­Cuadros del Museo del Prado y millones de dólares son algunos de los tesoros de la República escondidos en la ´mina de Negrín´ de la localidad gerundense de La Vajol, un patrimonio cultural y artístico al que hoy no se puede acceder por falta de seguridad y vigilancia. La emblemática mina de Negrín o mina Canta de La Vajol (Gerona), donde el Gobierno de la República de Juan Negrín escondió los tesoros (cuadros del Museo de Prado y millones de dólares), es una pieza emblemática de la historia. Hoy es propiedad del Ayuntamiento, después de que la cediera el vecino y exalcalde Miquel Giralt. Permanece cerrada pendiente de recibir un impulso económico por parte de la Administración o de particulares para llevar a cabo algún proyecto que permita mantener vivo el recuerdo de su pasado.

En un paraje de gran belleza, junto a la ruta del exilio por donde miles de personas -entre ellas los dirigentes de la República- huyeron, se mantiene, aunque bastante deteriorada, la ´mina de Negrín´. En la población son conscientes de la importancia que tiene para explicar la historia de la época. Por eso, en el momento de cederse, a finales del último mandato, con Montserrat Sarabia (CiU) al frente, se destacaba que fueron momentos históricos de gran trascendencia para la población y para el país, y que la mina es un atractivo cultural y turístico.

De hecho, el antiguo propietario y alcalde durante años se esforzó para que saliera adelante alguna iniciativa y también se puso sobre la mesa que fuera la sede del Museo del Exilio, que hoy está en La Jonquera. La actual alcaldesa, Dolors Manzanera, constata que «se necesita dinero para hacer algo, no basta tener un proyecto». Por eso están a «la expectativa» del momento en que «haya la oportunidad de sacar alguna subvención y pueda salir adelante el proyecto que se merece esta construcción, que ya forma parte de la historia. No es una cosa que se ha construido para hacer historia».

Uso ligado a la ruta del exilio

Para preservarla y darle un uso ligado a la ruta del exilio, se espera conseguir implicar la Administración. Hoy no se puede acceder por razones de seguridad, pues no hay vigilancia, pero llegan turistas atraídos por la historia relacionada con el exilio. Tiene diversas salas y las cámaras donde se guardaban los tesoros.

La figura de Negrín guarda con Asturias una relación fugaz, pero muy significativa. El más tarde presidente del Gobierno de la República fue quien, siendo catedrático de Fisiología de la Facultad de Medicina de Madrid, animó al bioquímico luarqués Severo Ochoa -de quien había sido profesor- a presentarse a la cátedra de Fisiología de Santiago de Compostela.

El propio Negrín presidiría el tribunal. «Negrín no diré que me forzó, pero su insistencia fue tal que decidí presentarme», explicaba años más tarde el premio Nobel asturiano, quien tuvo como contrincantes a Jaime Pi Suñer y a Oriol Anguera.

Las pruebas se celebraron en Madrid, entre diciembre de 1935 y enero de 1936. Y la plaza terminó siendo para Pi Suñer. Luego se supo que otro catedrático, Jesús M. Bellido, había enviado a Negrín una carta en la que intercedía en favor de Jaime Pi Suñer, hijo de un estrecho colaborador suyo.

Hay quienes sostienen que esta supuesta «traición» constituyó el impulso definitivo para que Ochoa abandonase España. Algunos dirán que Negrín hizo que nuestro país perdiera un científico de talla descomunal. Otros concluirán que si se hubiera quedado aquí difícilmente habría conquistado el Nobel.