­­Después de 20 años de investigaciones teóricas y prácticas, el ingeniero italiano afincado en Ibiza Adriano Trímboli ha concluido en su finca del municipio de Sant Josep la construcción de la versión perfeccionada de la casa autosuficiente, que utiliza medios totalmente naturales para regular su temperatura ambiente tanto en invierno como en verano y producir energía eléctrica, todo ello sin emisión alguna de dióxido de carbono y sin abonar facturas mensuales de ningún tipo.

Trímboli concluyó hace algunos años cinco casas autosuficientes provistas de todas las innovaciones que él mismo ha descubierto a lo largo de su carrera y que suponen un nuevo concepto de vivienda que permiten prescindir del suministro eléctrico convencional y abaratan considerablemente los costes. Ahora, todos esos avances se han sofisticado aún más y pueden visitarse en la vivienda construida en la finca del ingeniero, que espera poder iniciar en breve su comercialización en masa.

El sistema de estas casas consiste en la utilización para su construcción de un material especial que sustituye a los ladrillos convencionales y que en su interior transporta un líquido que es el que, después de una serie de procesos físico-químicos, genera calor natural en invierno al interior de la casa (hasta 30 grados cuando en el exterior hay cero grados) y frío en verano (se han logrado hasta 18 grados cuando fuera hay 40 grados).

La producción de energía eléctrica se genera a través de placas fotovoltaicas especiales que proporcionan el suministro necesario para la vivienda.

La casa construida por Trímboli en su finca tiene 36 metros cuadrados de superficie y pesa solo 1.500 kilos, es decir, unos 30 kilos por metro cuadrado, frente a los 140 kilos el metro de una construcción convencional. El coste es de 500 euros el metro cuadrado para un particular, incluyendo los acabados de la construcción, que puede instalarse por módulos, según las necesidades, y edificarse con gran rapidez, dada la ligereza de la estructura. La vivienda es, además, antisísmica y antiincendios.

El concepto consiste en que «el edificio pase de ser un cuerpo inerte a convertirse en un componente activo, generando energía termoeléctrica por medio de nuevos materiales que actúan como una piel activa», señala Trímboli.