Quince meses después de que la consellera de Política Patrimonial, Marga Torres, y el director insular de Patrimonio, Josep Maria López Garí, ambos en funciones, presentaran oficialmente la museización del yacimiento de Sa Capelleta, el centro de interpretación continúa cerrado. Aquel 23 de junio de 2011, los dos responsables del Patrimonio insular mostraron públicamente el resultado de una inversión de alrededor de un millón de euros que carecía de lo básico: ni luz ni agua.

La presentación fue el canto del cisne de ambos políticos, dejaron claro para la posteridad quiénes lo habían impulsado. Pero las prisas... Ni tenía el certificado final de obras ni el de actividades ni la cédula de habitabilidad. Y como las cosas de palacio van despacio, ni siquiera 15 meses han bastado para solucionar todo ese monumental papeleo, aún pendiente de varios trámites que pueden eternizar (o no, nunca se sabe) su apertura.

Hace unos días el arquitecto municipal visitó las obras para comprobar si ya estaba todo como mandan los cánones. En febrero, el arquitecto que ideó el centro, Pere Roig, firmó los documentos que acreditaban el final de obra. Pero no bastó: el arquitecto municipal lo inspeccionó y encontró algunos defectos, como, por ejemplo, que faltaba una barra en el servicio habilitado para personas con discapacidades. Ergo, más meses parado.

Tras la última inspección, realizada esta semana, en el Consell confían que se les entregue en breve el certificado que acredite, definitivamente, el final de obra. Y luego será la propia institución la que deberá facilitar la cédula de habitabilidad. Si se dan prisa será cuestión de uno o dos días, a lo sumo, aseguran en Patrimonio. Después, tanto Endesa como Aqualia procederán a conectar la electricidad y el agua.

No es el único papeleo que inquieta a la consellera de Educación, Cultura y Patrimonio de Eivissa, Pepita Costa. Otra de las razones por las que Sa Capelleta no se puede abrir al público es que la conselleria balear de Territorio, a cuyo mando se encuentra Gabriel Company Bauzá y que incluye la dirección general de Arquitectura y Vivienda, debe decidir si exime al centro del cumplimiento de eliminación de barreras arquitectónicas. Ni las tumbas ni el barrio islámico se puede visitar en silla de ruedas. Las personas que tengan algún problema de movilidad solo pueden contemplar el yacimiento desde las dos pasarelas que hay en la parte superior, la de acceso y la que recorre longitudinalmente el edificio. La excavación no es accesible y contiene numerosas barreras arquitectónicas insalvables.

El problema no es tanto esa exención -que Costa considera que no debería representar ningún problema pues hacer accesible el yacimiento entra en colisión con la integridad de los restos- como que el Govern balear se lo está tomando con mucha calma: lleva un año dando vueltas al asunto. Y lo que te rondaré.Sin prisas en el Govern

Quienes deben dirimir si finalmente se concede ese permiso no parecen tener prisa. Aseguran al Consell que están trabajando en ello, que algún día tendrán respuesta, pero... Es un trámite esencial para lograr la licencia de apertura y funcionamiento. Si continúan sin recibir respuesta, una solución que barajan en la institución insular es alegar silencio administrativo. «Nosotros ya hemos hecho los deberes, pero...», dice la consellera, mientras se encoge de hombros.

El centro de interpretación de Sa Capelleta 12 está cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional de la Unión Europea: «Una manera de hacer Europa», se lee en el cartel de la entrada, lema que parece una broma pesada no solo por el tiempo que lleva cerrado, pese a estar acabado, sino también por cómo se concluyó. Todo está listo: los extintores cuelgan de las paredes, los expositores y los paneles informativos aguardan que alguien los vea y lea, los esqueletos de plástico (algunos fatalmente elegidos, de proporciones asimétricas) yacen en las tumbas de lápidas transparentes, incluso hay un mostrador a la entrada. Pero el resultado no gusta a la consellera. La constructora, a instancias de los anteriores responsables de Patrimonio, según recuerda Garí, arregló las goteras, aunque en un edificio abierto parcialmente tanto en sus laterales como en su tejado poco se notó: si el viento es del sur, el agua entra a chorros por las ocho rejillas de ventilación del techo (su misión es que no haya condensación, pero haberla hayla). «Es como si realmente estuviera a la intemperie», se queja Costa. Pero no hay dinero para modificar el proyecto original.

Las últimas lluvias han dejado su huella en el yacimiento. En el suelo de tierra hay varios charcos. Los cristales que tapan algunas tumbas están manchados por salpicaduras de barro. Costa lamenta que tal como fue construido, los problemas de mantenimiento del centro de interpretación serán continuos y, sobre todo, encarecerán su presupuesto anual: «No daremos abasto», advierten los técnicos del Consell. Aseguran que extraer algunos cristales para limpiar el interior es sumamente complicado. Según Garí, se abren con ventosas.

En julio de 2010 concluyó la construcción de la cubierta del yacimiento. Costó 280.00o euros. Esta parte del centro nació con la vocación de ser una «estructura móvil», de manera que en el futuro pudiera adaptarse a ampliaciones si se hallaran nuevos restos en las zonas colindantes, que es lo más probable. Pero esa peculiaridad, la posibilidad de que pueda ser aumentado, provoca problemas en el yacimiento que cabrean a los responsables de Patrimonio, entre ellos al jefe del servicio de Arqueología insular, Joan Ramon. Les mosquea, por ejemplo, que el agua entre a raudales por todos los laterales, lo que causa desprendimientos que, en algunos casos, tapan parcialmente tumbas acristaladas. Si llueve, nada puede impedir que penetre el agua, de la misma manera que los gatos acceden al centro por la entrada principal como Pedro por su casa. Con el agua, los cortes estratigráficos ceden. El barro se mezcla con la hojarasca que se cuela por el lateral oeste.

Y las terminaciones también dejan mucho que desear, a juicio de la consellera y del arqueólogo. Los bloques de cemento de las parcelas colindantes quedan a la vista, como diversas tuberías y un entramado de chapas que protegen la parte sur. Tan a la vista como una vecina del edificio anexo que tomaba el sol en bikini mientras los inspectores de la Unión Europea comprobaban el estado de las obras durante una reciente visita : ella no les veía, ellos sí. Por esa pared traslúcida se cuela el agua, pero también la luz y la intimidad de los vecinos.

Condensación en las tumbas

Mientras en el Museo de Arte Contemporáneo se realizó una costosa inversión para evitar la condensación bajo las láminas transparentes que protegen los restos arqueológicos, en Sa Capelleta no parece que este pequeño detalle se tuviera en cuenta. Los cristales acumulan enormes goterones que, además de afectar a las tumbas, dificultan su visión. Tanta humedad ha facilitado, además, que las plantas crezcan en los nichos de la necrópolis romana como si fueran maceteros. Algunos tallos se cuelan, juguetones, entre el sacro y el pubis de los esqueletos de juguete.

Desde la entrada se aprecian, al fondo, varias plantas. Desde la lejanía parecen ornamentales, pero son asilvestradas y han crecido aferradas a la pared de tierra, que en parte del lateral este está formada por restos de cerámica, ladrillos y cemento, rellenos de edificaciones contemporáneas.