­«El 5 de mayo del 61 desembarqué en Ibiza con la intención por parte de un grupo de arquitectos de trabajar en la isla estableciendo turnos entre nosotros. Una vez demostrado que era inviable, fui yo el que dentro del grupo decidió quedarse. Viniendo de Barcelona descubrí una isla virgen, un paraíso en el que ya vivían algunos artistas y comenzaban a instalarse, hippys aparte, catalanes y gente de todas partes. Unos buscaban la libertad, otros la tranquilidad y yo venía a trabajar. Encontré un paraíso por descubrir. Y no me costó nada decidir quedarme». El arquitecto Raimon Torres, fallecido ayer a los 78 años, recordaba así su llegada a Ibiza, en el discurso de agradecimiento por el primer premio a toda una trayectoria que le otorgó la demarcación pitiusa del Colegio de Arquitectos de Balears (Coaib) en octubre pasado. Fue un texto leído por el arquitecto ibicenco Elías Torres, muy unido al catalán desde su juventud, ya que Raimon Torres no pudo asistir por culpa del avance del cáncer contra el que luchaba desde hacía tiempo.

Raimon Torres fue un arquitecto y urbanista comprometido con Ibiza y Formentera, que dio ejemplo a los que vinieron detrás de una forma de ejercer su oficio respetuosa con el entorno. Una voluntad heredada de su padre, el arquitecto Josep Torres Clavé, miembro fundador del Gatpac, que falleció en 1939 en el frente republicano de Lleida, cuando su hijo solo contaba cinco años.

Se licenció en la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona en 1960 y trabajó un año en París, en el estudio Candilis, Josic & Woods, por recomendación de Josep Lluís Sert, amigo de su padre. En 1961 se instaló en Ibiza, donde vivió hasta 1976, cuando volvió a la Escuela de Arquitectura de Barcelona como profesor de la Cátedra de Proyectos, hasta 1994. Aunque siempre conservó su casa de Formentera. En esos años tuvo encargos importantes, como el Hotel Corso, en es Botafoc, y los hoteles Galeón y Cartago del Port de Sant Miquel. Además colaboró con Germán Rodríguez Arias, en el diseño de diferentes viviendas con Erwin Broner y con el propio Sert en la urbanización de la Cala d´en Serra, que hoy sigue siendo solo un esqueleto en la costa.

De sus años en las Pitiusas destaca su trabajo como urbanista, en lo que él llamaba los «planes medio frustrados». Junto a un extenso equipo de profesionales elaboró el Plan Parcial de Reforma Interior de Vila en 1974, que no fue aceptado, y un año después el planeamiento de Formentera, una propuesta global de ordenamiento de los recursos naturales y turísticos de la isla que tampoco se aprobó.

Planes aprobados

Tuvo que esperar casi dos décadas para ver aprobados sus planes, primero el Pepri de sa Penya, la Marina y Vara de Rey, en el 92, y después los planes especiales de protección de patrimonio de los núcleos de Sant Ferran, Sant Francesc y el Pilar de la Mola de Formentera, entre 2000 y 2002. Luego, en la polémica por el derribo de Ca ses Castellones en Sant Ferran, desveló que le habían intentado presionar para que rebajara la protección de los núcleos urbanos, algo que no aceptó.

Suyas son también obras como el colegio de Can Misses, el centro social de sa Penya, la restauración del Mercat Vell, la plaza de la Pedrera, el vial de subida al barrio y el centro de artesanos de sa Penya, la plaza de es Siti, la remodelación de la plaza del Parque en Vila, la de la Constitució de Sant Francesc...

Ayer, el presidente de la demarcación pitiusa del Coaib, Víctor Beltrán, le recordaba como un «ejemplo constante»: «No solo por su trabajo como arquitecto, que hay que entender en sus diferentes épocas, sino por su labor y compromiso con la ordenación del territorio y el crecimiento sostenible».

«Integridad moral»

El arquitecto Elías Torres, muy afectado por la pérdida, se remitió a la carta que le escribió a Clara, hija de Raimon Torres, en el libro editado con motivo del premio a su trayectoria: «Tu padre no ha cambiado, sigue siendo un hombre de buena voluntad en el que el sentido de la responsabilidad, de compromiso y de integridad moral siempre están presentes. Generoso y acogedor, con las puertas de casa abiertas, leal con los amigos y gruñón de amable humor en las discusiones. Humor que le ha acompañado siempre y que ayudado de una fina ironía le ha permitido teñir los malos momentos que siempre aparecen. Es además un arquitecto buenísimo».

Para el futuro queda el que será su libro póstumo, ya maquetado y que editará el Coaib, con sus fotografías de paisajes y arquitecturas ibicencas, muchas de las cuales ya fueron expuestas en su muestra de 2009 que pudo verse en Ibiza y también en Formentera.

Para el recuerdo, las palabras de agradecimiento a las Pitiusas que pronunció por boca de Elías Torres cuando fue premiado por su trayectoria: «Estoy muy agradecido de todo lo que he aprendido de esta cultura, de su gente, de su forma de vivir, de su historia. Una cultura propia alejada de la nuestra pese a tener una lengua común, un habla que poco a poco fuimos comprendiendo y con la que no fue difícil entenderse. Entonces todos éramos forasters para mucha gente y se dirigían a nosotros normalmente en castellano. Una vez, un ibicenco que reencontré y me reconoció me dijo: ´Ah, vostè es aquell català que parlava pagès´».

Raimon Torres. Nacido en 1934 en Barcelona. Falleció en la mañana de ayer en su ciudad natal.