­Sor Antonia Tur tiene 67 años, y una larga trayectoria en la enseñanza, fue la directora del colegio de la Consolación de Vila, pero hace cuatro años la destinaron a Perú como responsable de un proyecto de carácter social. Ha vuelto a Ibiza por unos días con motivo del capítulo oficial, una reunión que se celebra cada cuatro años en la que se realiza un balance sobre los proyectos que se han llevado a cabo y se asigna nuevas funciones a los misioneros. El próximo martes volverá a Perú, pero viajará en más ocasiones a Ibiza: «Porque me han destinado a obras sociales», dice.

La religiosa ha querido aprovechar su visita a la isla para agradecer la implicación de las Pitiusas en todo el trabajo misionero, y en las obras sociales. En especial, a Toni Roig, dueño de un restaurante de Santa Gertrudis donde se organizó la última comida solidaria.

Enormemente agradecida

Tur asegura que desde siempre, pero sobre todo en los últimos tres años, la comunidad ibicenca se ha implicado especialmente en las obras solidarias: «Parece que no, pero hay mucha gente involucrada. Ibiza es muy solidaria, no solo dona dinero, sino que nos ofrece continuas muestras de cariño y de reconocimiento». Admite que la crisis está pasando factura, pero está convencida de que es la consecuencia de otra crisis «de valores». Considera que es bueno que la gente salga y viva nuevas experiencias y que se percaten de que no solo existe el mundo donde viven. «El mundo es muy grande y la felicidad no se consigue consumiendo», explica y añade que la sociedad debería despertar y reconsiderar muchos valores que parecen perdidos «como la amistad, la solidaridad... Aquellos que dan sentido a nuestra vida y que nos hacen disfrutar del momento», dice.

Estudió enfermería «como un reto personal», porque estaba estudiando psicología y le pidió a la madre superiora poder matricularse en enfermería, consideraba que con estos estudios podría ayudar más a la comunidad: «El mundo de la sanidad es una de las cosas que más me ha humanizado y me ha hecho estar más cerca de la gente, incluso tener otra mirada en el mundo de la enseñanza», matiza.

«Nada de lo humano nos puede ser ajeno», afirma Sor Antonia, quien además recuerda que hoy es el día de Ibiza Misionera. Comenta que en Latinoamérica han llevado a cabo diversos proyectos que han tenido muy buenos resultados, pero que «todavía queda mucho por hacer».

Piensa que ser solidarios aporta riqueza personal y que el simple hecho de compartir aporta experiencias de vida y que «a veces es necesario ver lo feliz que es la gente con muy poco», porque dice que la gente se ha acostumbrado tanto a hacer que: «No nos damos cuenta de lo importante que es ser», afirma.

Proyectos en Perú

Una de las actividades que desarrolla la religiosa consiste en visitar todos los domingos un barrio muy pobre acompañada de un grupo pastoral de salud. Les llevan comida y realizan un seguimiento de la población para prevenir enfermedades y para concienciarles sobre la importancia de la higiene.

Han hecho un taller de costura, tienen comedores populares y dispensarios de medicinas.

A corto plazo, les gustaría abrir una escuela de primaria y un taller ocupacional para que los niños que no van a la escuela asistan a clase los domingos.

«El año pasado las Pitiusas aportaron 33.000 euros, con esta ayuda se pagó a todos los profesores», concluye.