertos oficiarían en definitiva como privilegiados sacerdotes de una secta.

Haber conseguido engañar a este ´malvado´ entramado internacional durante décadas, con sus museos, galerías y críticos, constituía una especie de grado de honor para Elmyr en su hoja de servicios -aunque los motivos originales, fueran, por supuesto, otros muy distintos, de carácter económico- y de hecho parece que ha sido siempre y continúa siendo la principal razón de la simpatía social que suelen despertar los falsificadores de obras de arte.

¿Copia o interpretación?

Elmyr ha pasado a la posteridad como uno de los ´grandes´ falsificadores, y su personalidad -también falsificada con diferentes nombres e identidades a lo largo de su vida- suscita todavía fascinación y controversia. Cada cierto tiempo llegan noticias de alguna pequeña muestra de sus obras aquí o allá, algún nuevo documental, algún artículo o reportaje que intenta esclarecer este o aquel episodio oscuro de su trayectoria, de tal manera que Elmyr de Hory, aquel personaje con aires aristocráticos inventado y construido por él mismo, que encontró en la Ibiza de los años 60 el lugar adecuado para perfeccionar y culminar su poliédrica identidad, continúa vivo con su leyenda a cuestas, aquella que engrandecieron la magnífica biografía de Clifford Irving en primer lugar y la no menos estupenda película de Orson Welles después, propiciando reflexiones en torno a las verdades y mentiras del mundo del arte.

Porque cabe recordar que Elmyr nunca reconoció ser un vulgar falsificador y sí en cambio elaboró su propia teoría sobre el oficio que venía desempeñando desde hacía décadas: «Lo que yo hago -aseguró en una entrevista- no son copias. Una copia es algo que pretende reproducir lo más fielmente posible una obra original. Yo no copio, sino que interpreto a otros pintores, y eso no es nada nuevo en la historia de la pintura». ¿Y en qué consistía esa interpretación? «En captar el alma del artista, el espíritu de su arte. Aquí está la diferencia fundamental con la falsificación, que pretende ser la pura reproducción técnica de una obra determinada. La interpretación va mucho más lejos».

Bien, ahora es el Círculo de Bellas Artes de Madrid el que alberga, en su sala Goya, una exposición sobre el Elmyr y su ´caso´, que pretende no solamente divulgar o recordar la ya muy conocida historia del falsificador sino también plantear, a partir de su biografía y sus obras, «cuestiones fundamentales sobre la esencia de la obra de arte y el concepto de autoría», así como «debatir sobre las verdades y las mentiras del arte -creación, apropiación, autenticidad- dentro de un mundo no ajeno al negocio y el interés crematístico».

Las mentiras del arte

´Proyecto Fake! Elmyr de Hory´ es el título de esta muestra comisariada por Dolores Durán que tiene, entre otras virtudes, la de ofrecer una rigurosa puesta al día de la documentación existente sobre el polémico artista. En la misma sala pueden verse obras de Elmyr pintadas ´a la manera de´ algunos de los que fueron sin duda sus pintores predilectos y cuya técnica consiguió hacer suya con mayor precisión y éxito (Dufy, Matisse, Picasso, Derain, Monet, Modigliani, Van Dongen, Degas, Renoir, Léger, Signac y Vlaminck), así como obras pintadas a su propia manera, retratos sobre todo.

Todo este conjunto bien seleccionado de pinturas se encuentra acompañado por documentos periodísticos que dan cuenta del ´caso Elmyr´, es decir, de los últimos años del artista en Ibiza, ya envuelto en acusaciones de falsificación, juicios, cárcel y extradición. Y no falta por supuesto la documentación fotográfica, no muy amplia pero interesante, en la que descubrimos algunas imágenes curiosas, como las que nos muestran a Elmyr en su casa ibicenca junto con Orson Welles, o llegando al Palacio del Festival de San Sebastián junto con el actor francés Jean-Pierre Aumont para asistir al estreno de la película de Welles ´F for Fake´, de la que fue indiscutible protagonista.

Toda esta revisitación de Elmyr de Hory viene complementada en el catálogo de la exposición con un texto bien informado de Dolores Durán, así como de la traducción por primera vez al catellano del artículo de Clifford Irving para Look Magazine, publicado el 10 de octubre de 1968, ´Fake´, un avance de lo que un año después sería su célebre libro sobre Elmyr.

Se publica también en el catálogo la entrevista que André Brincourt le hizo para Le Figaro Litteraire en junio de 1973, cuando Elmyr ya se encontraba inmerso en el escándalo que le acusaba de falsificador, y en la que se justificaba -con aquel victimismo suyo tan peculiar en esos años, en el que sin embargo no podía ocultar ni su vanidad ni su coquetería- asegurando: «Nunca he firmado un cuadro con otro nombre que el mío. Pero he hecho muchos sin firmar. En cuanto a las obras firmadas ´Elmyr´ y hechas ´al estilo de otros´, con frecuencia les ocurre que vuelven a aparecer en colecciones y museos con otra firma. ¿Qué puedo hacer yo? Es cierto que tengo la mala costumbre de firmar a menudo el cuadro por detrás. Sin embargo, tengo la foto de un Dufy con mi firma enorme en la tela, y lo he encontrado en un catálogo; el Dufy se vendió por treinta mil dólares. ¿Qué puedo decir, qué puedo hacer?»

Cabe destacar también de esta exposición el interesante documental ´Historias como cuerpos, cristales como cielos´, creado como reflexión paralela al tema de la autoría y la construcción de las identidades con materiales de muy diversa procedencia y dirigido por Ana Useros.

Por último, decir que la exposición ha contado con numerosos colaboradores ibicencos -Mariano Llobet, Abel Matutes, Edith Sommer, Juan Manuel Sánchez Ferreiro, Fanny Tur, Luis Llobet y el Archivo Buil Mayral, entre otros- que han aportado informaciones, cuadros y fotografías.

La exposición bien vale una visita a Madrid. Y para sumar, el Club Diario de Ibiza ya anuncia para el próximo 5 de marzo la inauguración de una exposición de pinturas de Elmyr de la colección particular del empresario ibicenco José Roselló, seguida el día 6 y en el mismo lugar de la proyección de ´F for Fake´, de Welles.