Tintín viajó al Tibet, a Sídney, a Gante, al Congo y a Milán. Y a lugares imaginarios (pero muy parecidos a países y ciudades reales) como Tapiocópolis y Sildavia. Habría sido impagable ver a Haddock exclamando ¡mil millares de mil millones de rayos y truenos! en Ibiza, pero Georges Prosper Remi, alias Hergé, nunca situó al capitán ni a su grumetillo en las 23 aventuras completas que escribió y publicó hasta su muerte, en 1983... Excepto en la 24, la incompleta ‘El Arte-Alfa’. La última edición de Editorial Juventud incorpora una decena de folios descubiertos recientemente que contienen una viñeta en la que aparece la palabra «Ibiza».

El topónimo sale de boca de Bianca Castafiore, el ruiseñor de Milán (y el tormento de Haddock), mientras conversa por teléfono con Tintín, recuerda el tintinólogo y crítico de arte Joan Mañé. La diva ha estado de visita en las Pitiüses, en casa de un misterioso personaje denominado Endaddine Akass («un hombre fascinante, darling», le comenta por teléfono), que, no obstante, se supone que es el malvado de la obra y cuya voz resulta familiar a Tintín. Los expertos consideran que podría tratarse de Roberto Rastatopoulos, el personaje que aparece por primera vez en ‘Tintín en América’ y con el que el periodista con tupé tiene su último enfrentamiento en la enigmática ‘Vuelo 714 para Sídney’.

Los bocetos de la obra inacabada de Georges Prosper Remi.Viñeta en la que Tintín conversa por teléfono con Bianca Castafiore y la diva le habla de «Ibiza», donde ha conocido al fascinante Endaddine Akass. F Editorial Juventud

Igual, pero no es lo mismo

Los fanáticos de este cómic, como Mañé, se quedaron con las ganas de saberlo. Hergé falleció el 3 de marzo de 1983 dejando claro uno de sus últimos deseos: que dejaran en paz sus bocetos, que nadie los coloreara, que nadie pretendiera acabarlos. ¡Sátrapa, ectoplasma, macrocéfalo, anfitrión, rocambole, filoxera y caníbal aquel que hiciera lo contrario!: «Si otros retomaran Tintín, lo harán quizás mejor, quizás peor, pero una cosa es segura: lo harían de otra manera, y entonces ¡ya no sería Tintín…», avisó el belga.

Pese a todo, algunos bachi bozuks se atrevieron, e incluso hay un ‘El Arte-Alfa’ acabado y coloreado por Yves Rodier, aunque sin permiso de la Fundación Hergé, ¡mil millones de brujas y duendes!

Aunque inacabada, en los últimos esbozos de Hergé aparecen la Costa Brava y se menciona a Ibiza, escenarios en los que maquinan unos malvados que se dedican a falsificar cuadros famosos para posteriormente venderlos en las más prestigiosas galerías del mundo. Que mezclara el tema de las pinturas falsificadas con Ibiza, y la posibilidad de que el artista iniciara esos trazos justo en los años 70, conducen a un par de personajes: el marchante Fernand Legros y Elmyr de Hory, el falsificador (se supone que húngaro) que se suicidó a finales de 1976 en la isla, desde donde llenó las pinacotecas de medio mundo con modiglianis, matisses y degas más falsos que una moneda de tres euros. No obstante, Hergé cambia luego esa localización por la isla italiana de Ischia.

Joan Mañé apunta que el capitán Haddock, que en ‘El Arte-Alfa’ se ha aproximado al mundo del arte, ¡mil millones de mil demonios!, será protagonista involuntario de este lío protagonizado por traficantes de arte internacional. En cuanto el ruiseñor de Milán le habla de Ibiza, Tintín quiere contárselo a «Craddock», como Castafiore llama en esa viñeta a Haddock (Maggock, Mastock o Kappock, se equivoca reiteradamente la soprano despistada en ‘Las joyas de la Castafiore’), pero el capitán pasea en ese momento por París, feliz y campante, pipa en mano y tocado con gorra de marinero.

Portada de ‘Tintín. L’Art-Alfa’, la aventura inconclusa en catalán. F E. J.

En el último trazo de esa aventura inacabada, uno de los malos apunta a Tintín por la espalda con una pistola. No tiene escapatoria. Algunos creen que era el final que Hergé le tenía preparado y que incluso lo había consultado con un amigo. De una bala y sin darse un chapuzón en ses Salines. Una canallada.